Jean Seignalet

"Conocí a Guy-Claude Burger en 1983, en una conferencia que dio en Montpellier. Me impresionó su inteligencia, su cultura, la amplitud de sus palabras y me interesó mucho la sorprendente teoría que presentó. Durante dos horas le hice preguntas sobre bioquímica, genética e inmunología, ramas que me son familiares. Me respondió satisfactoriamente y no encontré ningún defecto en su presentación. Cinco años después, a pesar de un estudio cuidadoso y detallado de sus publicaciones, todavía no he detectado ningún defecto. [...] Acepté escribir este prefacio porque estoy convencido de que el trabajo de Burger está relacionado con la medicina clásica. De hecho, tal como aquí se presenta, la instintoterapia se basa en un riguroso enfoque científico."

Jean Seignalet



"Desde los comienzos de la humanidad, nunca han faltado regímenes alimenticios. Pero pocos están basados en teorías científicas comprobadas. Entre todos estos regímenes, he seleccionado el de la Dra. Catherine Kousmine, el de Guy-Claude Burger y el del Dr. Jacques Fradin. Los dos primeros han establecido la relación entre las modificaciones alimenticias a lo largo de los siglos y la aparición de ciertas enfermedades raras en otro tiempo. Y el Dr. Jacques Fradin demuestra que, además de la predisposición genética de cada uno, los factores ambientales son dominantes en el 90% de las enfermedades. A partir de estas constataciones, cada uno ha elaborado su régimen."

Jean Seignalet



"Dos de cada tres cánceres dependen de la alimentación. ¡Atención! Distingo los cánceres hereditarios de los cánceres adquiridos. Los primeros están relacionados con anomalías genéticas, tales como ciertos cánceres de mama o de colon. Por el contrario, los cánceres adquiridos (cerca del 95%), incluso si se han encontrado genes predispuestos, son esencialmente provocados por ciertos factores ambientales: la alimentación, el tabaco, el amianto o los virus en el caso del cáncer de cuello de útero, por ejemplo."

Jean Seignalet



El Régimen Ancestral, Original o Hipotóxico

1. Cereales. Se prohíbe el consumo de cereales, en su mayoría incompletos, sometidos a mutaciones transgénicas y, generalmente, manipulados desde la siembra. Deben eliminarse de la dieta porque son peligrosos a causa de la estructura de sus proteínas y, además, se consumen cocidos u horneados a altas temperaturas. El trigo se prohíbe en todas sus variedades (excepto el trigo sarraceno, también llamado trigo negro o alforfón), así como el maíz, la cebada, el centeno y la avena. Por lo mismo, hay que desechar todos los productos hechos con harina de estos cereales: pan, picos, pastas, galletas, bollería, etc., y aclarar que el pan integral se considera aún peor que el clásico, ya que está más cocido. El arroz puede tomarse porque ha permanecido en su forma salvaje prehistórica y la experiencia clínica demuestra que muy raramente es nocivo (ver más información en Los cereales).

Nota:
En relación a los efectos nocivos de los cereales, y aunque se mantiene lo expuesto por Seignalet, debo añadir que contrastados estudios nutricionales de estos últimos años -que comparto totalmente- consideran el gluten  (el conjunto de proteínas, en especial la gliadina en el trigo, hordeína en la cebada, secalina en el centeno, avenina en la avena, etc.), por estar sus cantidades muy aumentadas respecto a las variedades originales, bastante más perjudicial que lo fuera antaño, muy en particular por su alta incidencia en la permeabilidad intestinal y graves consecuencias patogénicas relacionadas. Debe pues, en general, evitarse por completo su ingesta, y los afectados por reumatismos del tipo de las espondiloartropatías evitarlo muy rigurosamente (como si fueran celíacos). El maíz, aunque no contiene gluten, está prohibido por sus innumerables hibridaciones y manipulaciones transgénicas. La soja se debe elegir la no transgénicas ni manipulada.

