Germán Colmenares

"Hasta hoy, el desarrollo de los estudios históricos en Colombia puede verse como una respuesta adecuada a preguntas implícitas en transformaciones sociales profundas y a veces exóticas. El éxito que puede atribuirse a la historiografía colombiana reciente, ha obedecido así a dos circunstancias: primero, que se trata de una disciplina cuyo objeto primordial es el análisis de los cambios sociales y, el segundo, que como disciplina de síntesis no confina sus explicaciones a un solo aspecto de estos cambios, sino que busca explorar una por una las capas de un tejido denso y complejo. Estas circunstancias señalan la dirección que podrían tomar las investigaciones históricas en el futuro. En este terreno se mueven trabajos todavía pioneros sobre historia de la ciencia, historia de las ideas e historia de la cultura popular. Por estas razones, sólo podría recomendarse el impulso de investigaciones que llenen vacíos evidentes o un tipo de trabajos que amplíen un diálogo con el resto de las ciencias sociales."

Germán Colmenares



"Las encomiendas de la Corona no sólo totalizaban el mayor número de indígenas sino también el mayor número de propiedades. En el pueblo de Duitama, aparte de las propiedades de Juan de Contreras —que administraba su tutora, doña Juana Bravo—, avaluadas en seis mil pesos, el resto de las propiedades se distribuían entre nueve españoles. Inclusive el cacique y los indios del pueblo habían sido admitidos a componer una estancia fuera de sus resguardos por cuatrocientos pesos. En Soatá, trece españoles se distribuían las propiedades. Allí, una de las estancias admitidas a composición, perteneciente a Andrés de Heredia, fue otorgada por el oidor
Valcárcel a los indios como resguardo. La propiedad más considerable era la del capitán Antonio Mancipe, comerciante de Tunja y antiguo encomendero de Toca, avaluada en mil pesos.
En las encomiendas de particulares, los mismos encomenderos poseían tierras avaluadas en 13.832 pesos de plata (el 29% del total). Félix de Mojica y su propio padre, Sebastián de Mojica Buitrón, se repartían todas las tierras de Chitagoto, avaluadas en 9.307 pesos. El capitán Juan de Enciso poseía nada menos que catorce estancias en Tequia, avaluadas en cuatro mil pesos. El encomendero de Ocavita poseía la estancia más importante también, avaluada en 1.414 pesos. También poseían tierras dos encomenderos de otros corregimientos: Bartolomé de Velosa, encomendero de Garagoa, propietario en Ceniza de tierras avaluadas en doscientos pesos, y Fernando de Orellana, encomendero de Susa, con cinco estancias en Onzaga cuyo valor era apenas de 507 pesos. El resto de las propiedades, distribuidas entre cincuenta españoles no encomenderos, apenas rebasaban los quinientos pesos, con la excepción de las de españoles emparentados con encomenderos. Sin duda, les hubiera resultado imposible explotar más de una estancia sin disponer de la mano de obra accesible a los encomenderos."

Germán Colmenares
Historia económica y social de Colombia









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