Edward Schillebeeckx

"El cristianismo es menos un mensaje para creer que una experiencia de fe que se anuncia."

Edward Schillebeeckx


"En el Nuevo Testamento se vive la historia de Jesús como el símbolo que irradia y transforma, que nos revela la dimensión más profunda de nuestra existencia finita. Lo que se manifiesta en las palabras y obras de Jesús, en su vida y muerte, resulta evocador para nuestras propias experiencias humanas, ya que nos descubre nuestra propia existencia e ilumina lo que puede ser una auténtica vida humana, si es consciente de que está en manos del Dios vivo. Además, gracias a esta «coincidencia» entre lo que se nos revela en Jesús y lo que el hombre experimenta en lo hondo de su existencia cotidiana, el lenguaje cristiano desvela a los creyentes, de modo decisivo y definitivo, el sentido humano del mundo. Y de este modo, se (re)conocen en Jesús Señor. La fuerza transformadora de este gran símbolo invita al mismo tiempo a la conversión. Con otras palabras: la «coincidencia» se realiza únicamente en una metanoia o conversión y no en una simple correlación.
Los hombres que buscan los símbolos más adecuados para expresar la dimensión profunda de su existencia —sólo expresable en símbolos, parábolas y metáforas, es decir, en una historia— no encontrarán, en cuanto cristianos, un símbolo más adecuado y pertinente, más eficaz que la Palabra como Palabra de Dios: Jesús, como el símbolo representativo y eficaz de la auténtica existencia humana en un mundo que pertenece a Dios. La manifestación más adecuada de la dimensión profunda, presente en todas nuestras experiencias humanas cotidianas —la que, con toda justicia, podemos llamar confianza originaria o fe fundamental—, la encuentran los cristianos en Jesucristo. Precisamente por eso se unen en
Jesús la irreductibilidad individual histórica y la universalidad humana. Así como en una relación especial e irreductible de amor entre dos personas se realiza un acontecimiento universalmente humano (la mayoría de los hombres tiene esta experiencia), también lo irreductible, lo históricamente concreto de Jesús revela algo de lo universalmente humano. La particularidad histórica no suprime la universalidad, sino que la pone de manifiesto. Este es el motivo de que el encuentro de algunos hombres con Jesús se convirtiera en una religión universal, con un mensaje capaz de interpelar a todos los hombres.
La estructura de la fe cristiana explica, por consiguiente, que la verdad de Jesucristo, todo lo que desvela las más profundas dimensiones de nuestra existencia —nuestra confianza práctica fundamental y Dios como su hontanar—, puede ser escuchada por todos los que, cultos o ignorantes, se enfrentan a la misma problemática vital. No es preciso ser exegeta para ser un buen cristiano, aunque la función de los especialistas resulte necesaria para la comunidad de fe. La idea de que el profundo sentido humano, extraído exegéticamente de la vida y muerte de Jesús, sólo sería experimentable en el contexto del pensamiento crítico, se basa en un malentendido intelectualista de la realidad de fe. Sólo es necesario prestar atención a la estrecha afinidad existente entre las palabras, obras, vida y muerte de Jesús y nuestra propia experiencia existencial. En ambos casos se trata de los mismos problemas existenciales. La vida y muerte de Jesús pueden abrir nuestra experiencia existencial, expresando así críticamente que podemos descubrir en ellas posibilidades de vida auténticamente humanas. Vivir así significa vivir auténticamente. Se da entonces una coincidencia entre la vida de Jesús y la nuestra. Y aparece el don de una nueva «justicia», que se atreve a correr el riesgo de vivir en el límite, en presencia del Dios misericordioso y justo que se reveló en Jesucristo."