A continuación expongo una lista de cereales y plantas afines que no contienen gluten y son admitidos en el Régimen: Arroz, Quinoa, Mijo, Soja, Sésamo, Chía (Salvia hispánica), Alpiste, Amaranto (Kiwicha), Trigo sarraceno (Alforfón), Sorgo, Teff...

2. Leche y derivados lácteos. Queda prohibido el consumo de cualquier leche animal (vaca, cabra, oveja u otros), así como sus derivados, mantequilla, margarina, queso, nata, batidos, etc. Las proteínas de la leche animal tienen una estructura primaria diferente de las proteínas humanas y resisten la acción de las enzimas y de la flora bacteriana. Por eso el resultado de su ingesta suele ocasionar una mucosa intestinal deteriorada. "Ni siquiera se aprovecha su calcio -dice Seignalet-, porque una vez en el tubo digestivo la mayor parte es precipitado en forma de fosfato de calcio y expulsado a través de las heces fecales." (ver más información en La leche y los lácteos). Seignalet aconseja sustituirlos por productos de soja, pero ¡ojo!, no siempre son recomendables (hay un artículo sobre la soja en La soja: verdades y mentiras).

Nota:
Aunque Seignalet prohíbe todo los derivados lácteos, se puede admitir el yogur por tratarse de un probiótico de leche fermentada (con la fermentación la lactosa se pierde y las proteínas sufren modificaciones que las hacen más sencillas y digeribles). Se aconseja sobre todo los BIOS, con alto contenido de bacterias acidolácticas que contribuyen a equilibrar la flora bacteriana. Mejor los Bios -"vivos" o activos- que los pasteurizados (estos yogures también los hay de soja). En cuanto a sustitutos de la leche, actualmente se encuentran leches (en realidad, se llaman "bebidas") de arroz, de almendras, de avena, de coco, etc., agradables de tomar y mucho más aconsejables (ver más información en El yogur).

3. Azúcar. El azúcar blanco o refinado debe ser descartado. El azúcar integral o el de caña -más ricos en potasio, magnesio, calcio, fósforo, hierro y vitaminas-, se podrían admitir, pero en pequeñas cantidades y prestando atención a la forma en que han sido elaborados (son muchos los compuestos por azúcar blanquilla y un jarabe para darle color, denominados azúcar moreno). También deben excluirse todos los edulcorantes químicos y endulzantes artificiales (muchos de ellos más nocivos que el azúcar). Una alternativa es la miel (ver Nota), si bien, en los últimos tiempos se ha puesto en el mercado un endulzante natural proveniente de una planta, la Stevia, que puede ser utilizado sin problemas. Suelen presentarla en hojas, polvos, jarabe, etc. Pero a tener en cuenta que se están comercializando en parafarmacias e hipermercados comprimidos de Stevia que contienen agentes de carga (Carboximetilcelulosa sódica reticulada) y otros químicos de dudosa aceptación para el Régimen..

Nota:
Como en las pruebas efectuadas en 2012 y 2013 he podido constatar la nocividad de los azúcares y la altísima respuesta inflamatoria del organismo con su ingesta, consideramos que también se deben tomar medidas con los que, por ser naturales, como el de caña o la miel, considerábamos más tolerables y limitarlos a cantidades que no excedan de una cucharada mediana al día. Asimismo los frutos secos o frutas desecadas como las uvas pasas, dátiles, ciruelas, etc., por su alto contenido en azúcar (glucosa y fructosa) también se deben comer con moderación (ver más información en Los azúcares)

4. Aceites. Se aconseja tomarlos crudos o cocinados siempre que sean extraídos de primera presión en frío (no refinados). Se aconseja sobre todo el Aceite de Oliva Virgen EXTRA (¡ojo!, en España y otros países sólo el virgen EXTRA es de primera presión en frío), porque aporta ácidos grasos monoinsaturados (ácido oleico), los de nuez, soja y colza, porque aportan ácido alfa-linolénico, y los de onagra y borraja porque aportan ácido beta-linolénico. Los aceites refinados se desaconsejan porque, además de contener restos químicos (entre ellos, hexano) se observa una transformación de parte de los ácidos grasos insaturados en ácidos grasos "trans" que nuestro organismo es incapaz de metabolizar, y a los que investigadores como Mann (1994) incriminan en ciertas afecciones frecuentes: hipercolesterolemia, arteriosclerosis, obesidad y resistencia a la insulina en la diabetes (ver más información en Los aceites y las grasas).

