Mario Delgado Aparaín

"Con un zapato negro y el otro marrón, la chaqueta de fino cuero noruego remendado en el hombro donde carga la maleta de lona con las botellas de vinos seleccionados, el Conde de Caraguatá, más conocido como don Pedro P. Pereira Pintor de Puerta y Portal por Precio Proporcional para las Personas Pobres del Parque, abandonó el Parque de los Aliados y tras cuarenta minutos de caminata descansada, llegó hasta el final de la calle Cerrito en la Ciudad Vieja, para saludar en su viernes de cumpleaños a un viejo amigo abandonado por la fortuna. (...) El Conde le dio un abrazo de despedida y se echó a andar por la calle Cerrito bajo la luz de la luna. A medida que se alejaba de la Ciudad Vieja, hablaba solo, imaginaba a Jesús Pelayo cobijando a la rusa Ekaterina entre sus brazos de astur salvaje del año 716 y al fin, su propia melancolía se fue disipando hasta desaparecer por completo. Es más, parecía que aquellos taninos del vino, capaces de dejarle en el alma una dulce estela de frutos rojos ya maduros, sobrevivirían el tiempo suficiente como para llegar hasta su refugio en el parque y dormirse en paz, sin pensar en Don Quijote."

Mario Delgado Aparaín
El cumpleaños de Jesús Pelayo


"De no haber sido por esa inquietante impresión que causan los que están superando la frontera de los grandes miedos, sea a marchar al calabozo por una decena de años o a la muerte, Melías Churi hubiera pasado por cualquier sujeto oscuro del pueblo. Tal vez un melancólico aficionado a las historias de quilombo, recogido en la mesa de un rincón y carente de significación más allá de la medianoche.
Desde la puerta, daba la impresión de estar dormido. Desde el escenario parecía existir demasiado. Pero si alguien se tomase el trabajo de sentarse frente a él en la mesa, vería sin duda a un hombre a la deriva, amparado en la jarana desplegada en los sitios vecinos por las mujeres de la vida y los funcionarios del correo, pero sin dificultad para trabajarse consigo mismo a sismar sobre las próximas catástrofes.
Que pronto estaría al alcance de las desgracias, el locutor no tenía la menor duda. Es más, sabía perfectamente que estaba tomando el café con leche del ahorcado, desde el momento en que enfundó su cabeza en una media de mujer y se apersonó por sorpresa en el corazón de la emisora de Mosquitos, junto a dos compañeros armados a quienes sólo conocía por sus alias de guerra. A punta de revólver obligaron al locutor Fuentes a leer una breve proclama contra el flamante gobierno militar, cosa que el desprevenido cumplió al pie de la letra, sin sospechar que todas las madrugadas de los últimos tiempos había estado compartiendo los bizcochos del mate con aquel silencioso enmascarado que puso ante sus ojos el explosivo mensaje."

Mario Delgado Aparaín
La balada de Johnny Sosa



"Soy un fanático del compinchismo con los amigos y las amigas y antes de sacarlo a la vereda,me gusta que lo leo y atiendo las críticas. Los amigos son los termómetros y me ayuda a amparar la creación. Uno escribe para los seres queridos, para los amigos."

Mario Delgado Aparaín



"Todas las historias son de mi gente. Siento en la piel el ser uruguayo, el ser nosotros. Cuesta muchísimo construir esa palabra sagrada que es el nosotros. Y cuando me doy cuenta que eso se ha logrado, me doy cuenta que las historias de los projimos más próximos son también mis historias."

Mario Delgado Aparaín



"Todos tenemos una buena historia para contar. Y nuestra propia historia se convierte en una doble fuente: de reflexión y creación. Para poderlo contar tenés que encontrar un lenguaje apropiado y una vez que hiciste los sucesivos rescates de tus historias, lo hiciste porque pudiste crear un lenguaje tuyo tan propio como tu huella digital. Eso pasa con el estilo."

Mario Delgado Aparaín













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