Walter Alva

"Creo que la comparación de la tumba del Señor de Sipán con la de Tutankamón es periodística. Cada una tiene su propio contexto. Comparten el clima desértico o el esplendor de sus soberanos… en Sipán se pudo comprobar eso, que un gobernante en el antiguo Perú tenía un esplendor extraordinario con sus ornamentos, sus joyas, sus símbolos de poder. Y también fue sepultado pensando en la eternidad, con sus acompañantes, con todos sus bienes terrenales que según sus creencias deberían seguir usándose en el mundo de los muertos. Pero bueno, cada cosa en su contexto histórico, en su tiempo y en su espacio."

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"Después de Sipán se ha encontrado la tumba de la señora de Cao, que es una mujer de la nobleza que tuvo también poder, aunque no podemos decir que fuera una gobernanta. Y de otras culturas, se han encontrado los restos de una mujer en la misma región donde trabajo que se le llama la Dama de Chornancap, que también tenía ornamentos y un ajuar funerario suntuoso."

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"Dos mil años me contemplan. El pasado me está mirando a la cara."

Walter Alva
Frase que pronunció tras toparse de bruces con la máscara de oro del Señor de Sipán



 "El Señor de Sipán fue un gobernante de la cultura mochica que se desarrolla en el norte del Perú entre los siglos I y VII de nuestra era. Era el gobernante de uno de los diez valles que forma el espacio de esta cultura, una típica cultura de oasis, que vivía de la irrigación artificial del desierto. Como era el gobernante de un valle le hemos llamado Señor, porque solo manejaba uno de estos señoríos. En cada valle debía de haber un gobernante. Por eso pensamos que seguramente se pueden encontrar muchas tumbas de esta cultura. Después ya vino el imperio Chimú, que fue mucho más extenso, y posteriormente los incas. Las tumbas de los incas y de los emperadores Chimú, como eran más reconocibles, fueron saqueadas en la época de la colonia en busca de oro. Hay documentos de la época colonial donde se puede ver como se organizaba la extracción del oro, eran casi como empresas mineras. Se les concedía un permiso real y a cambio tenían que pagar la quinta parte de lo que encontraran. Por eso había pocas esperanzas de que hubiera tumbas aún intactas, pero como las de los mochicas estaban ocultas, probablemente hay otras. Por fuera se veía un monumento, y muchos de ellos fueron excavados, pero las tumbas estaban abajo y en un lado, escondidas."

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"En 1987 se vivía una época de crisis en el Perú muy seria, con pérdida de autoridad, Sendero Luminoso actuando en el campo, una crisis económica galopante… era el campo propicio para que los traficantes promovieran el saqueo y los campesinos pobres pensaban que buscar tumbas era una forma de sobrevivir. Había un saqueo intensivo. En ese tiempo, además, no existían muchos arqueólogos en el país. En el lugar donde yo trabajaba, en la región de Lambayeque, era el único para una extensión bastante grande. Nos enteramos de que estaban saqueando aquel sitio porque la gente no tuvo ningún reparo en robar en monumentos que estaban incluso cerca de la población. Decidimos intervenir sin ningún tipo de recursos, pero era la única manera. Era eso o dejar que las cosas pasaran y al cabo de algunos años nos enteraríamos de que había joyas en el mercado de antigüedades maravillosas y nadie sabría cómo fueron encontradas. Ha pasado en los últimos 80 años en el Perú. A veces nos enteramos de lugares arqueológicos que han sido saqueados porque salen objetos incluso en museos del extranjero. El mercado negro actúa de una manera muy rápida."

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"En una entrevista me preguntaron: "¿Qué va a pasar cuando usted se muera y se encuentre con el Señor de Sipán? ¿qué le va a decir?" Le diré que he cumplido mi misión de salvarlo de la destrucción. No había otra manera. Si no lo hubiera hecho, sus huesos estarían despedazados y sus bienes en manos de 20 o 30 coleccionistas. La tumba del Señor de Sipán se hubiera reducido a 80 piezas de oro y nada más. Y no conoceríamos el pensamiento religioso de los mochicas, sus conceptos, el nivel de desarrollo que habían alcanzado, porque fue una tumba reflejo de su tiempo."