5. Margarinas y grasas de cocinar. Se deben descartar, porque en todas ellas, como en los aceites refinados, se observa que una proporción variable pasa de la forma fisiológica cis a la forma trans que no se comporta bioquímicamente como los ácidos grasos esenciales. Estos isómeros, o ácidos grasos trans, no sólo aumentan los niveles de colesterol malo (LDL) en la sangre sino que disminuyen el colesterol bueno, HDL o Lipoproteínas de Alta Densidad, provocando, además de reacciones metabólicas adversas, un mayor riesgo de sufrir arteriosclerosis y enfermedades cardiovasculares.

6. Carnes. Como criterio general Seignalet aconseja que se debe consumir la carne cruda, pero tolera que se cocine a menos de 110º C (cocinadas de cualquier forma, salvo frita), y prefiriendo las de buey, ternera, lechazo y caballo, ya que son más fáciles de consumir crudas. Las de cerdo o cordero, y las de pollos y conejos de cría intensiva,  aun cuando no las prohíba, le producen cierta desconfianza porque suelen ser alimentados de forma artificial, además de ser menos apetecibles crudas. Los de campo y criados en libertad se pueden aceptar por su mayor calidad nutricia.

Nota 1:
Considerando la dificultad que puede suponer para cualquier persona ingerir las carnes crudas, y, además, prevenir posibles contaminaciones microbianas, proponemos que se cocinen salteadas, o sea, cortadas a trozos pequeños y puestas en una sartén con aceite de oliva virgen extra, unos ajitos, algo de sal y algunas especias. Con sólo unos minutos están buenas para comer. De la misma forma se pueden hacer cortadas en filetes, con sólo vuelta y vuelta si son finitos y un poco más si son más gruesos. Estaremos aprovechando mejor las propiedades de la carne si los dejamos poco hechos (ver más información en La cocción de los alimentos).

Nota 2:
En general -y hasta ahora-, casi todas las carnes que encontramos en el mercado son de animales de cría intensiva en baterías o espacios reducidos, alimentados con piensos de dudosa composición y no naturales y sometidos a prácticas veterinarias en las que sobran antibióticos y hormonas. Por ello es imprescindible tratar de encontrar carnes de animales criados en libertad y alimentados de manera natural. Es un problema de difícil solución, pero para el que cada día se nos van ofreciendo más posibilidades.


7. Charcutería. Se autoriza el jamón serrano (sobre todo, el ibérico), el lomo en caña, los embuchados, el salchichón, las salchichas, el chorizo y, en general, todos los que se elaboran o embuten crudos, pero, ¡ojo!, deben ser elegidos sólo los de primerísima calidad, de cuidada elaboración y que no contengan aditivos. Debe excluirse toda charcutería cocinada, como el jamón cocido, mortadelas, patés, chicharrones, morcillas, etc. Se exceptúa el foie-gras, hígado de pato u oca, porque su grasa es buena para la salud (ver más información en Embutidos y embuchados y en Jamón y fiambres cárnicas).

8. Pescado.. En general, el pescado cocinado es siempre menos peligroso que la carne cocinada. Seignalet recomienda, no obstante, que se consuma crudo siempre que sea posible, por lo que sugiere buscar recetas en las tradiciones japonesas y tahitianas, por ejemplo. En todo caso, debe cocinarse durante poco tiempo y a menos de 110º C. Las conservas de pescado, Seignalet no las prohíbe expresamente, pero, entendiendo que en su mayoría se preparan cocidas y se envasan con aceites de escasa calidad, debiera optarse por pescados al natural y de la forma ya reseñada (ver más información en La cocción de los alimentos).

