Poggio Bracciolini

“Cada hombre espera su hora destinada; incluso las ciudades están condenadas a su destino. Pasemos nuestro tiempo libre con nuestros libros, que nos distraerán de estos problemas y nos enseñarán a despreciar lo que muchos desean... A veces estoy libre para leer, libre de toda preocupación por los asuntos públicos... Yo vivir libre tanto como pueda.
-La libertad aquí no tiene nada que ver con la libertad política, ni una noción de derechos o la licencia para decir lo que [Poggio] desea o la capacidad de ir a donde [Poggio] elija. Es más bien la experiencia de retirarse interiormente de la presión del mundo y encerrarse en un espacio aparte.”

Poggio Bracciolini


“En la corte romana generalmente prevalece la buena fortuna, y rara vez hay lugar para el talento o la honestidad; todo se obtiene a través de la intriga o la suerte, sin mencionar el dinero, que parece tener una influencia suprema en todo el mundo.”

Poggio Bracciolini



“Este año, la naturaleza ha producido varios monstruos diferentes en diferentes lugares.”

Poggio Bracciolini




“Estoy decidido a no asumir el oficio sacerdotal, porque he visto a muchos hombres a quienes he considerado como personas de buen carácter y disposiciones liberales, degenerar en avaricia, pereza y disipación, como consecuencia de su introducción en el sacerdocio.”

Poggio Bracciolini



“Los hipócritas son de todas las especies del mundo los peores.”

Poggio Bracciolini



“Pasemos nuestro tiempo libre con nuestros libros, que nos distraerán de estos problemas y nos enseñarán a despreciar lo que mucha gente desea.”

Poggio Bracciolini



"Pedro, un paisano mío, me contó una vez una historia ridícula y digna de la astucia femenina. Él tenía «trato» con una mujer casada con un labriego no muy avispado, que casi siempre pasaba la noche fuera, en el campo, para evitar a sus acreedores. En una ocasión en que mi amigo estaba en casa de la mujer, al amanecer volvió el marido de improviso. Entonces, ella, después de colocar al adúltero debajo de la cama, se fue hacia su esposo y le reprendió severamente por haber vuelto, acusándolo de querer pasar el resto de su vida en la cárcel. «Ahora mismo -le dijo- te han estado buscando por toda la casa los guardias del magistrado para cogerte y llevarte a prisión. Cuando les he dicho que sueles dormir fuera, se han ido y han amenazado con volver dentro de un rato». Aterrado, el hombre buscaba el modo de escapar, pero la puerta de la ciudad ya estaba cerrada. Entonces, le preguntó ella: «¿Qué vas a hacer, infeliz? Si te cogen, estás perdido». Cuando él, temblando, le pidió consejo, ella, que ya había tramado un engaño, le dijo: «Sube al palomar y pasa en él la noche, que yo cerraré la puerta desde fuera y quitaré la escalera, para que nadie pueda sospechar que estás ahí». Él siguió el consejo de su esposa y ella, después de echar el cerrojo para que el marido no tuviera posibilidad de salir y después de quitar la escalera, sacó de su escondite al amante y ambos simularon que los alguaciles del juez habían venido de nuevo con muchos y violentos soldados y que la mujer estaba muy asustada y defendía a su marido, mientras éste estaba escondido muerto de miedo. Cuando por fin se acalló el alboroto, se metieron los dos en la cama y se dedicaron esa noche a faenas de Venus, mientras el cónyuge estaba escondido entre las palomas y su excremento."

Poggio Bracciolini
Libro de chistes









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