Buddhadeb Bosu

Amor y muerte 

1. 

Como un niño pobre de pie frente a las puertas de un teatro,
un pie en la calle, el otro en los peldaños de mármol,
con ojos tristes de ansias mira el hermoso palacio
y maldice a su propia indigencia con lo profundo de su aliento:
las horas pasan, el auditorio se sumerge en la oscuridad,
el escenario está iluminado, el aire vibra con poesía y música–
a través de sus impacientes oídos, las melodías alcanzan su espíritu
como una obertura de ensueño, y su mente está en la alta marea de la alegría: 

aun así, amor, todo lo que he tenido hasta ahora en mi vida
es solo un vistazo de ti, ¡el roce de tu dedo!
Sin embargo, ya la tierra está a mis pies, el firmamento es el anillo de mi dedo,
y asombrado, pienso en aquella cosa cuya más leve insinuación
trae nacimientos y muertes en instantes, y en lágrimas levanta mares–
su entera revelación, ¡qué milagro debe ser!

Buddhadeb Bosu




"¿Quiénes sois? Parecéis mujeres del pueblo. ¿Por qué os aglomeráis a las puertas de palacio? ¿Por qué razón habéis venido a la capital? ¿Para qué preguntar? ¿Acaso hay en el reino de Anga alguien que no sepa que las esperanzas son ilusiones y nuestras metas, espejismos? Escuchad, muchos han traspasado estas puertas antes que vosotros, pero regresaron con las manos vacías y el recuerdo de tan fatigoso e inútil viaje. Los graneros están vacíos. Incluso se dice que en el pueblo de Tilangu tres brahmanes comieron carne de cuervo.
La primera de las mujeres: Habíamos venido únicamente a preguntar por la salud de nuestro rey.
Segunda cortesana (tras intercambiar unas miradas). Así que el rumor ha llegado a vosotras. No es más que el fecundo delirio de una mente desquiciada. Nadie ha de dar crédito a ese vil infundio sobre la salud perentoria del monarca. No hay ningún mal que pese sobre el rey Lomapada, salvo que su corazón está lleno de un profundo pesar.
Las mujeres (al unísono): ¡Victoria para el rey!
La segunda cortesana: Recordad lo poco abastecidos que están los graneros reales y que su alma inmortal continúa latiendo. Pero si le preguntáis por dos puñados de grano en lugar de uno, no será capaz de evitar a los mensajeros de Yama. Recordad, es mejor tener el vientre medio vacío que lleno en los tiempos de crisis. La abstinencia es sabiduría en los tiempos de hambruna. Recordad, incluso los Munis recomiendan una dieta frugal. Ya habéis oído todo lo que había que decir. ¡Volved!"

Buddhadeb Bosu
El asceta y la cortesana


"Tras arreglarme adecuadamente para la ocasión, subí al Morris de color crema de Ramen y, un rato después, llegamos a casa del señor Dutta. El concierto de voces que dio la bienvenida a Ramen decayó al verme a mí. Muchos de ellos se me quedaron mirando con una expresión que decía: pero ¿quién diantres es este tipo? De inmediato, el señor Dutta se encargó de las presentaciones, anunciando primero mi nombre y luego, uno a uno, el de los demás; tarea no tan sencilla como pueda parecer, pues había al menos veinte personas repartidas por la habitación en pequeños grupos, y en algún caso incluso resultó difícil atraer su atención.
No me había equivocado. Esta reunión era algo absolutamente distinto a lo que yo estaba acostumbrado. No había experimentado nada en mi vida que se le pudiera comparar. ¿Cuándo había visto yo tal cantidad de jóvenes hermosos y elegantes en una habitación tan bien iluminada? Sus risas, sus conversaciones, su porte, las miradas fugaces que lanzaban a su alrededor, e incluso el más leve movimiento de sus manos, todo indicaba que se trataba de ciudadanos de un nuevo mundo audaz y brillante, un mundo cuya existencia ni siquiera sospechaban en la facultad de Medicina. O al menos ésa fue la impresión que tuve ese día; a medida que los fui conociendo mejor me di cuenta de que muchos de ellos eran tan normales como el resto de nosotros. Era sólo que su envoltura parecía brillar más.
Al minuto de entrar ya había perdido a Ramen. Todo el mundo le requería: primero este grupo, luego ese otro; a veces lo veía sentado, otras de pie, y en ocasiones medio inclinado; siempre con una sonrisa en los labios y comunicándose no sólo con las palabras, sino también con la expresión de los ojos. Ramen era extrovertido por naturaleza, carecía de inhibiciones; a causa de su buena apariencia, ninguno de sus actos parecía desentonar jamás. Allá donde fuéramos siempre se convertía en el alma de la fiesta, y aquí también era el centro de atención. Todo el mundo parecía tener algo que decirle en privado, incluso la señora Dutta habló con él en voz baja junto a la ventana durante casi diez minutos.
El señor Dutta llevaba un rato intentando comenzar el ensayo pero la conversación no parecía que fuera a terminar nunca. Mientras tanto, sirvieron té, acompañado de algunos aperitivos elegantes. La primera vez no hubo suficientes para todo el mundo, y aunque yo no era más que un invitado, me hice con algunos rápidamente."

Buddhadeb Bosu
La mujer de mi vida


Tú eres de esta vida, pero eres más que la vida.
El sufriente banco de arena de la vida asido al mar del sueño–
en su arena tus pululantes huellas vas dejando
y con esas marcas las insignias de la vida inscribes.
Donde todo es transitorio, irreal –eres la luz de la estrella polar.
Aquellos que, en la cueva de la muerte, han descubierto a Dios,
cuyas frágiles vidas cuelgan de lo insoportable, con las raíces de la esperanza–
tú, firme y estable, eres la verdad sobre su tribuna de mentiras. 

Un trozo de carne es el hombre –una olla de limo, una pila de impulsos primordiales,
hasta que vienes y lo levantas, lo estremeces;
es cuando viertes tu vino que la forma cristalina del hombre aparece–
por todo el borde de la copa de la vida que el vino efervesce.
Espumosa locura –desperdicio sin comparación–
hasta que por fin en la oscuridad de la sangre el cielo brilla y un fuego arde.

Buddhadeb Bosu







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