Nota 1:
En la mayoría de las ocasiones es obvio que el pescado necesita ser cocinado (además de su conveniencia para destruir patógenos). Para ello, una buena forma de cocinarlo es la misma que señalamos más arriba para las carnes.

Nota 2:
Si se va a comer pescado crudo hay que tomar siempre la precaución de congelarlo a -18 º C. al menos durante 48 horas para evitar el anisakis, un parásito que puede contener la mayoría de los pescados. Por otro lado, no es recomendable una ingesta excesiva y continuada de pescados -sobre todo de grandes depredadores como el pez espada, tiburón, atún, etc.-, para evitar la más que posible contaminación por metil-mercurio (forma biológica y extremadamente tóxica del mercurio) y otros metales pesados.

9. Mariscos. Crustáceos, moluscos y mariscos están todos permitidos. Se aconseja comerlos crudos (los que lo permitan) o, en su caso, mediante una ligera cocción o asado a poca temperatura.

Nota:
Gambas y langostinos suponen una opción aceptable si los hacemos cocidos con un ligero chapuzón en agua hirviendo, o bien en plancha o sartén con una ligerísima vuelta y vuelta (1 o 2 minutos). Y, por las mismas circunstancias que se señala para el pescado en la nota anterior, no es recomendable una ingesta excesiva y continuada.

10. Huevos. Se admite comerlos crudos, en salsas como la mayonesa, o bien pasados por agua, escalfados o pochados a temperatura poco elevada (menos de 100º C). Fritos o a la plancha, Seignalet no los prohíbe expresamente, por lo que entendemos que pueden admitirse, siempre que, de acuerdo a la idea general, se cocinen durante breve tiempo y a poca temperatura.

11. Verduras. Zanahorias, lechugas, tomates, cebollas, champiñones, pepinos, pimientos, rábanos, berros, apio, endibias... En general, todas están autorizadas. Mejor comerlas crudas o cocinadas al vapor. (Como la patata no la cita Seignalet, ver información en Frutas y Vegetales).

12. Legumbres secas y leguminosas. Garbanzos, alubias, lentejas, habas, guisantes... Todas pueden -y deben-  consumirse cocidas, y, de ser posible, preparadas al vapor.

Nota:
Las lentejas pueden elegirse las que no necesitan remojo. Están listas para comer con sólo 15 ó 20 minutos de cocción. Los garbanzos y alubias se deben elegir los de mejor calidad, porque les basta con 1 hora de cocción (antes de cocinarlos, se deben tener 12 horas en remojo). Las habas, guisantes y otras leguminosas, les basta con 12 a 15 minutos de cocinado (ver más información en La cocción de los alimentos).

13. Frutas frescas. Melocotones, peras, manzanas, ciruelas, albaricoque, piña, plátanos, cerezas, fresas, frambuesas, naranjas, pomelos, uvas, frutas exóticas... Todas están permitidas y pueden consumirse en gran cantidad. Se permite también la castaña y su harina (ver más información en Frutas y Vegetales).

14. Frutos secos. Se aconseja que se consuman higos, almendras, nueces, avellanas, dátiles, piñones..., a ser posible, crudos mejor que tostados, y nunca fritos (ver más información en Los frutos secos y las anotaciones hechas en Los azúcares).

15. Frutas en conserva y encurtidos. Seignalet no prohíbe expresamente la fruta conservada en almíbar u otros, como melocotón, piña, peras, etc., pero tenemos que desaconsejarla por su alto contenido en azúcar refinado. Se aconseja mejor el consumo de frutas y verduras frescas. Los encurtidos como las olivas, pepinillos, zanahorias, cebollitas, etc., pueden ser admitidos, pero prestando cuidado a sus aditivos y formas de elaboración.

