Jean Blanzat

"El Demonio odia la muerte y sobre todo su putrefacto hedor. Además, en las primeras horas tras el deceso, las manos, que antes eran hermosas y nobles, adquieren una apariencia temblorosa...
La joven rubia se siente dichosa con su sedoso cabello liso, pero cae un puñado de arena como el resonante hormigueo del zinc. La muchacha, alegre, ríe por vez primera, pero pronto se arrepentirá, al ver a la faz de su esposo distendida, con grandes dientes al descubierto...
Desde la media tarde hasta el anochecer, la niebla se espesa en las sombras que crecen bajo la atenta mirada de una campesina que trabaja en un campo aislado, oculto entre brezos y acebos. Las urracas y los arrendajos huyen gritando a su llegada y no regresarán. Parece que las palomas evitan cruzar el cielo, donde parece distinguirse el surgimiento del ala de un solitario cuervo que asciende hacia las nubes."

Jean Blanzat
Le Faussaire


"Era un camino, rocoso, entre setos muertos, lleno de barro, por el que Mathilde, Henri y Ludovic se dirigían a Gartempe. De espaldas al pueblo, daba la impresión de estar perdido en el valle. El húmedo sonido de sus pasos y las pocas palabras que mediaban entre ellos apenas quebrantaba el silencio imperante. Sopesaban las diversas opciones.
Cada árbol, cada arbusto brillaba con el halo de una sutil presencia roja, púrpura o turquesa que iluminaba las errantes capas de niebla. Un sueño paciente velaba el campo. Poco a poco, los pensamientos de los caminantes se perdieron gradualmente, absorbidos por el sentido de su propia existencia. Velaban, atentos a los detalles más nimios. El pavoroso grito de los mirlos y los graznidos de los cuervos no lograban desdibujar el efecto de la verde hierba y, al fondo, del plomizo cielo, en desigual línea.
A mitad de la colina divisaron unos pequeños escalones entre unos setos y Gartempe se erigió ante ellos como un hilo de lana azul, extendido a los pies de los álamos por doquier, como caído del cielo. Entonces, como sus ojos y sus pensamientos tendían a ella, el río volvió a desaparecer. El rumor del movimiento de la tierra oculta se desvaneció en el silencio. Y de repente, a unas pocas decenas de metros, escucharon las invisibles aulagas del pastoreo y el murmullo del río. Era un sonido similar al susurro lejano de la multitud. Sus movimientos eran extraños y Gartempe de repente estaba allí."

Jean Blanzat
La Gartempe
















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