Antonio Bórquez Solar

El arco iris

Los colores del arco iris
de los cielos siete son
como siete en la semana
son los días que hizo Dios,

como siete son las notas
de la pauta del cantor…
Los colores del arco iris
de los cielos siete son.

De un topacio es su amarillo
y su rojo es de rubí,
su violeta es de amatista
y su azul es de zafir

y su verde es la esperanza
de un alado querubín…
los colores del arco iris
el buen Dios los hizo así.

Cuando pase la tormenta
y brillante sale el sol,
en los cielos el arco iris
da su risa y su fulgor;

y en los campos se sonríe
el cuitado labrador,
cuando pase la tormenta
y brillante sale el sol.

Antonio Bórquez Solar



Mi gato

Mi gato pequeño
va siempre con sueño
y duerme de día,
acaso pensando, con gran alegría,
en todas las ratas que va a manducar.

Se tiende a la orilla
del fuego que brilla
y allí runrunea,
y en tanto que el fuego brillante chispea
el gato dormido se pone a roncar.

Después de algún rato,
miau miau, dice el gato.
Se lame el bigote
si escucha el chillido de algún pericote
que allá en la despensa corriendo pasó.

De noche, en acecho,
está bien derecho;
si pasa una rata, al tiro la pilla,
le clava las garras y ¡zaz!... ¡la mató!

Antonio Bórquez Solar



"Y en esta soledad, circuida de esclavos, es decir, de bestias. Ni látigos con púas de alambres, ni marcas candentes, ni la muerte de hambre en los cepos... apenas si las agonías que producen me causan, al contemplarlas, una leve voluptuosidad. ¿Es que acabaron para mí los placeres de la vida? Pero ¿qué placeres tiene la vida? ¿Los del amor? Engañosos son, vanos, fugaces... y hay que tomarlos en la sombra y en el silencio como el ladrón la hacienda ajena.
Al verme ahora vieja, con los senos nacidos, obesa, balanceándome al andar, yo que fui más derecha que un huso, me enciendo en ira y me dan ganas de matar. ¡Ah! poco disfruté de mi juventud y de mi hermosura Pero ¡cómo! si todo el mundo estaba conjurado contra mí... todo el mundo no: la vejez, la fealdad, eternas envidiosas del amor y del placer por inalcanzables cuando las carnes se hacen blanduchas y se apaga el ardor de la sangre. Sí, predican la castidad y el decoro cuando ya no tienen fuerzas para continuar en la crápula.
Esta noche tan hermosa es una mofa cruel a mi soledad y a mi impotencia para el amor, el único goce de la vida; para el amor, del cual han hecho un crimen y yo no sé por qué... ¡Qué recuerdos de otras noches cuando también subía a los cielos, ágil y discreta, la luna con su modestia luminosa! Entonces mis cabellos eran finas espigas doradas, hoy grises hilazas de cáñamo: mis ojos azules lucientes, hoy hondas cisternas obscuras
Ni mis riquezas ya me sirven. ¡Pero si nunca me sirvieron sino para poner muralla de oro en los oídos de los oidores...! Mis días serán, pues, más y más negros; no, más y más rojos, porque apuraré en carne esclava la voluptuosidad del dolor. ¿Yo sufro? Entonces que todo el mundo sufra. Mi desencanto, mi hastío, mi odio, han crecido como ríos salidos de madre.
Hermosa noche, luna de brillante plata, aurora rosada, olorosa rosa, amor columbino, me insultáis con vuestra belleza y con vuestra inocencia; y yo os odio y os maldigo. .. Mi destino ha sido amar, odiar y matar."

Antonio Bórquez Solar
La belleza del demonio: la Quintrala









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