16. Especias y condimentos. Todos están autorizados: sal, vinagre, cebolla, ajo, perejil, pimentón, orégano, pimienta, tomillo, mostaza, curry, plantas aromáticas... Se aconseja la sal completa mejor que la refinada, por ser más rica en minerales.

17. Otros alimentos. Se aconsejan la miel de abeja, el polen, los germinados de leguminosas (soja, lentejas, etc.). El chocolate de forma limitada (porque tiene azúcar y descartando los preparados con leche de vaca).

18. Bebidas. Se desaconsejan todas las bebidas azucaradas, las sodas y los zumos de fruta envasados, así como la cerveza porque contiene proteínas de la cebada. Se aconseja sobre todo beber agua, porque, además de su inocuidad, aporta oligoelementos y minerales. El agua mineral con gas se tolera, así como el café, el té y el mate en cantidad razonable. Se recomienda el consumo de achicoria por sus propiedades coleréticas y depurativas. Se autorizan -en dosis moderadas- todas las bebidas alcohólicas (salvo la cerveza), porque el alcohol como molécula simple no provoca respuestas de autoinmunidad ni de acumulación ni de eliminación. Además, los alcoholes preparados a partir de cereales, whisky, ginebra, vodka, etc. contienen poca proteína de las mismas al ser obtenidos por destilación. También son positivas las propiedades de vinos tintos, blancos, brandys, manzanillas, champán, cavas, etc., para dar mayor fluidez a la sangre y para eliminar radicales libres (ver más información en Las bebidas).

19. Suplementos. Si se ha llevado una dieta poco saludable durante años, se considera beneficioso aportar en los principios vitaminas liposolubles A, D, E, K y las hidrosolubles, B1, B2, B5, B6, B12 y vitamina C. (Ver Las Vitaminas y otros). Además magnesio, ya que es esencial para el funcionamiento de muchas enzimas, bien en forma de pidolato o cloruro de magnesio. En cuanto a los oligoelementos conviene ingerir hierro, zinc, cobre, manganeso, silicio, selenio, cobalto, cromo y rubidio. (Ver Minerales y oligoelementos).

También es muy importante, sobre todo al principio de comenzar el Régimen, ingerir prebióticos y probióticos en cantidades apropiadas. Se explica en la página Además del Régimen...

Otro importantísimo elemento que se debe ingerir con regularidad es el Omega-3 (EPA/DHA), un ácido graso esencial escaso en alimentos comunes y necesario -además de imprescindible para muchas funciones orgánicas- para compensar la alta ingesta de Omega-6 que encontramos en la mayoría de los alimentos. Este equilibrio es necesario porque, aunque ambos ácidos aportan propiedades, el exceso de Omega-6 inhibe la síntesis del Omega-3 y sus mayores beneficios terapéuticos. Su ingesta debe ser, preferiblemente, mediante el consumo de pescados azules, salmón, caballa, sardinas, etc., si bien se puede obtener de vegetales como la Chía (Salvia hispánica), nueces, almendras, etc. o aceites de semillas como el de linaza, onagra, sésamo, etc. Si no se tienen posibilidades de acceder a estos alimentos, se puede obtener de suplementos adquiridos en farmacias. El mejor es el de Krill.

