Gustave Bord

"Los historiadores revolucionarios no se daban por satisfechos con falsos puntos de vista cuando hubieron de lidiar con los hechos más inopinados, admitiéndolos sin necesidad de probaturas. El número de errores era tan grande que sólo el largo devenir del tiempo permitió combatir la dificultad a la hora de refutarlos y el volumen de evidencias es notorio en una historia de la Revolución quizás incluso poco desarrollada, por ejemplo la de M. Thiers, que debería ser asumida con la novedad de ojos imparciales. ¿Se preocupó alguna vez algún historiador por la autorización de las verdades citadas?
Sin embargo, podemos dar crédito a la necesidad de retomar un análisis científico y puramente documental acerca de los hechos generalmente aceptados como indiscutibles. Una mente abierta que admire la revolución avanzará con infinito cuidado y no se dejará arrastrar por la ilusión sectaria e ignorante.
Entre las acusaciones vertidas por los historiadores revolucionarios en contra de la antigua monarquía, figura como un gravísimo punto de vista de orden genérico las violaciones de los ilustres políticos que quisieron hablar de un pacto contra el hambre.
Los hallazgos de estos historiadores, si se basaran en argumentos regios, condenarían la administración anterior, no sólo en una de sus principales ramas, sino en la misma esencia que denigraba toda acción vinculante.
Un examen más detenido nos mostrará que estos jueces pronunciaron sus veredictos con una ligereza que no los exime de la dudosa moralidad del burdo e interesado panfleto que esgrime sospechosas afirmaciones."

Gustave Bord
Historia del trigo en Francia


"¿Qué es la masonería? Esta controversia trató de solventarse de muy diversos modos, incidiendo la multiplicidad de soluciones planteadas en el desarrollo de un hálito de confusión y misterio a favor de los masones y en contra de sus detractores.
Querríamos plasmar la sucesión de grandes maestros, sabiendo de antemano el aura secretista que envuelve la Orden y a su único líder. Según algunos, esta sociedad habría tenido un objetivo recóndito desde sus orígenes asociado nominalmente a empresas fraternales y caritativas.
Ambas afirmaciones son falsas y constituyen la fuente de muchos errores sobre la masonería.
Para hallar la solución al problema trataremos primeramente de formular las preguntas adecuadas.
¿Sólo hubo una especie de masonería? ¿Su objetivo era siempre el mismo? ¿Sólo los líderes que se iban sucediendo conocían el objetivo real de la empresa?
Demostraremos que hubo dos tipos de masonería: una más antigua, consistente en hombres de negocios, constructores, de tipo corporativo y otra que la sustituyó y que abarcó el campo de la filosofía y las ciencias, y a la cual podemos llamar especulativa.
La sustitución no se cristalizó de súbito de la primera a la segunda forma: durante varios años hombres influyentes irrumpieron en la primera para salvar las posibles herejías, otros querían establecer un dominio en beneficio de su partido político en los primeros días de los Estuardo. Estos albañiles, conocidos como los albañiles aceptados, cuando fue dispuesta la catalización en dos corrientes distintas de la orden, pasaron a entroncar las llamadas masonería jacobita y masonería inglesa. Dos hermanos, enemigos, que debían representar tendencias irreconciliables después de haber perseguido objetivos comunes, debatían sobre el dogma fundamental de la masonería, que subsiste a pesar de sí mismos, porque una idea es más fuerte que los hombres y se enraíza inevitablemente en la realidad más ostentosa. Pero no podemos negar que si la idea masónica de igualdad entre los hombres es socialmente odiosa, precario fue el refugio de los masones cuando se desató el orgullo del hombre pasando como un ciclón por encima de la humanidad aterrorizada."

Gustave Bord
La francmasonería en Francia desde sus orígenes en 1815
















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