Atilio Jorge Castelpoggi

Palabras para Antonio Berni

Del centro de la vida donde se confunde las imágenes,
más allá de los personajes de esa misma vida que se debaten
entre el sueño y el delirio,
del drama de nuestro tiempo saltando hacia adelante,
desde la bruma de los espejos que son ojos que nos miran
hacia adentro,
más allá de aquello que pasó y envejeció sobre la eternidad
de un segundo,
desde la búsqueda hasta la permanencia del asombro que
avanza sin cesar,
de allí nace la creación de Antonio Berni.

Hoy puede ser un niño rescatado entre los basurales de la pena
o una mujer con tangos soñolientos contándonos
su historia.
Tal vez mañana ya será otra cosa,
quizás una ciudad obsesiva viviendo su aventura
mezclándose con pasos, subterráneos
con oficinas, teléfonos,
con nombres inventados así de pronto
a lo mejor en el zarpazo de la angustia
que es un rostro pensando en la memoria como un guante
olvidado en una cita.

Así sobrevivimos por el dolor hecho belleza y esperanza.

Por eso Berni sigue repasando objetos, sentimientos, miradas,
habitaciones donde acostar la sed,
maderas abandonadas, trapos vacíos,
chimeneas enceguecidas, latas
rodando por el alma del suburbio.

Por eso sigue rescatando bandoneones desvencijados
(casi una niebla en el recuerdo)
o las bodas envueltas en los compases de un vals antiguo entre
una ingenuidad no perdida del todo.

O calles que terminan en un andurrial de perros color de fiebre
enloquecido,
o vagabundos que ofrecen sólo el horizonte de su grito,
o lejanos crucificados de todos los días en los portones de
una fábrica.

Más allá existe una ráfaga de profundidad como una figura
sin principio ni fin
una figura que crece desde el fondo de la sangre alimentando
el dolor y la alegría,
más allá continúa el éxtasis del olvido que usamos para seguir
viviendo.

La pintura es eso
algo que sigue y nunca se detiene,
-de sorpresa en sorpresa-
como el futuro.
En él está
Antonio Berni. 

Atilio Jorge Castelpoggi


Presente

A veces me hundo en mí para encontrarme
totalmente,
para sentir la beleza de esta parte distinta
que llamamos: hoy,
casi un gusto de poseer lo essencial
o de sentir lo extraordinário de unos cuantos
momentos.
Entonces no me assusta el silencio del que
pasa a mi lado
ni de ser un desconocido construyendo algún
pedazo de este mundo.
Quizá ésta sea la verdad del presente que se
nos va de las mãos.
Y no sabemos vivirlo.

Atilio Jorge Castelpoggi


Retratos

La vida nos va construyendo a imagen de
la muerte hasta encontrar la máscara definitiva
que nos está destinada.
Después sabremos que existe lo inexplicable.
Sin embargo más allá queda algo de nosotros
perdurando en el polvo de los días
o en regalos que nos otorga la vida como un
recodo del caminho:
perfumes, nombres,
una pintura que imprime um ballet sobre el
cadáver de un cigarrillo que fue el goce
de unos labios.
También esas trampas que levanta la vida
y que bien puede ser la oficina donde
sobrelevamos el dolor de nuestras
necesidades.
Pero la poesía ama a las palavras como a las
muchachas que auguran el porvenir de
nuestros ojos un poco absurdamente.
Esperar es un inconcebible milagro que uno
desconoce apenas
aunque siempre retorna algo que nos toca
de pronto en el pasado.
Entonces la eternidad late en la enormidad
de un momento
y sólo quedan los retratos como uma collección
de gestos de otras épocas:
casi una forma lacerante del recuerdo,
talvez alguna inaprensible atmosfera de lo
que fuímos.

Atilio Jorge Castelpoggi


Yo me interno en la ciudad del misterio

Yo me interno en la ciudad del misterio
con gusto a eternidad.
En ella quiero descubrir el pasado aun ignorando
el párpado del tiempo que transporta los ojos
abiertos de la tierra
Así saludo con las manos y las lágrimas a los que están
partiendo en su eterno retorno.
Veo sus rostros en las flores o en el vuelo del viento
o en las semillas de una idea que reúne a los hombres
o en las bebidas que nos traen la última pasión
o en el temor que a veces languidece por no encontrar
otra salida
mientras arrastro el dolor y la alegría a la manera de un
largo rosario de hojas secas
y toco mi cuerpo como si tocara la eternidad.

Y me siento a escribir y quiero alcanzar el olvido.
¿Es acaso el olvido la muerte que pasa?
¿Por qué siempre la vida se nutre de abismos y eternas
preguntas?

Ahora viene hacia mí alguien que nunca he conocido
naciendo dentro de mí mismo.

Después la alquimia emprende sus cuentos
más brillantes
y la verdad estalla en un sollozo.

De pronto una mujer suspende en su cuerpo
todos los deseos de la tierra bailando con el
tiempo.

Se detiene la vejez en un recuerdo y es joven de repente.

En tanto la fatalidadconstruye sus propios rumores.
Sin embargo, la duda está en ti que todo lo explicas
callando en una sencilla esperanza
o en el milagro de sangre que brilla en un gesto soñado

¿y si fuera verdad que estoy viviendo?

Atilio Jorge Castelpoggi














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