Emilio Carrere

Aquelarre

"Hay unos seres increíbles
que vagan en la noche honda;
cuerpos indefinibles,
carátulas horribles
que en torno nuestro andan de ronda.

Son los elementales
artificiales,
hijos de las malas pasiones,
pensamientos impuros
y deseos oscuros
que nos envuelven en turbiones.

Todo lo que pensamos
adquiere forma en el astral,
el traslúcido mundo adonde vamos
tras las larvas del mal.

Los que atizan ansiosos
los carbones del fuego
sexual; los que disponen, tenebrosos,
la ley fatal de las mesas de juego.

Los que acechan a las mujeres
adúlteras y tejen la asechanza
y vierten sangre de venganza
en el lecho de los placeres.

Los que inspiran en el nocturno
de sábado la idea sanguinaria
al dipsómano taciturno
que asesina a la golfa solitaria.

Musa de los asesinatos
sin causa y de las turbias tentaciones;
seres como esfumados garabatos
y rostros hechos con chafarrinones,
que alienta en el seno
febril de la angustiante pesadilla
con su faz amarilla,
el ojo turbio y continente obsceno.

Los trasgos del dinero,
Ministriles del Diablo,
que es el siniestro titiritero
que maneja los hilos del moderno retablo.

Sombra de sombras lo que se aburuja
y su capuz refleja en un espejo,
espíritu de bruja
que hace un escobón su caballejo,
y todas las cosas feas
y las turbias ideas
emanaciones de Satán.

Cuando en el solitario
campanario
las doce dan:
¡din, don! ¡din, dan!
Cruzan de ronda
y al aquelarre van."

Emilio Carrere


Cancionero de ayer

Yo fui un niño enfermizo, pálido y enlutado,
que demasiado pronto conoció la tristeza
del trágico y grotesco dolor de la pobreza.
Yo he dormido en los bancos de un parque abandonado.

Y con la flor de toda la andante picardía
aprendí que la vida es demasiado dura,
cuando hay que conquistarla en constante aventura,
venciendo a la miseria un día y otro día.

Yo fui un niño enfermizo, pálido y mendicante,
sin otro camarada que algún can trashumante
del arroyo, en la eterna, negra desolación.

El dolor fue el maestro que me enseñó a ser bueno,
¡pobre niño poeta!, y ¡floreció en el cieno
mi verso, como un lirio divino de emoción!

Emilio Carrere Moreno
La canción de las horas, 1923


El Romance de la princesa muerta

"Los faroles de Palacio ya no quieren alumbrar 
y solo luce la luna como un cirio funeral. 

Solo la luna lucía 
y en el triste jardín real 
una fontana plañía 
su elegía de cristal: 
-¡Oh Mercedes, lirio, estrella, 
que en mi espejo se miró: 
la Muerte la vio tan bella 
y en los ojos la besó! 
Solo estaban encendidas 
las luces del funeral; 
los faroles, como vidas, 
apagó un viento mortal. 

Los faroles de Palacio ya no quieren alumbrar, 
porque se ha muerto Mercedes y luto quieren guardar.

Su carita era virgen: sus manitas de marfil 
las cruzó la Dama Pálida, que ha pasado por aquí, 
clamaba un ave agorera 
viendo a la sombra venir. 
Ya su carita de cera 
se ve en la caja dormir. 
Manos de virtudes llenas, 
en cuyo albor marfileño 
dibujaban las finas venas 
una flor azul de ensueño. 
¡Tristes pupilas vidriadas! 
¡Muertas manos de marfil! 
¡Con qué pena en sus tonadas 
llora el romance infantil!..."

Emilio Carrere



"En el altar había un crucifijo invertido, y al encenderse las luminarias vi, con espanto inaudito, que sobre la figura del Salvador había un monstruo. Era el Baphomet de los templarios, el macho cabrío, con una luz entre los cuernos, con cuerpo de varón y pechos de mujer."

