Adolfo Colombres

"El pensamiento académico pertenece siempre a una persona singular, y cae en la esfera del culto a la personalidad. Los saberes ancestrales, en cambio, carecen de autores y hasta de intérpretes, pues presentarse como tales es un comienzo de apropiación indebida. Todos nos servimos y enriquecemos nuestra cultura en la interacción diaria, pero no somos dueños exclusivos de ella."

Adolfo Colombres


"Finalmente, cineastas que se dedican a hacer cine documental (2cine-verdad") afirman que prácticamente no hay fronteras entre las películas de ficción y las documentales. Por ejemplo, Jean Rouch dice: "El cine, arte del doble, es desde ya el pasaje del mundo de lo real al mundo de lo imaginario... Estas aseveraciones, aun siendo discutibles, confirmarían la hipótesis por la cual se sostiene que el cine crea "imágenes" o mediaciones de la sociedad, distintas del objeto real y, por lo tanto, engañosas. Si así fuera, sería poco fiable la recolección de datos realizada por medio de una cámara cinematográfica.
Por otra parte, también existen problemas prácticos que limitan la utilización del cine en la investigación social. La filmación encarece el costo de un proyecto, exige una cuidadosa tarea de coordinación interdisciplinaria y, pese a todas las precauciones, puede resultar un esfuerzo efímero desde el punto de vista científico social.
Todo ello explica la desconfianza y hasta cierto rechazo que parecieran mostrar los metodólogos hacia el uso de una técnica no convencional de investigación social como es el cine.
Analizando estos argumentos a la luz de nuestras reflexiones metodológicas anteriores, vamos a emitir algunas hipótesis contrarias a ese rechazo "a priori" del cine como medio apropiado para realizar tareas investigativas o de apoyo investigativo a las ciencias sociales.
Estas hipótesis parten de la convicción de que es preciso abrir la perspectiva del empleo de las vastas potencialidades de los medios audiovisuales, sea para conocer ciertos fenómenos sociales, sea para difundir esos conocimientos. Asimismo, creemos que esa apertura debe realizarse con prudencia y atendiendo a las limitaciones teórico-metodológicas que realmente existen en el uso del cine, y del arte en general, como fuentes de información objetiva."

Adolfo Colombres
Cine, Antropología y Colonialismo


"Hablar de la palabra es referirse también al silencio, ese espacio que la rodea como un complemento imprescindible, reforzando su significado. Moisés precisó vagar cuarenta años por el desierto, pasar por semejante fragua de soledad y silencio, para que Dios le hablara de su Ley. En la educación de los bambara, los dogon y otros pueblos no sólo se enseña a dominar la palabra, sino también los silencios, ya que sin éstos nada podría aquélla. El silencio es la sombra que envuelve a la palabra, afirmando su dignidad, su valor numinoso. Todo sonido precisa una ausencia de sonidos, y la magnitud de dicha ausencia ha de guardar proporción con la del sonido. Tal concepción de los bambara lleva a Dominique Zahan a sostener que para este pueblo el verbo verdadero, la palabra digna de veneración, es el silencio. Es que más que una mera ausencia, que un vacío sonoro, el silencio es una realidad cargada de sentido en la que germina la palabra. También se podría decir, invirtiendo los términos, que es la palabra la que crea el silencio, para poder establecer su valor. Al recitar El Corán, los árabes intercalan hondos silencios entre versículo y versículo, para destacar el carácter milagroso de la irrupción de la palabra. "Si la palabra construye la aldea, el silencio edifica el mundo", reza un proverbio bambara. Y otro dice: "Si la palabra te quema la boca, el silencio te curará". El silencio es para este pueblo el mejor indicativo de vida interior, de capacidad reflexiva, de todo lo serio que hay en la existencia, y también de que se cultiva el secreto: "El secreto pertenece a quien calla", remarca otro proverbio de esta etnia que hace de la sobriedad verbal un valor eminente. La infancia se teje en ella en un clima de silencio, de confidencias que se oponen a la idea de una divulgación masiva. Las verdades van siendo reveladas de a poco, como grandes secretos, en la medida en que se está en condiciones de recibirlas. Corcuera Ibáñez apunta que guardar silencio puede significar guardar la palabra, y que entonces es el silencio el que resalta el verbo. Un proverbio de Malídice: "Aprende a escuchar el silencio y descubrirás la música". A Isak Dinesen le llamaba la atención en Kenya el especial sentido de la pausa que tenían los kikuyu, al que calificó como un arte. Registraban lo que se les decía, lo pensaban bien y respondían un tiempo después. Los dogon distinguen entre el silencio voluntario, que proviene de una ausencia de impulsos de hablar o de un deseo de retener las palabras por juzgarlas inapropiadas para la ocasión, y el silencio que se nos impone, la palabra cortada, que suscita rabia, resentimiento. Desde ya, el silencio no tiene el mismo valor en todas las culturas, y en el marco de una misma cultura su sentido suele variar según la situación que lo motiva. Por lo general, las culturas que valoran poco la palabra no otorgan al silencio una especial significación. En la medida en que la modernidad dominante vacía a la palabra de sentido asesina al silencio, para que éste no venga a evidenciar el ruido desafinado de sus chatarras, esas voces huecas que se amontonan sin sentido, inventando rituales sin fuerza para sus pobres fetiches."

