André Corthis

"El jueves viajé a Saint Étienne como si fuera mi primera experiencia mundana. A medida que ante mí contemplaba el paisaje tumultuoso del río y los árboles en salvaje desorden, temí estar abandonada durante unos pocos días en el valle de la Chartreuse, pero no permitiría que la sombra del zumbido de la serpiente domeñara mi espíritu. François Landargues me tenía cogida del brazo. No me hables de amor -deseé-. Cada día teníamos más confianza el uno en el otro. Hablamos un poco acerca de mí y en gran parte de su madre.
No me era posible creer en nada relacionado con él o de su entorno. Creo que era muy inteligente y que padecía una enfermedad del corazón que afectaba a sus nervios y le causaba una gran amargura e irritación, derruyendo todo asomo de ternura. Creo que apenas era capaz, en sus gustos y deseos, de una cierta pasión violenta. Pero, ¿cómo pude haber desarrollado aquel juicio entonces? Sólo sé que no podía ocultar que algunas de sus frases y de sus modales me desagradaban sobremanera y que percibía en el fondo de mi mente lo difícil que me resulta sentirme inspirada ante este trastorno emocional."

André Corthis seudónimo de Andrée Magdeleine Husson
Sólo por mí


"Pensó en las noches de su juventud, cuando la belleza celeste y terrena era el más bello cáliz de amor... Y, ciertamente, no podía evitar pensar que en ese instante Felice y Julien, que se hallaban en la amplia sala abierta sobre el jardín doméstico, estaban pacíficamente sentados a cada lado de la pequeña mesa donde ardía una pequeña vela, examinando qué día sería el más óptimo para partir. La imagen de Avignon comparecía en su contra como un terrible juez.
... Por supuesto todo era más complicado de lo que había supuesto. Pero Felice, en cuanto la ley lo permitiera, regresaría a vivir con su madre y vería a su marido sólo dos o tres veces, según el dictamen del juez, dado que ningún acuerdo era posible entre ellos. Durante esos días almorzamos juntos en una pequeña posada desde donde pudimos ver el Ródano y a lo lejos Villeneuve, con su torre cuadrada de color meloso y más allá de las pequeñas colinas vibraba el tono púrpura del sol. Comieron con apetito codorniz a la plancha y bacalao cremoso. Julien quiso pagarlo todo.
Entonces, a la espera de la hora fijada por los abogados, caminaron a lo largo del hermoso río, entre la hierba, como si fueran absolutos desconocidos y, a causa de esto, adoptando una actitud sumamente respetuosa y formal. No hablaban demasiado, puesto que, por lo general, tenían poco que decirse. Felice llevaba un sombrero y Julien lucía una chaqueta nueva. Sus rostros denotaban una expresión grave y ceremoniosa."

André Corthis
Su verdadera esposa








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