Agnès Desarthe

"El antisemitismo no está resuelto,, ni mucho menos. Francia no ha hecho la menor autocrítica tras su actuación en la II Guerra Mundial, y los franceses siguen siendo muy racistas hacia las minorías. Mi hijo pequeño, que se llama Isaac, está aprendiendo a convivir con los insultos de sus compañeros de colegio o de los vecinos de mesa en el restaurante, que en cuanto me oyen pronunciar su nombre empiezan a quejarse por lo ruidosos que son 'estos judíos'. Incluso cuando nació y dejamos en el contestador un mensaje comunicándolo recibimos varias amenazas."

Agnès Desarthe


"Los dos jóvenes están hablando (¿hace falta que lo especifique?) de Proust.
No sé nada de ese escritor. ¿He oído hablar de él antes? ¿No es el autor de un tratado culinario sobre repostería? ¿Cómo termino por descifrar su conversación? Quizás tenga el morro de preguntarles llanamente de qué hablan.
Porque en mí, la vergüenza a menudo raya en la audacia. Voy mal vestida y no conozco nada ni a nadie, pero esos tíos tienen pinta de tener cincuenta años y yo tengo quince, fumo, no llevo sujetador y soy muy sexy (comparada con ellos, se entiende). Entreveo la distancia que me separa de un cierto mundo. El curso pasado, en el grupo C de un instituto de la periferia, conseguía pasar por un genio literario porque conocía el significado de la palabra «acmé» y porque los chicos de mi clase seguían jugando a la guerra o a los vaqueros en los pasillos.
Este curso, en el grupo A del instituto Henri IV, voy a tener serias dificultades para mantenerme a la altura. Quiero integrarme. Quiero ser como ellos. ¿Voy a ponerme a leer? Al mismo tiempo, adoro lo marginal, quiero ser diferente, me siento al fondo de la clase con una chica que se parece a mí. Ella viene del liceo francés de Túnez. Somos las dos locas de la clase, con la raya pintada de khôl, las mangas de nuestras camisas de hombre cubriéndonos los dedos y la sonrisa burlona en los labios.
No sé cómo, consigo darlas con queso, sobre todo en francés, donde saco unas notas alucinantes. Mi éxito escolar, por muy matizado que esté, sigue siendo para mí un enigma irresoluble. En mi espíritu reina la mayor de las confusiones, no domino ningún conocimiento, afirmo ante el padre de mi única compañera de clase, el señor R, profesor erudito, señor largo y refinado, que «inflar» se escribe «hinflar». No me da miedo nada. Sigo escribiendo. No recuerdo haber leído ni un solo libro ese año."

Agnès Desarthe
Cómo aprendí a leer



"Me horrorizan los lamentos y el espíritu de seriedad. A mi modesta manera, practico el comic relief shakespeariano. Ante la negrura, e incluso ante el horror, mi reflejo consiste en buscar por dónde introducir el humor. Es a la vez una forma de cortesía y un arte poético."

Agnès Desarthe


"Se pueden trazar numerosos paralelismos entre cocina y escritura: el equilibrio de los sabores, lo picante y lo dulce, el contraste entre lo suave y lo crujiente, la consistencia y el grosor de los trozos, etcétera. La gran diferencia estriba en el hecho de que la escritura es cosa de soñadores, mientras que un restaurante, en tanto que empresa, exige del gerente una forma de seriedad y organización de la que carezco. Pero en ambos casos hay una toma de riesgo, el deseo de hacer las cosas bien… y un cansancio enorme."

Agnès Desarthe


"Yo soy alérgica al dogmatismo, y todavía más al dogmatismo en literatura; por eso un libro no me parece el sitio para lanzar mensajes políticos. Precisamente la gran fuerza de la literatura radica en que no necesita ser explícita, no le hace falta hacer evidente el mensaje. Aun así, si uno quiere hacer sátira política, como han hecho algunos grandes autores, lo menos que se le puede exigir es que tenga una gran cultura política."

Agnès Desarthe


"Yo soy judía, como mi marido y mis padres, que proceden uno de Rusia y la otra del Líbano."

Agnès Desarthe











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