Adolfo Colombres
Hacia una teoría intercultural de la literatura


"La literatura y el arte, en cuanto fundadores de sentido, navegan en la zona sagrada, donde se concentran los significados, y no pueden dejar allí de encontrarse con esta dimensión escatológica, donde reside el último sentido, el deseo de eternizar algo de nosotros o ciertos valores. Es decir, alguna forma de inmortalidad. Desde un punto de vista más universal, lo verdaderamente trágico no es la muerte de un héroe, sino el final del mundo que lo hizo y por el que luchó, y que dio sentido a su existencia y formato a su heroísmo. Quizás el solo hecho de escribir, de pintar, de componer música, no sea más que una apelación a la inmortalidad, no tanto para que nos recuerden cuando ya seamos ceniza, sino para dejar las huellas de lo que amamos y defendemos hoy a quienes vendrán después. Lo que importa a la postre son las imágenes con que nos vamos, las que dejamos. Pero un imaginario no se hace con cualquier imagen, como las que abundan en la televisión, sino con esas que pueden resumir toda una vida, dar cuenta de un mundo particular. Y que bastan para evocarlo. Parado a orillas del Paraná, frente a una pequeña isla, Rafael Alberti decía que la eternidad bien pudiera ser tan sólo un río (ese río), un caballo solitario (el que pastaba en esa isla) y el zureo de una paloma perdida (que escuchaba en ese momento). No hace falta mucho para entrever las luces del Paraíso. La luz, por suerte, aún no ha sido depredada, aunque no sea de todos o para todos."

Adolfo Colombres


"Lo que llamo “civilización andina” es un largo proceso de unos 7 mil años, en el que se sucedieron en la región altas culturas, que fueron dejando aportes de gran valor, a los que el Incario asimiló y ensambló, dotando al territorio de largos y accidentados caminos, declarados ya por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, a la vez que organizó el uso racional e igualitario de las tierras de cultivo. Se suman a esto un eficiente sistema administrativo y un ejército que pudo extender y consolidar sus conquistas, aunque estas en  varios casos no fueron tales, sino alianzas de pueblos atraídos por este proceso, como en el caso del Noroeste Argentino (NOA). Su territorio abarcó así  desde esta región y el norte de Chile hasta los Andes venezolanos, como la más importante de América del Sur, que hoy sigue aportando principios fundamentales para el futuro de la Humanidad, como el constitucionalismo ecológico promulgado por Ecuador y Bolivia, al que precedió los “Diez mandamientos para salvar al planeta, la humanidad y la vida”, presentado por Evo Morales en la Asamblea de las Naciones Unidas."

Adolfo Colombres



"Los sueños de una cultura reflejan sus miserias y grandezas."

Adolfo Colombres


"Me refería a todo el proceso de la sociedad posmoderna y a la parte neoliberal tardía. Uno ve, por ejemplo, una creciente destrucción del lenguaje, gente que ya no habla ni mil palabras. Hay estudiantes en Argentina que no pudieron entrar a la Universidad porque no tenían más de 600 palabras. Con 600 palabras, 800 ó mil, uno no puede dar cuenta de la complejidad del mundo ni por el lado analítico ni por el simbólico. Piense en lenguas como el inglés o el español: el inglés en la época de Shakespeare llegó a tener cinco millones de palabras. ¿Por qué el hombre inventó tantas palabras? Porque necesita dar cuenta de aspectos específicos. Hay culturas, como la berebere, que tienen 50 palabras para designar al león porque para ellos hay muchos leones, no uno como vemos nosotros. Alguien que ha visto su lenguaje reducido a mil palabras tiene contaminada incluso esa cantidad, porque los intereses comerciales y políticos están siempre manoseando todas esas palabras que pierden el sentido, pierden esa cosa cristalina, nombradora del ser de las cosas, que tienen las palabras cuando gozan de buena salud. Entonces la palabra, además de haber quedado muy reducida, está enferma y contaminada. Igual que el aire, la tierra y los ríos.

La palabra contaminada, la destrucción del lenguaje, su sustitución incluso por patrones tecnológicos y al mismo tiempo la supresión de toda la dimensión profunda del hombre, de lo que entendemos por cultura y de toda esa herencia moral de la especie, lleva a que uno se pregunte si realmente podemos ser llamados homo sapiens, porque este se articula en el saber, y el saber se articula en el lenguaje. La aventura del hombre, de millones de años, fue una aventura en profundidad. Toda esta banalización del mundo, convertido en una visión epidérmica de las cosas, es un desandar el camino de la especie.

