Sandro Cohen

"Creo que es algo inherente al ser humano: devorar amorosamente y ser, de la misma manera, devorado. Es ser de una sola carne con el ser amado: la mayor alegría. Es lo más trascendental que conozco. Se entiende poco, se desea mucho, se vive en instantes. Y cuando todo eso acaba, si uno tiene suerte, permanece el amor, el difícil, el que aguanta todo, el que no es bonito, sino el que es verdadero, más allá del deseo, de la droga que son el hambre y el deseo. Sí, son como drogas, pero sin ellas la vida cesaría.

El enamoramiento es importantísimo, fundamental. Pero también es químico. No dura para siempre. Con suerte, permanece lo suficiente como para tener hijos y criarlos hasta una edad en que estos pueden defenderse. Después del enamoramiento viene lo demás, que puede ser tan hermoso como horrible.

Si durante la etapa del enamoramiento la pareja logra entenderse como individuos, admirarse entre sí como seres humanos, hacer equipo en todo aquello que se propone para caminar hacia delante, juntos, con un propósito común, ese enamoramiento inicial se va convirtiendo en un amor sólido que funde a los dos en otra cosa diferente de lo que habían sido antes.

La pareja que continúa feliz después del enamoramiento es como si fuera su propio hijo: una combinación de dos personas que producen otro fenómeno nuevo, distinto, a partir de la raíz profunda que continúa existiendo en cada cual. A partir de este momento, aunque se divorciaran, aunque uno muriera, serían para siempre diferentes. Sin embargo, si se acaba el enamoramiento y no queda nada, no hay proyecto común ni ganas de crearlo, los amantes se separan y hasta pueden olvidarse. No dieron a luz a ese otro ser, la pareja que ha sobrevivido al enamoramiento para conocer el amor."

Sandro Cohen


En el principio

El silencio me arropa con su abrazo.
Me acaricia la cara y me da un beso.

Con el silencio escucho a todo el mundo
tan cerca y hasta el fondo, que es la fértil
nada sobre la cual construimos todo.

En el principio el verbo fue el silencio.
Emanó el cosmos de su pecho madre.

Vibraron por encima de sus ondas
los primeros tejidos de la música,
aquella cuyas cuerdas nos sostienen.

Busco, pues, el silencio en todas partes.
En el silencio escucho nuestra música. 

Sandro Cohen



Esto, en esencia, se acabó…

Esto, en esencia, se acabó.
Hace mucho empezó, lo sé,
pero desde hace rato no me siento
inmortal. Y cuando yo ya no esté,
las servilletas seguirán
en su mismo lugar sobre la mesa, 
los mismos autos se estacionarán 
en los mismos lugares, más o menos, 
con los mismos niveles de esa angustia 
tan mexicana y entrañable, 
pero yo ya no los veré 
desde esta mesa verde con mantel, 
sentado en esta silla 
de plástico innegable 
que me permite estar tranquilo, 
leyendo las noticias de las cuales 
ya no voy a enterarme, a medio metro 
de la banqueta donde se pasean 
señoras con sus perros y sus hijos, 
donde colocan, con cuidado, bolsas 
de basura en espera del camión 
que ya no tarda con su campanita 
insoportable, pero yo 
ya no pienso quejarme, 
ni me taparé los oídos: 
simple y sencillamente, no estaré.

Y es difícil hacerme 
a la sólida idea de mi ausencia, 
pero es palpable, tan palpable como 
los pechos de una joven, o sus labios, 
o su manera de pedirme 
que le haga caso, ¿pero cómo, 
si ya no voy a estar?

Y no he estado desde hace muchos años.

Estas palabras, que se escriben solas, 
serán mi testimonio, darán fe 
de que por fin lo he comprendido: 
solo un poco estaremos en la tierra, 
pero es de todos, como he sido todos, 
y entre todos escribiremos 
las palabras que urgen, 
aquellas que se escapan 
y que hemos dicho desde siempre. 

Sandro Cohen


Hasta la orilla

Los años caen hasta lo azul del fondo.

Me gusta el hecho de que no te cuelgues 
de mi deseo deshilachado y simple.

Me ves como animal, lento y curioso, 
el mono ciego que ejecuta duetos 
de piano solo y cuello de botella, 
cual debe ser en meses de calor.

Estos días muy poco hay por delante, 
y todo se me cuelga por atrás, 
flácida piel y un hueso al aire puro: 
se secará muy pronto desde dentro.

Me da placer sentir tus ojos, ávidos 
y lejanos, tan cerca de mi piélago.