Emilio Carrere
La Casa de la Cruz


"Fueron tres meses de sentirme muerto de un momento a otro. Cuando me refugié en un manicomio empecé a resucitar; ved qué paradoja en aquella fosa común de las almas."

Emilio Carrere

"La bohemia es una forma espiritual de aristocracia, de protesta contra la ramplonería estatuida. Es un anhelo ideal de arte más alto, de una vida mejor. Eso de la bohemia ha llegado a fastidiarme por la falta de comprensión de la gente. Mi bohemia nunca ha sido la del andrajo y de la pipa. Es una indisciplina espiritual, falta de adaptación a los ambientes vulgares y antiartísticos. Yo he satirizado ferozmente a los grotescos polichinelas de la bohemia. Yo creo que la bohemia es, para los artistas jóvenes, una especie de puente, desde el anónimo y la pobreza, hasta el triunfo o el hospital."

Emilio Carrere

Las casas deshabitadas

¿Qué ruido tienen de noche
las casas deshabitadas?
Es que vuelven los difuntos
de sus antiguas estancias.

Las tristes casas vacías
yo sé que tienen un alma,
Y en los ruidos misteriosos
Oigo su voz sin palabras.

Ya tejen en las vidrieras
sus telares las arañas,
y hay un silencio de siglos
en las polvorientas cámaras.”

Emilio Carrere


"Me gustaba la vida de la farándula, de inquietud y aventura, que armonizaba con mi rebeldía espiritual. Cuando apenas tenía bozo, entré en una compañía de melodramas domingueros que dirigía D. Juan Casañer, un viejo actor de la época romántica… Algunas veces hicimos obras de Zorrilla y del Duque de Rivas, y declamando los versos de Don Álvaro en el escenario o por las calles y jardines, a la luz de la luna, comencé a sentir la emoción de la poesía… Don Álvaro o la fuerza del sino es la obra que más me gusta de esa escuela. Además, me recuerda la adolescencia, cuando yo era un niño muy triste y muy pobre -¡siempre la Miseria, desde las primeras horas de mi vida!- tenía entonces una novia que se burlaba de mi traje deslucido, y a la que nunca besé en los labios… A fuerza de dolor comencé a ser poeta… Recuerdo que mis primeros versos los escribí para recitarlos en público. Estaba la compañía de Casañer en Barbieri. Me repartieron un papel de Rey mago en El nacimiento del Mesías. La obra era detestable; yo tenía que decir dos quintillas realmente repugnantes… Yo abomino de las quintillas: son ramplonas, rellenas de ripios y latiguillos, son versos dignos de los poetas del siglo pasado -Camprodón, Rodríguez Rubí y demás paladines del cascote poético-. Pues bien; entonces escribí ocho endecasílabos y se los di al apuntador, y ya en escena, cuando tenía que decirle mi pequeño parlante al Niño Dios, me equivoqué; el público me largó una grita enorme, me echaron a la calle y… me hice poeta."

Emilio Carrere


“¡Oh, juventud, loca y florida,
talismán de maga virtud! 
¿Para qué querré yo la vida 
cuando no tenga juventud?”

Emilio Carrere

“Si acaso no he conseguido
el amor y la fortuna,
es porque nunca he podido
llegar a la hora oportuna.”

Emilio Carrere


“¡Tiene alma de mujer la guitarra que llora, esa pena tan negra y tan honda de amor!”

Emilio Carrere


“¡Ya apunta la claridad; ya verás cómo se muestra propicia y mágica nuestra madre, la casualidad!”

Emilio Carrere

"Yo declaro con orgullo que entre los poetas de ahora soy el más sincero poeta de la miseria. No me importa que los próceres se mofen ni que el pueblo desconfíe de mis estrofas. Me basta con que las oiga mi propio corazón. No puede adaptarse ni venderse un hombre a quien no le importa morirse de hambre en el arroyo."

Emilio Carrere

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