Por eso digo que es algo mucho más grave que la colonización cultural, porque esta significa desplazar tu propia cultura para poner otra en su lugar y por lo general se imponían culturas dignas, de pueblos que tenían mayor desarrollo —el caso de España, Inglaterra, Francia, etcétera. Sustituían una cultura por otra, pero las dos eran culturas, tanto la sustituida como la sustituyente. Ahora se destruyen las culturas, se destruye la herencia humana, para imponer chatarra, algo que no se le puede llamar cultura. Se impone una cultura de los medios hecha para vender, no para exaltar la diversidad ni la herencia moral del hombre.

Por eso me pregunto: si hay una nueva mutación antropológica ¿cuál es el mutante, cuál es el nuevo hombre que surge? Alguien dice que el homo videns, pero yo no creo en él porque, si bien el hombre tiene desde el punto de vista biológico una estructura claramente visual, tal como la especie se conformó culturalmente lo visual tiene poco sentido si tiene que prescindir de la palabra, o sea, de lo conceptual. Sí creo que pueda existir eso que llamamos el homo consumens, que es un hombre de pocas palabras que consume o aspira al consumo, es un hombre masa, como ya lo describía la escuela de Frankfurt. No es una masa que implica coherencia y fuerza, si no que es alguien aislado, metido en su propia celdilla donde el mundo se reduce a sus amigos y su familia y todo lo demás no importa. Lo que llamamos cultura deviene una especie de entretenimiento idiotizante, las grandes obras del espíritu son también ablandadas, reducidas.

Ese hombre sin cultura es manejable, y eso es lo que dicen las corporaciones, lo que dice este orden mundial injusto. Por lo tanto, el bombardeo, la retirada de incentivo y presupuesto a la cultura en el mundo capitalista no es casual. Creo que con el tiempo, y no uno lejano, sino breve, se va a acentuar esta guerra contra la cultura, porque si uno lo mira desde el punto de vista de la mutación antropológica se entiende: ya es una guerra de especies. Los mutantes van a querer destruir lo que resta del homo sapiens, las personas que se preocupan por el sentido de las cosas —que es la función del homo sapiens, un animal constructor de sentidos. Esta lucha entre especies puede trascender incluso la lucha de clases y la lucha cultural."

Adolfo Colombres


"Para mí el sentido de lo sagrado pasa por la afirmación y significación plena de la vida terrenal, no por su negación, y algunas religiones –sobre todo, la cristiana– se han comportado como depredadoras de esta dimensión, al separar lo humano de lo sagrado. Veo a lo sagrado como la mayor creación de lo humano, una zona donde se concentran los significados más profundos de las culturas y las personas. Una zona antropológica y filosófica, saturada de ser, creada por los hombres y no por los dioses. Lo que las culturas sueñan para después de la muerte refleja su grandeza y miseria, como una prueba de fuego."

Adolfo Colombres


"Toda cultura es un largo y complicado proceso acumulativo y selectivo, y no se forma de un día para otro, por que se haya cambiado por decreto la estructura social. Los lemas y clisés pueden activar, movilizar lo que ya existe de algún modo, pero no sacarlo en unta noche de la nada. Los que aspiran a revocar de un plumazo la historia cultural de un grupo no proponen m s que dogmas para llenar el vertiginoso vacío, nuevos mitos funcionales surgidos de la cúpula del poder que tardaran seguramente décadas en arraigar en el imaginario social, ya no viven a profunda y no un simple barniz para recubrir un interés. De ahí que los resultados de estas aventuras suenan siempre a chatarra, a cosa hueca, como el hombre de hierro del estalinismo, buena estampa para estimular el aumento de la producción, pero mas que pobre si de construir el hombre del futuro se trata. No debe extrañar por eso que los promotores de la "cultura proletaria" terminaran muchas veces en la recomendación del saco y la corbata y en la apología de la familia y la maternidad numerosa, as¡ como en la consecuente represión del erotismo y toda actitud critica capaz de desnudar su diletancia y esquematismo. En la obra novelística de Mila Kundera y solo para dar un ejemplo pueden verse las contradicciones y miserias de esta propuesta. El concepto de cultura proletaria, en la medida en que solo enfoca los aspectos superficiales de la vida proletaria, deviene est tico y pasivo, y en consecuencia reaccionario. Rara vez se procura imprimirle una dinamita que le de vida, sacándola de la retórica y el bronce, con lo que se la deja presa de la ortodoxia y el panfleto. Si el proletariado es una clase transitoria, una etapa en el camino de la sociedad sin clases que constituye la verdadera meta del materialismo histórico, y si su cultura se halla de hecho profundamente penetrada (y no solo en los países del bloque occidental) por valores burgueses, lo que cabria en todo caso plantearse es la creación de una cultura socialista, la que no puede edificarse mas que sobre la cultura popular, operando desde ella y en ella, activando los mecanismos que permiten su autodepuración y desarrollo. Y en esto resulta de fundamental importancia una educación para la libertad, lo que hoy implica una autentica democratización de la cultura."

Adolfo Colombres
Cultura y arte popular










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