Mario Camelo

 ¿A dónde vas muchacho?
A ninguna parte.
 Aquí estoy moviendo las montañas,
Y las estaré moviendo para siempre.

LITERATURA MAYA DE GUATEMALA


El sol brillará de nuevo en tu garganta,
En tu pecho, en tu frente,
  Antes que la noche de las noches
  Descienda sobre tu raza, tus pueblos,
Y todo será humano: el grito, el salto,
El sueño, el amor, la comida.

SABIDURÍA INDÍGENA

Esto fue profetizado:
Dispersados serán por el mundo
las mujeres que cantan,
Y los hombres que cantan
Y todos los que cantan.
Canta el niño,
Canta la vieja,
Canta el viejo,
Canta el hombre
Y la mujer joven.
Será asesinado
El encantador del agua,
Devastada la ciudad
Donde vive el hombre.
En brea hirviente ahogarán
Al despertador de la estrella de la mañana.
Soga tendrán,
Tendrán fuego
Para los Príncipes legítimos.
Sonará el atabal,
Sonará la sonaja,
Cuando lleguen,
los malditos.
De espanto
Y guerra
Será su sustento,
De guerra
Es su bebida,
De guerra
Es su andar,
De guerra
Su corazón
Y su voluntad.
El pensamiento,
De noche,
Será pecado de noche.
El pensamiento,
De día,
Será pecado de día.

De culpa
Es su palabra,
De culpa
Es su boca,
De culpa
Es su mirada,
Que caerá encima
Como aguijón
Contra los ojos.
Sus tratos
Serán tratos de discordia.
Su pan
Alimento envenenado.
Cambiarán entonces vuestras vendas
Con que los bravos ciñen la cabeza,
Cambiará vuestra ropa,
Cambiará el blanco de las vendas
Con que las mujeres ciñen la cintura,
Cambiarán los colores blancos de vuestras ropas,
los malditos.

Usurpando
Gobernarán en las ciudades celestes,
En Chichén itzá – a la orilla de los pozos –
Gobernarán disfrazados con piel de jaguar:
Codiciosos señores.
Entonces
Habrá muerte súbita
Y grandes montones de calaveras.
Extendido por todos los pueblos
Empezará el gobierno dañoso
Que hará llorar el cielo
Y llenar de pesadumbre
El pan maíz del Katún.
Está dicho
En el CHilAM BAlAM de Chumayel.

Mario Camelo


La mujer es liquen nuevo

La mujer es liquen nuevo,
Provincia donde Dioses y hombres
Crean un pacto lento y precario.
Ella separa lo superfluo de lo salobre
Por boca de profetas.
Forja anclas hechizadas
Para los rumbos del hombre:
Anuda sus distancias, orienta
lo antiguo y torpe que deambula en él
Hacia regiones donde el asombro halla reposo,
Adquiere propiedades de la miel.
Ayuda a los goznes a soportar el peso del desierto
Que se extiende desde las ventanas de la casa infinita.

Mario Camelo


Luna de las iguanas

1
Procedo de siglos de errancia,
Hambrunas y derrotas guerreando en los  confines.
Delante de mí un gran rumor de aguas  subterráneas
Atravesadas por un solo pensamiento,
Como un vasto fluir de limo que en su peregrinación
Llena de voces la memoria de los sacrificados.

Entro al mar, un linaje sin edad me obliga,
Avanzo toda luz extinta como un navío  corsario
En silencio las campanas y los pitos,
Sordo a mis largas acomodaciones.
Debo portar mi parcela de tiempo al Señor de los sueños
Sin agravar el peso invisible de mi frente, Sin usurpar mi espacio entre los vivos.

Mario Camelo


2
Desato las sandalias sobre la arena
Y me libro al mar : exigen que olvide,
Que abandone mis iras delictuosas,
La cuenta macisa de mis muertos.
Debo gritar ?
Vestirme con las alhajas de la locura
Como un leproso coronado de perlas ?
Una mujer fértil
Presta a todos los trances y revelaciones
Me observa desde su rosa náutica,
Y temo que su sombra profética se pierda
En la noche si trasgredo los lindes.

Mario Camelo


9
I
He amado y abominado la noche
Y es materia para sospecha.
He aprendido lenguas como una ascesis de silencio
Queriéndolo poroso como la siringa
Donde soplan los cantos de pueblos magos o salvajes,
También lo he querido perfecto como el ágata
Que contuvo pociones y aceites para la Dama
De labios extendidos entre dos mares.
Es verdad que he pescado en el ojo del adivino
Y dado caza al ciervo blanco
En lo más íntimo del sueño,
Indagado la genealogía de la Voluspa,
De los Hiperbóreos y de los Salmistas.

Y caído en la trampa del dios
He gritado sobre los muertos
Sin que sus venas se prolonguen,
Sin poder exorcisar la horda de impiedades
Que va saqueando cada olvido.

II
Perdido el paraíso inventamos las palabras,
Pero nuestras manos no tocaron nunca
Los ojos de Eurídice.
Lo que el verbo toca se deshace
Y mi verso no salva de la muerte.
Condenado estoy a errar por edades
De opulentos manuscritos
En cuya acidez va diluyéndose mi sombra,
Que creí mía,
Como al destino afortunado sus ofrendas.

III
Errante el cielo, el mar, y yo errantes,
Y los fósiles marinos
Depositados como máscaras
U exvotos sobre los playones.

Paso por la mañana de la tierra
Con una sangre muy roja
De una tarde a otra
Saltando sobre mis sombras

Mario Camelo


44
Lo que se sumerge y de repente se detiene
Con inaudible eco baja escalas verdes
Hasta el amplio recinto de las fuentes
Vigiladas por hechizos.
El agua circunda cada misterio
Con un aliento y un intento de reserva.

¿ Qué yerra lento y somnoliento ?
Una isla de maravillas anegadas aparece en la memoria... Lo que preludia desconcierta,
Irrita cada intento de pintar un rasgo,
Sumerge todo en atisbos de olvido.

¿ Por qué la espuma no alcanza la mano,
No la toca meciendo el murmullo que resta ?
¿ Es aquí donde quise venir,
A este fondo húmedo
Donde soplan distancias contrarias ?
Cómo vivir con la certeza que cada sílaba es pérdida,
Una transparencia ahogando fronteras
Que nunca alcanzo ?

Mario Camelo












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