José Deleito

"El simbolismo es brumoso, lánguido, «balbuciente, contradictorio, místico, sensual, desequilibrado, triste. Es a la vez rudo y refinadísimo, arcaico y ultramoderno, decrépito e infantil; canturía y alarido, oración y »blasfemia, pureza de armiño y depravación libertina. Busca la vaguedad, la paradoja, lo extravagante y lo pueril, efectos crepusculares, impresiones de las tinieblas o el silencio, raros fenómenos anímicos. La emotividad de los simbolistas, se estremece .por lo más baladí. Hallan en -todo lo creado un sentido oculto, y pretenden descubrir el alma de las cosas. A veces el crujir de la rama, el aletear del insecto, el soplo de la brisa, el murmurio del arroyo, lo más leve, lo más ínfimo, conmueve su ser con intensas vibraciones. Hay poeta de esta falange, como Rodenbach, que canta por sistema lo pálido, lo difuso, lo que se marchita y muere.
El simbolismo es ácrata, egoísta y terriblemente insociable. Desdeña a los hombres, cuyos problemas e inquietudes le parecen .prosaicos, y se encastilla en su torre de marfil, ajeno a todo influjo exterior, para depurar exquisitamente sus más refinadas impresiones artísticas.
Pero su negación y su protesta van más lejos que las demás direcciones literarias; no se limitan ya a la sociedad, sino que se extienden a la Naturaleza. Oscar Wilde llega a decir que los únicos personajes reales son los que nunca han existido, y que la Naturaleza, no es sino una imitación de las obras artísticas. Julio Laforgue se burla irónicamente de Mamá Naturaleza, encontrando graciosa y peregrina la obstinación tenaz con que se empeña en seguir su inmutable curso."

José Deleito
El sentimiento de tristeza en la literatura contemporánea


"... Emanciparse del vasallaje de la sexualidad en que ahora vive la mujer, haciendo posible su incorporación al mundo laboral y tener acceso al trabajo, no importa de qué índole; el que pueda adaptarse a sus aptitudes y preparación [...] La mujer será libre el día que no necesite al hombre para mantenerse, y solo conquistando tal libertad podrá amar por el amor mismo."

José Deleito y Piñuela


"[Hay que observar la sociedad en tiempos del reinado de Felipe IV] en su ordinario vivir, en la casa y en la calle, en el tocador y en la mesa, en el templo y en la tertulia, en la cámara regia y en el corral de representantes, en el campamento del soldado y en la celda de la monja, en el garito del rufián y en el estrado de la dama, en la covachuela de los Consejos y en el mesón del camino, en el bullicio de las ciudades y en la soledad de los campos, en el ocio de los mentideros y en el aula universitaria saturada de ergotismos, en los duelos y en los deportes, en las cacerías y en la lidia de reses, en los espectáculos palaciegos y en las festividades populares y religiosas."

José Deleito y Piñuela


"Mi filiación política, de manera exterior, está en las izquierdas. No estoy adherido a ningún partido, no por cuquería, sino porque el hecho de estarlo, sobre todo para sus más destacadas figuras, equivale a ser mártir o verdugo."

José Deleito y Piñuela



"[Mi propósito es estudiar la vida de la sociedad de entonces, de] dar alguna impresión de aquella España [del reinado de Felipe IV] a la vez solemne y frivola, relajada y caballeresca, devota y sensual, fastuosa y mísera, arrogante y extenuada, romántica y materialista, supersticiosa y ávida de goces y festejos."

José Deleito y Piñuela


"[Prefiero fijarme en lo que da más sensación de vida, como] las ocupaciones y creencias habituales, prácticas de fe, lances de honor y fortuna, trapacerías del picaro, hambres disimuladas del hidalgo, travesuras del escolar, ardides del enamorado, desmanes del malhechor."

José Deleito y Piñuela


"Un pueblo que consume cantidades fabulosas en presupuestos de Guerra, Marina y Clero; que sostiene flamantes y ruinosas embajadas en todas las naciones [...] Un pueblo que deja hundirse las escuelas y levanta plazas de toros, está condenado a la muerte, no tiene razón alguna de existencia."

José Deleito y Piñuela




















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