Caritón de Afrodisias

"Calírroe, en principio, se sintió impulsada, de ser posible, incluso a arrancarle los ojos al que intentaba seducirla, pero como mujer instruida y sensata, reflexionando rápidamente tanto sobre el lugar, como quién era ella y quién el que le hablaba, transformó su cólera y luego empleó la ironía con el bárbaro, diciéndole:

-¡Que no enloquezca así para creerme digna del Gran Rey! Yo soy igual que las sirvientas de las mujeres persas. Y tú, te lo pido, ya no hables sobre mí delante de tu amo. Pues aunque no se encolerice de inmediato, después de esto se enojará contigo, cuando reflexione que sometiste al amo de toda la tierra a una esclava de Dionisio. Me admira cómo siendo tú el más inteligente, no reconoces la bondad del Rey, porque no ama a una mujer infortunada, sino que la compadece. Dejemos por tanto de hablar, no sea que alguien nos calumnie ante la reina.

Y ella se alejó a la carrera, y el eunuco se quedó con la boca abierta. Pues educado de tal modo en una gran tiranía, creía que no había nada imposible, no sólo para el Rey, sino ni para sí mismo."

Caritón de Afrodisias
Quéreas y Calírroe (IV, 5, 8-10)



"El argumento agradó a Calírroe, y entonces se calmó su prisa. Pero en cuanto llegó a la ciudad comenzó a construir en un lugar elevado, a orillas del mar, una tumba en todo igual a la suya de Siracusa, en forma, tamaño y riqueza, y también ésta, como aquélla, para un vivo.
Después que se acabó la obra, rápidamente gracias a los abundantes gastos y la gran cantidad de obreros, quiso hacer un simulacro de entierro. Se anunció el día convenido, y en él se reunió una multitud no sólo de milesios, sino también de casi toda Jonia. Y estaban también presentes dos sátrapas que habían llegado oportunamente, Mitrídates de Caria y Fárnaces de Lidia. Su pretexto era honrar a Dionisio, pero la razón verdadera era ver a Calírroe, pues era grande la fama de la mujer en toda el Asia y había llegado hasta el Gran Rey el nombre de Calírroe, superando al de Ariadna y al de Leda. Y ellos entonces la encontraron superior aún a su fama.
Avanzaba, en efecto, vestida de negro, con los cabellos sueltos, y con el rostro resplandeciente y los brazos desnudos se mostraba superior a las muchachas de blancos brazos y a las de hermosos tobillos que describe Homero. Y ninguno de los demás podía soportar el fulgor de su belleza, sino que unos volvían la cabeza como deslumbrados por los rayos del sol, y otros incluso se prosternaban. E incluso los niños sufrían su influjo."

Caritón de Afrodisias
Quéreas y Calírroe


"La alabanza entristecía a Calírroe, y no era algo impredecible lo que iba a ocurrir. Después de que fue lavada y peinaron su cabello, le trajeron vestidos limpios. Pero ella decía que esto no convenía a una recién comprada:

-Dadme una túnica de esclava, ya que incluso vosotras sois mejores que yo.

Entonces se puso uno de los vestidos que encontró. Pero también éste la favoreció, y parecía suntuoso, iluminado por su hermosura."

Caritón de Afrodisias
Quéreas y Calírroe


"-¡Oh señora, al contemplar a Afrodita, creerás estar viendo una imagen de ti misma!

Y al escucharla Calírroe se llenó de lágrimas y se dice a sí misma:

-¡Ay de mi desgracia! También aquí es diosa Afrodita, que es causa de todos mis males. Sin embargo, voy a ir [a su templo], pues quiero reprocharle muchas cosas. […] Luego de prosternarse y de tomar los pies de Afrodita, dice:

-Tú fuiste la primera que me mostraste a Quéreas y, habiéndonos unido en un feliz yugo, no tuviste cuidado de él, aunque nosotros te honramos. Y puesto que así lo quisiste, pido de ti sólo una gracia: no hagas que yo atraiga a nadie después de él. […] Así pues Calírroe, liberada de los piratas y del mar, recuperaba su belleza singular, de modo que los campesinos la admiraban, viéndose más hermosa cada día."

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Quéreas y Calírroe








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