Jean Seignalet





"He realizado un estudio sobre 1000 personas que han seguido este régimen durante cuatro años. Todos están libres de cáncer o leucemia; habían tenido un cáncer, pero se les considera curados. He tenido en cuenta todos los cánceres (salvo los de la piel, esencialmente debidos al sol), y he incluido el cáncer de pulmón con la condición que el paciente haya cesado de fumar. He verificado el valor preventivo de la alimentación comparando sobre esta población, el número «esperado»y el número «real»de cánceres aparecidos a lo largo del régimen ancestral. El número esperado de canceres se situaba en 18,42, y el número real ha sido 1. Este único caso fue la recaída de un cáncer de mama, hormonodependiente, en el cual se cometió la equivocación de no darle el tratamiento antiestrogénico.
El número de casos, tengo que precisarlo, es demasiado pequeño para permitir evaluar el papel curativo de este régimen sobre el cáncer. De lo que estoy seguro es que la dietética limpia las células que han quedado sanas, lo que les permite jugar un papel protector. Pero no cumplirá milagros en casos avanzados y muy extendidos. Además, la mayor parte de estos pacientes continúan sus tratamientos clásicos. He observado buenos resultados en un hombre con cáncer de próstata, que con el régimen ancestral ha visto bajar su tasa de PSA (antígeno prostático específico) de 15 a 5, y mantenerse en este nivel durante tres años. Y sobre una mujer afectada de un cáncer de colon con metástasis hepática. Después de un año de dietética, la metástasis disminuyó y pudo ser extirpada quirúrgicamente. A los tres años, le había remitido el cáncer completamente. Pero, haría falta muchos más casos para apreciar realmente el valor curativo del cambio de alimentación. Este régimen permite en todos los casos soportar mejor la quimioterapia. Probando este régimen, las personas no corren ningún riesgo, es perfectamente equilibrado y no acarrea ninguna carencia. La dietética aparece como un instrumento muy interesante a utilizar."

Jean Seignalet



"La alimentación moderna actúa sobre un órgano clave, el intestino delgado, aportando moléculas que nuestras enzimas no pueden degradar. Grandes moléculas de origen alimenticio se acumulan en la luz digestiva (el interior del intestino). Se modifica entonces la flora bacteriana, que se convierte en una flora de putrefacción. Algunas bacterias, más o menos patógenas, son destruidas por las respuestas inmunitarias locales, liberando grandes moléculas de origen bacteriano. Todo esto agrede la mucosa del intestino delgado y puede hacerla demasiado permeable. Entonces, las grandes moléculas, alimenticias y bacterianas, atraviesan la barrera intestinal y entran en la sangre. Se depositan en diversos tejidos y atascan el organismo. Este atascamiento impide a las células sanas y al medio extracelular, ejercer sus efectos reguladores sobre las células en vías de cancerización. Por otro lado, el proceso puesto en marcha por el organismo para depurar el medio extracelular de las macromoléculas que estorban, genera radicales libres. En mi opinión, la intoxicación intracelular es la razón principal de la cancerización de las células. Algunas macromoléculas extranjeras molestan progresivamente, bloqueando el funcionamiento de diversos mecanismos y la acumulación de desechos rompe ciertos equilibrios fisiológicos. Estoy persuadido que este envenenamiento prolongado de la célula termina por acarrear alteraciones del ADN nuclear y provocar anomalías genéticas que conducen al cáncer."

Jean Seignalet



"Me he curado de una grave depresión nerviosa imponiéndome un régimen alimenticio que excluía los cereales y los productos lácteos, y que era rico en productos crudos. Al cabo de cinco meses, sentí que me volvía la calma y, algunas semanas más tarde, volví a dormir bien y a tener un funcionamiento cerebral normal. Entonces me di cuenta, después de muchos años, que sufría porque me alimentaba mal. La alimentación forma parte integral de la medicina y es algo más que el «menos sal para los hipertensos y menos azúcar para los diabéticos». Como soy por naturaleza curioso, y la mayor parte de las enfermedades tienen un origen misterioso, decidí experimentar con mis pacientes. He buscado comprender científicamente cómo una alimentación inadaptada podía acarrear una patología. Y cómo preparar un régimen eficaz y práctico para curarse. No tengo ninguna duda sobre este tema: la alimentación es a la vez preventiva y curativa."

Jean Seignalet


"Que no crean (mis colegas) en esta teoría o incluso que les sea indiferente, puedo comprenderlo. Lo que me sorprende más, es que no quieran experimentarlo. Yo he cumplido con mi deber exponiendo mi teoría y no busco reconocimientos especiales. Yo trato gratuitamente a las personas, hago una docena de conferencias cada año para transmitir mis ideas a los médicos y al público en general."

Jean Seignalet








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