Abelardo Díaz Alfaro

"Hay que conocer el pasado de nuestra historia y nuestra tierra para quererla y amarla como se ama a una madre, a una novia, a una esposa. Hay que tener raíces. Hay hombres sin raíces que no pueden elevarse hacia el cielo ni extender sus ramas hacia el futuro. Soy puertorriqueño y amo esta tierra y no concibo cómo se puede amar a otra tierra sin antes conocer y amar a esta, la nuestra."

Abelardo Milton Díaz Alfaro


"Lo más importante de Puerto Rico es el jíbaro trabajador, que día a día sale para emprender un camino a la vez que contribuye al bienestar social y económico de nuestra patria. También, otra cosa muy importante es la preservación de nuestra cultura que se ha pasado desde los primeros boricuas hasta los más recientes. Puerto Rico se caracteriza por su gente, los puertorriqueños, nosotros somos los que hacemos diferente a Puerto Rico del resto del mundo. Yo escribo para no olvidar y para que nuestra generación futura tampoco se olvide de dónde viene. En la pasada década, hemos enfrentado un alza en los problemas sociales en general. Problemas en la economía, el desempleo, la criminalidad y la violencia doméstica, entre otros, que afectan la convivencia de una comunidad en progreso impidiéndole que sea efectiva como sociedad. Estos problemas le exigen a la escuela, como institución social primordial de nuestra cultura, el contribuir como instrumento reparador de nuestra sociedad. Más allá, hay un problema que está alarmando a nuestro país y es la criminalidad juvenil. Muchos piensan que es culpa del gobierno y los medios de comunicación, otros, que es el alza del desempleo o incluso la desesperación económica. Esto sin duda sí afecta que se propague esta “plaga”. Sin embargo, es la pérdida de los valores morales y las leyes de vida en nuestra nación el verdadero culpable de esta desgracia."

Abelardo Milton Díaz Alfaro


“... los grandes sólo son grandes para aquel que se arrodilla.”

Abelardo Milton Díaz Alfaro



"Más bien soy un puertorriqueño que le teme a aquellos puertorriqueños americanizados que han tratado de olvidar a su patria por alcanzar el bienestar que, en realidad, es una mentira, pues los mantiene un gobierno y no subsisten por su propio esfuerzo. A esos los llamo “Jíbaro Wash Wear”. También hay que conocer el ayer porque nuestro pasado nos guía en la historia para hacer un mejor presente. ¿Sabes una cosa? ¡Qué el presente es pasajero! Hay que amar nuestra tierra como se ama a nuestros padres, hay que tener raíces. Un hombre sin raíces no tiene sentido de análisis, ni entiende su camino hacia el futuro, en fin, es un ser guiado por un destino equivocado. Soy puertorriqueño y amo a esta tierra y no puedo entender cómo se puede amar a otra tierra sin antes conocer y amar a la nuestra."

Abelardo Milton Díaz Alfaro


"Mi labor como trabajador social me dio las herramientas para comenzar a escribir historias reales que reflejaban el modo en el que vivía el jíbaro en Puerto Rico. Yo emprendí un viaje de cultura y conocimiento, estudié el jíbaro desde que comencé a laborar como trabajador social. Comencé a observar de cerca en qué le gustaba trabajar, qué comía de cena así como sus posturas e ideales para poder tener un entendimiento más profundo de la importancia de la convivencia social."

Abelardo Milton Díaz Alfaro



"Mi mayor inspiración para escribir mis historias es el “SÍ PODEMOS” y el campesino. El “SÍ PODEMOS” en un grito para actuar sobre la dejadez y salir a luchar por nuestras ideas para levantarnos ante las personas que nos pisotean. El campesino puertorriqueño sin educación no se podía defender ante las injusticias sociales y en estos tiempos se han dejado de cultivar nuestras tierras. El puertorriqueño ha optado por entregar la tierra al extranjero para que se haga cargo de ella. Yo considero que eso es el efecto de negar de donde somos. Nuestra tierra es sagrada y deberíamos conservarla. Si dejamos nuestro patrimonio a los pies del gobierno vamos a terminar sin nada, vamos a estar nuevamente como al principio, descalzos y sin amor propio."

Abelardo Milton Díaz Alfaro



"Naciste como expresión breve y sutil de la belleza pura. No para ser fornido, ni útil, sino para cantar la maravilla del paisaje."

Abelardo Milton Díaz Alfaro
Elogio al Flamboyán




"Y descendió la escalera de caracol y por la enlunada veredita se hundió en el mar de sombras del cañaveral. Sangrante, como si le hubieran clavado un estoque en mitad del corazón.
Al otro día por el portalón blanco que une los caminos de las fincas lindantes, vi al jincho traer atado a una soga un enorme toro blanco. Los cuernos cortos, la poderosa testa mapeada en sepia. La dilatada y espaciosa nariz taladrada por una argolla de hierro. El jincho venía como empujado, lentamente, como con ganas de nunca llegar, por la veredita de los guayabales.
Y de súbito se oyó un mugido potente y agudo por las mayas de la colindancia de los Cocos, que hizo retumbar las rejoyas del San Lorenzo y los riscos del Farallón. Un relámpago cárdeno de alegría iluminó la faz macilenta del jincho.
Era el grito de guerra del Josco, el reto para jugarse en puñales de cuernos la supremacía del padronazgo. Empezó a mover la testa en forma pendular. Tiró furiosas cornadas al suelo, trayéndose en el filo de las astas tierra y pasto. Alucinado, lanzó cabezadas frontales al aire, como luchando con una sombra.
El jincho en la loma, junto a la casa, aguantó al toro blanco. El Josco ensayó un tranco ligero, hasta penetrar en la veredita. Se detuvo un momento. Remolineó ágil y comenzó a estoquear los pequeños guayabos que bordean la veredita. La testa coronada se le enguirnaldó de ramas, flores silvestres y bejucales.
Venía lento, taimado, con un bramar repetido y monótono. Alargaba la cabeza, y el bramar culminaba en un mugido largo y de clarinada. Raspó la tierra con las bifurcadas pezuñas hasta levantar al cielo polvaredas de oro. Avanzó un poco. Luego quedó inmóvil, hierático, tenso. En los belfos negros y gomosos la baba se le espumaba en burbujas de plata. Así permaneció un rato. Dobló la cerviz, el hocico pegado al ras del suelo, resoplando violentamente, como husmeando una huella misteriosa. En la vieja casona la gente se fue asomando al balcón. Los agregados salían de sus bohíos. Los chiquillos de vientres abultados perforaban el aire con sus chillidos."

Abelardo Díaz Alfaro
El josco








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