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"Estábamos limpiando la tierra una tarde a finales de julio de 1987. Era bien tarde. Se veía que había un fardo lleno de tierra cubierto. Comenzamos a limpiar con pinceles y uno de mis asistentes me dijo: «Mire, acá se ve algo interesante». Y le contesté: «Como está muy oscuro, me vas a alumbrar para verlo y mañana ya seguimos el trabajo». Levantamos una concreción de barro y de repente tuve la sensación de que no solamente yo estaba mirando. Alguien me estaba mirando a mí. Era el rostro en miniatura de uno de los ornamentos que representa al mismo Señor de Sipán, pero en oro. Fue una sensación como de un encuentro. Era una cara, un rostro humano que me miraba. Siempre digo que fue como un instante eterno. Pasó tan rápido, pero se vivió eterno. El momento de encuentro con un personaje, con algo como que estaba vivo todavía. Inolvidable. Uno piensa en la suerte, la decisión... todo fueron una suerte de coincidencias. Pudo haber terminado mal, pude no haber tomado la decisión correcta, nadie me había mandado a mí intervenir, no había recursos. En ese tiempo estábamos tres, Susana, que era mi primera esposa y madre de mis dos hijos, que era también arqueóloga, Luis Chero, que aún era un estudiante y yo. Tres personas y dos policías y un sargento que vigilaban el lugar. Ya cuando se descubrió la tumba vino toda la gente del campo, unos con la idea de que repartiéramos el oro. Tuve que explicarles que era una tumba de nuestros antepasados, que era patrimonio de todos los peruanos, pero ellos decían que les pertenecía, que era su tierra, que les entregáramos el oro o una recompensa. Había algunos agitadores. Dijeron que querían ver el lugar, conocerlo. Sabía que podía pasar cualquier cosa, que podían hacer un asalto. Al final, dejé pasar a mil personas. Les dije que hicieran una cola y les dejé pasar en grupos de diez. El peregrinaje de toda la gente que venía a ver duró casi 10 días. Ahora se enorgullecen del museo."

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"La virtud del descubrimiento de Sipán es que tuvo un impacto inmediato en todos los niveles. Se reactivó el interés por investigar la cultura mochica. Después de Sipán creo que ha habido 2.000 publicaciones sobre la cultura mochica, se ha vuelto una especialidad. Así como existe la egiptología, allí hay la mochicología. Suscita más interés que los incas. Es una eclosión. Y también mucha gente joven se interesó por la arqueología. Hoy tenemos un grupo bastante numeroso de arqueólogos. En los últimos 35 años ha cambiado radicalmente, a mejor. Otra virtud de Sipán es que llegó hasta los gobernantes. Antes la arqueología no les interesaba para nada, pero como Sipán tuvo repercusión internacional, los políticos también comenzaron a tomar en cuenta lo que es nuestra herencia cultural."

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"Las culturas ocuparon escenarios geográficos que supieron cambiar, desarrollando tecnologías para convertir esas tierras naturales en territorios habitables. La cultura que yo investigo, la de los mochicas, logró la proeza de dominar el desierto para convertirlo en un territorio altamente productivo, que fue la base de su desarrollo."

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"Las embarcaciones de pesca que son los caballitos de totora aparecen en las cerámicas mochicas, también algunas comidas, las técnicas de irrigación... Los canales de riego de los mochicas son los mismos que se usan ahora. Fueron tan bien hechos que todavía seguimos usándolos."

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 "Los peruanos somos una mezcla. Hay muy pocos pueblos que puedan decir que son nativos puros. Hay que respetar la identidad de esas comunidades nativas de la selva, que son parte del país, pero el gran porcentaje de los peruanos somos mestizos. Un pensador peruano dijo: no podemos ser ni antihispanistas, ni indigenistas, somos peruanos, peruanistas. Perú es una mezcla de razas. Tenemos el componente afro también y el asiático. Esa preocupación no es muy fuerte en Perú. Creo que debe haber un perdón, pero tampoco exagerar hasta el punto de que eso sea una política de Estado. No es eso lo más importante. El mundo antiguo está hecho de conquistas. Ahora el coloniaje es el económico."

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"Quedan tumbas de otros señores mochicas como el de Sipán por descubrir."

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