El horizonte está a muchos kilómetros.

Sandro Cohen


Hay tiempo

Hay tiempo. 

Todavía no muere
ningún sol de mañana.
Esperaba encontrar todas las huellas
pero ni doy con el lugar del crimen. 

Busco un lugar que esté fuera del tiempo:
su sentencia me alcanza inexorable
y no muero.

Esto,
solamente,
quisiera pedir:
que me des una muerte que lo sea
de veras,
que me tomes en brazos de tu infierno
blanco.

 No sé dónde he pasado tantas noches
sin voz, sin cara,
lengua que me diga:

Yo no soy de este mundo.

Sandro Cohen



“La poesía es como la pintura, como la música, tiene muchos secretos, y si uno no se da cuenta de cómo tener acceso a esos secretos, no los puede apreciar… hay que escuchar la poesía que es música, así empieza el poema a soltar sus secretos.”

Sandro Cohen


Las cosas que me rodean…

Las cosas que me rodean
—la taza de café, plumas
viejas, alguna inservible—
me dan la seguridad
de saber que aún estoy vivo.

Me gustan mis libros, aunque
sé que jamás los leeré
todos, tal vez unos cuantos.

Los pasaré a mis amigos
jóvenes que no conocen
la dicha de columbrar
los indicios de la meta
tras cuarenta y dos kilómetros,
varios hijos, dos esposas,
corazones incontables
que jamás quise romper.

Decir que soy imperfecto
es poco. Mucho me falta
por hacer, por dar, vivir,
aunque sean veinte minutos.

Esta taza de café
me permite estar en paz
con la idea, por demás
sencilla, de que la vida
es algo que por derecho
—sin excepción— pertenece
a cada ser que respira;
de que las cosas sagradas
nos rodean en todas partes.

Se rompen y se reparan,
tal como nosotros mismos,
por conservar el placer
tan simple, el enorme gusto
de inducir una sonrisa,
el brillo intenso en los ojos
de quienes han comprendido,
por fin, que el dolor no es todo,
que la mejor medicina
es saber que estamos todos
—y que siempre hemos estado—
cual carne de nuestro ser
desde el principio del viaje.

Sandro Cohen


Midrash
 
¿Para qué sirve el silencio
si no es para que canten
las aves? 

¿Para qué sirven las aves
si para su canto no hay
mañana? 

¿Para qué sirve el mañana
si no es para sentirnos
más solos? 

¿Para qué sirve estar solos
si no podemos amarnos
de nuevo?

Sandro Cohen



Morir, a veces

A veces me da gusto, así, morir:
boca arriba, flotando en una barca
de sábanas tan limpias que se escapan
del tiempo, como yo cuando me muero.
Las nubes se transforman. Son los libros
que me acompañan río abajo, páginas
abiertas que se leen en verso blanco,
casi igual que éstos, pero son mejores
aquellos días que escribimos en el cielo.
Morir, a veces me da gusto así:
sin darme cuenta, poco a poco, lento,
como anochece el alma, como muere
el día entre los últimos capítulos
de una novela que habitamos todos.
Así –sin aspavientos, con los ojos
hacia atrás y sintiendo todo el peso
de la tierra en mis huesos que también
son forma que sostiene, que son versos
blancos que ritmo y gracia dan al cuerpo–
me da gusto morir, a veces, mas
no siempre, sino a veces, sin pensarlo…

Sandro Cohen


Piedra de sol

Voy por tus ojos como por el agua,
los tigres beben sueño en esos ojos,
el colibrí se quema en esas llamas,
voy por tu frente como por la luna,
como la nube por tu pensamiento,
voy por tu vientre como por tus sueños,

tu falda de maíz ondula y canta,
tu falda de cristal, tu falda de agua,
tus labios, tus cabellos, tus miradas,
toda la noche llueves, todo el día
abres mi pecho con tus dedos de agua.

Sandro Cohen


"Siempre supe que sería escritor, poeta, pero no sabía cómo ni dónde ni cuándo lo haría de modo profesional. Sabía, además, que saldría de Estados Unidos; no sabía adónde. Así, intuía que sería poeta fuera de mi país de origen. Cumplir con ello fue, sin embargo, fortuito. Pudo haber sido España si Luis Mario, cuando tenía yo un pie en la puerta para largarme a Madrid, no me hubiera hablado de la posibilidad de estudiar en México. "¿Por qué no?", fue mi reacción. Y llegué a México. De otro modo ahora estaría hablando con la zeta y un fuerte acento de Castilla La Mancha."

Sandro Cohen






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