Nicanor de la Fuente

AMULETO
 

Sólo tú, oh dado amatista

no te aventuras en los tapetes

de las C

A

N

T

I

N

A

vives S

conmigo siempre

ruedas entre mis

manos

el tapete más fino.
 

solo tú sabes de esta cosa

que madruga en mi alma desde julio.

 

– UN AS

– UN 2

– UN 3

 

muchos meses dormidos

en las tarimas del olvido.

 

muchas noches

muchos días

vomitando coágulos de distancia

¿y para qué todo eso, oh dado mío...?

 

llegaste con la suerte de sus dedos

PARA EL 3 DE TERNURA

de las 3 letras de su nombre : I

D D

A A

D D

I

Nicanor de la Fuente



ELEGIA A JOSE CARLOS MARIATEGUI

Tú lo recordabas acaso, José Carlos:
tu adolescencia vistió la mortaja exótica
de la luna danzando sobre los mausoleos de la campechanía tradicional.
Ya sabía sin embargo
del tumulto tropical del destino
cuyas voces más limpias incendiaron de luz tu corazón.

La Europa viviendo la tragedia de la guerra
te envolvió en la marea social de sus pasiones.
Bajo distintos árboles de sol se iluminó tu fé
bajo distintos aires refrescantes el calor de tu energía
y trabajando la enseñanza divina de tu esperanza lírica
fuiste un obrero más dentro de la tarea musical de la vida.

(Así
el hombre que sabía soñar la sonetería galante de los americanos
aprendió a vivir la romanza bélica de los europeos
y cantó sus dolores
con las ardidas voces de la Justicia Social).

Tu palabra se hizo de acero en las huelgas pluviales de los barrios
obreros—, en donde—
tu corazón gustó los aires más puros de la alegría
y en donde muchas veces también se encogiera de espanto
cuando la fusilaría salvaje del capitalismo
ladraba a las almas y mordía en los cuerpos multitudinarios
de los huelguistas de la Internacional.

Tu organismo fustigado por el desamor de las mutilaciones
ignoraba el color de la fatiga
y todos los días
sentíamos tu pulso crepitar firmemente
no obstante qua la muerte acechaba
trepada sobre tu pantorrilla única
anhelando la vendimia de tu cerebro y de tu corazón.
Y un día te fuiste como habías venido
mirando de frente tu destino:
como los Dioses
como los niños
como los hombres que mueren en las revoluciones...

En la provincia entonces
salimos a los ingratos patios de la tortura civilista
a lucir a todo mástil el grito salvaje y reivindicador
de la esperanza,
del dolor,
y de la rebeldía...!
Ahora
aún sentimos acezar todo el fragor de tu distancia
—lo sentiremos toda la vida acaso—
porque fuiste el ánimo
y la presencia y el equilibrio nacional del espíritu
que recién entonaba con juveniles voces la Internacional.

Pero estarás mejor dentro de la tibia claridad de la tierra
durmiendo las angustias de tu siglo
y vigilando por el sentido más puro de la humanidad:

EL FERVOR PROLETARIO DE LAS MASAS
que hoy
como ayer
y como todos sus años de injusticia
siguen esperando la aurora que anunció tu corazón...!

Nicanor de la Fuente



"En esos tiempos en que la única vía de comunicación que tenía nuestro departamento con la capital de la República era la marítima, los viajes a Lima y viceversa se hacían cada ocho días. Hasta muy poco tiempo recordamos, el cabotaje en la costa peruana lo hacían esos barcos cuyos nombres nos parecen de historia: Ucayali, Urubamba, Mantaro, Pachitea, Cachapol, Palena, de las Compañías Peruana y Sudamericana de Vapores, con el Limarí, que descansa sumergido en la playa de Santa Rosa, desde un 7 de junio en que la nave chilena venía con la tripulación conmemorando el aniversario de la toma de Arica. Tan "tomaos" los niños que perdieron la brújula.
El doctor Luis Odar Seminario era jefe de la Oficina de registros Públicos y, como muchos señores del lugar, recibían El Comercio, La Crónica, La Prensa, etc., de Lima, en paquetes en la abrumadora valija del correo semanal, o sea cada miércoles.
Y era costumbre de algunos lectores más avisados, o por ganarle el tiempo al tiempo, o por estar casi al día con las noticias, iniciar la lectura por los ejemplares correspondientes a las fechas más cercanas y luego revisar distraídamente, como quien no quiere la cosa, los pertinentes a las fechas anteriores.
Pero el doctor Odar Seminario era reglamentado, disciplinado, muy pegado a la letra; cumplía el itinerario de su lectura comenzando por los números más atrasados y terminando cronológicamente con el último, cuando ya el vapor de la carrera estaba en vísperas de llegar al puerto de Eten. Si por esta disciplina estaba retrasado en las informaciones, él cumplía fielmente el orden de las fechas de cada edición, rebajando día a día, meticulosamente, el montón de periódicos de la semana que abrumaban el escritorio, cerca a la cómoda mecedora de sus reposos y meditaciones. Porque, tampoco el Dr. Odar, como otros suscriptores ordenados, era capaz de leer de un tirón dos o tres diarios juntos. De haberlo hecho así, pensaba que ya no tendría elemento para matar las horas desocupadas de los días siguientes, así que distribuía o racionaba su lectura.
El doctor Odar era clubman. Cada tarde concurría al Club de la Unión a participar, con don Manuel Perales, don Pedro Delgado Aurich, don Honorio Ortigas, don Emilio Silva, don Ricardo Miranda y otros caballeros, las delicias del rocambor, a la vez que comentaban las noticias de los diarios limeños. Sucedió cierta tarde que alguien, adelantado en la lectura, comentaban sobre las acciones de la guerra del año 14, cuando la ofensiva de los alemanes cubría el mapa de Asia. Se armó una discusión y discreparon sobre el nombre de una de las ciudades invadidas. Don Pedro Delgado Aurich, buscando dirimencia, invocó al doctor Odar:
- Tú, que eres el mejor lector, debes estar enterado. Luis, mejor que éstos, el nombre que discuten, así que eres mi gallo de tapada...
- Hoy no podemos hablar del asunto -respondió el doctor Odar- porque ustedes se han adelantado y eso no está bien. Yo, en cambio, me he quedado en Europa y todavía no he llegado a la China. Así que les ruego que me esperen esta semana a que termine mi lectura y entonces hablaremos."

Nicanor de la Fuente Sifuentes conocido como Nixa
Chiclayo en la Anécdota








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