Magda Donato

"En pleno siglo XX, la criada, ya transformada en el extranjero en obrera doméstica o en ayuda de casa, social y legalmente dignificada y protegida, sigue siendo aquí el ser que ha nacido para servirnos, y nada más. Es una mujer que trabaja y, sin embargo, no es una obrera; es una mujer y no tiene parte en los progresos del feminismo… Nosotras, que en nuestros famosos proyectos feministas ponemos siempre en primera fila la moralización, el saneamiento social, todavía no hemos parado mientes en que el servicio doméstico es el que más fuertes contingentes proporciona a la prostitución femenina."

Magda Donato


"— Esto sí puede usted decirlo: soy una mujer tonta. ¿Se ríe usted? Pues dígalo, sin vacilación y sin miedo. Soy tonta… Soy enérgica, tonta y feliz. A veces me dan ganas de salir gritándolo a la calle, de decir a todo el mundo: «¡Eh, señor! ¿Me ve usted? ¡Pues soy una mujer feliz, absolutamente feliz!…» Y es que yo creo que la felicidad está en nosotros mismos, más que en la vida externa, más que en las ajenas circunstancias."

Magda Donato



”Estoy harta de leer reportajes superficiales, falsos y sensacionalistas. A lo único que aspiró es a hacerlo ‘desde dentro’.”

Magda Donato seudónimo de Carmen Eva Nelken


“He mirado a mis compañeras sin las gafas de la ciencia y con mirada nada más -y nada menos- que humana. Y así, he adquirido la convicción de que en su desgracia les falta lo que más necesitan: comprensión.”

Magda Donato



"¡Justicia rápida, señor ministro de Justicia de la República española! Porque la justicia que no es rápida no puede ser justa."

Magda Donato


"Las feministas pueden dividirse en dos categorías: la turba inmensa de las que hablan y el pequeño núcleo de las que obran… Victoria Kent, cuya profesión consiste en hablar, pertenece, por su espíritu, a la categoría de las feministas silenciosas…"

Magda Donato


"No, no son los que están condenados a tantos o cuantos años de cárcel los que más sufren por la falta de libertad. Los que más sufren son los que no están condenados todavía; los que no saben a cuánto se les condenará; los que no saben cuándo se les condenará; los que no saben si se les condenará. Los que más sufren son los que están «en preventiva»; esa es la mayor, la más cruel, la menos imaginable de las torturas y, sin embargo—¡oh, ironía!—es la única que se inflige por igual a los culpables y a los inocentes."

Magda Donato

"Por esa calle, todo seguido –me ha indicado una castañera, a quien le he preguntado por «Los comedores del Ayuntamiento».
Y, «todo seguido», bajo por la calle del Rosario, a la izquierda de San Francisco el Grande. Al llegar a un portalón grande, con un letrero que dice «Asistencia Social» (más tarde sabré que en esta ala del enorme edificio están los dormitorios y las oficinas), me dirijo a un empleado gordo, con levitón de uniforme y gorra galoneada, que fuma apoyado en la puerta.
«Es más abajo –me dice–; mire... allí...» Me lleva hacia el centro de la calzada y me designa la cola ya formada que, desde la acera, el muro que sobresale, estrechando la calle en su segunda mitad, me impedía ver.
El empleado me ha cogido un brazo suavemente; me habla con extremada dulzura; todo en él respira una infinita compasión hacia la pobreza mía, pobreza de mi fealdad (labios blanqueados y nariz enrojecida, cabello desgreñado y alguna que otra arruga discretamente sombreada; pobreza de mi falda, un tanto deshilachada; de mis viejos zapatones, de mi abrigo raído, de mis medias negras zurcidas).
Debe de pensar: «¡Qué cosas se ven por aquí, Señor!»
Su compasión visible me enternece; y me alejo conmovida, segura de que ha debido de encogerse de hombros, amargamente, y murmurar: ¡Miseria!"

Magda Donato
El empleado compasivo













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