Edward Schillebeeckx
En torno al problema de Jesús


"En la tradición cristiana la muerte de Jesús se convirtió en un tema central, aunque en el nuevo testamento hay toda una serie de niveles muy antiguos en los que no se da ninguna interpretación de fe de la muerte en cruz de Jesús. Sin embargo, cabe decir que la proclamación cristiana de la significación salvadora de la muerte de Jesús en la cruz se retrotrae al tenor fundamental de la propia predicación de Jesús. Jesús se había opuesto a la idea de un mesías en triunfo. Sólo redefiniendo mesías, ungido, puede aplicársele a Jesús este título.
La muerte de Jesús en cruz trasforma el concepto de mesías:
Jesús, el crucificado y rechazado, es el mesías. Como Dios,
Jesús se identifica a sí mismo preferentemente con los expulsados y rechazados, con lo no santo, de tal modo que, al final, también él mismo es el rechazado y expulsado. Esta identificación es radical. Hay así continuidad entre el itinerario vital de Jesús y su muerte, y por esta continuidad halla su culminación el significado salvífico de Jesús en la muerte en cruz, y no en la muerte en cruz tomada aisladamente por sí misma.
De acuerdo con la perspectiva cristiana, Dios se ha revelado en Jesús por y en el no divino ser-hombre de Jesús. Pero esto se ha interpretado en el cristianismo de formas bien distintas. Sobre todo dentro del esquema de las «dos naturalezas» del papa León Magno, se ha llegado con frecuencia a una especie de cristología paradójica, entre el extremo de lo humano y el extremo de lo divino, pasando por alto el relato de los evangelios tal como es. En estas teologías de la redención lo que muchas veces había era una dialéctica abstracta entre «humanidad débil» (forma servi, la figura de un esclavo) y el Dios todopoderoso (forma Dei), en una concepción ahistórica. Esta concepción olvida la decisión y la opción soberanamente libres de Jesús, que rehúsa toda ideología del poder y, así, rechaza resueltamente cualquier imputación a sí mismo del título judío de «mesías». Jesús no es condenado porque, en cuanto hombre, haya tenido pretensiones divinas, y tampoco por su humanidad débil. De todos los relatos evangélicos resulta que fue condenado por su opción vital humana soberanamente libre, subversiva para todos los que detentan o pretenden el poder. La autoridad con que se presentó fue un desafío y le llevó al proceso y la condena: su conducta obligó a los poderosos a quitarse sus máscaras. Desenmascaró los efectos perversos de cierto celo por la «causa de Dios» en perjuicio de la «causa del hombre». En definitiva, la lúcida opción de Jesús fue rehusar toda ideología mesiánica, que, por un lado, libera a los oprimidos, pero, por el otro, aniquila sin piedad a todos los opresores; siendo así que éste era el «modelo apocalíptico» que regía entonces universalmente."

Edward Schillebeeckx
Los hombres, relato de Dios



“En los dos aspectos de mi pensamiento teológico, el crítico y el constructivo, he querido testimoniar a los demás la esperanza y la alegría que hay en mí: ¡soy verdaderamente un hombre feliz!”

Edward Schillebeeckx



¿Eres un Dios cercano y no un Dios distante?

Verdaderamente tú eres un Dios escondido.

¿O acaso nos ocultas tu rostro para ver, así, cuál será nuestra suerte?

Sin embargo, tú no te complaces en castigar y afligir a los hombres.

Das respuesta a los que no te preguntan; vas al encuentro de los que no te buscan; dices aquí estoy a quien no te invoca.
 
Y yo ¿te busco en el vacío?

Oigo tu voz, Señor, que dice: Yo soy el Señor que digo lo que es justo y proclamo lo que es recto.
 
Pero los desvalidos y los pobres buscan agua y no la encuentran; su lengua está reseca por la sed,

¿Cómo puedo esperar en silencio tu llegada, ¡oh Dios!, mi salvación? 

Acoge, Señor, a quien actúa rectamente.

Entonces podremos decir a todos; Tú eres nuestro Dios, tú haces libres a los hombres. Tú has escuchado mi grito.

Tú te has acercado a mí y me has dicho: ¡No temas!

Mira, voy a hacer algo nuevo, ya está brotando, ¿no lo notas?

Creo, Señor, pero ayúdame a tener más fe.

Soy un pobre ser, Señor,

¡Enséñame a orar!

Edward Schillebeeckx


“Estoy satisfecho de haber dicho algo para el hombre de hoy y, quizá, algo interesará también a la generación futura. Cuando una teología puede nutrir a la generación siguiente es una gran teología, continúa la gran tradición teológica.”

Edward Schillebeeckx



"Fuera del mundo no hay salvación."

Edward Schillebeeckx


"La iglesia debe purificarse continuamente y convertirse en una nueva comunidad que muestre a los hombres el rostro trascendente y humano, gratuito y sorprendente de Dios."

Edward Schillebeeckx


⁠“Si pudiera quitarme lo que hay en mí, quedaría Dios; si pudiera quitarme lo que es de Dios, nada sería.”

Edward Schillebeeckx








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