Albert Drach

"La disociación del capital desgarraría a los judíos y beneficiaría a los cristianos. Los empresarios y trabajadores tratarían de retener el capital y expandirlo, actuando en un caso a favor y en otro en contra de los intereses del Estado: se trataba de salvar el núcleo del capital, aunque dicha acción tuviera una víctima propiciatoria.
Se daba el plus de que los más miserables albergarían esperanzas y ése es el fin al que deberían tender. En lugar de más salarios y menos horas de trabajo para los padres de familia, se les concedería la oportunidad de ser héroes. El capital y el clero bendecían la lucha contra los infieles. Un hombre sin lazos familiares se hastía de pensar y se adhiere como individuo a la masa, se convierte en un soldado en un ígneo orbe, en un nuevo orden que podría resucitar al ave fénix."

Albert Drach
Das grosse Protokoll gegen Zwetschkenbaum



"¿No conoce usted al doctor Honigmann? Nadie lo conoce, y a todos les da la impresión de que deberían conocerlo.
Cuenta quién era en su día o, para ser preciso, a quiénes conocía. Por tanto, es austríaco o, como mínimo, vivió mucho tiempo en Austria. Conoció incluso a Seipel, quien recibió de él más de una donación. Aquel gesto debería ayudarle ahora. También ha sido jurista, pero no ha «ejercido», esto es, no se ha ganado la vida como jurista, sino por otros medios. Cuando huyó a Occidente, no contaba con los papeles necesarios, de modo que lo hizo a pie. La guardia fronteriza quiso devolverlo. Se sentó sobre una piedra a este lado de la frontera. ¿Por qué salir si ya estaba dentro? Ahora, no obstante, la cosa va en serio. Según él, el prefecto (al que, por tanto, conocía y con el que incluso intimaba) le había dicho que se largara y no se dejara ver. Pero ¿cómo no dejarse ver si la muñeca es tan guapa? Una «muchacha aria» y, además, cincuenta años más joven que él. En consecuencia, él debe de tener más de setenta o ella es todavía una niña. ¿Por qué salir si ya está dentro? Le entregó cincuenta mil francos cuando lo pillaron, allí mismo, en la policía, donde el prefecto es todopoderoso. «¡Quédate con esto, muñeca! La cosa va en serio. ¡Debería haber creído al prefecto!» ¿Lo «sacará» el prefecto? No lo hará, porque tiene las manos atadas. Hitler ha exigido el «suministro» de veinte mil judíos."

Albert Drach
Un viaje nada sentimental


"Sr. ¿Es usted un oficial?
Kasperl. No, soy una persona ordinaria.
Sr. ¿En el frente?
Kasperl. No, en Monturdepot.
Sr. ¿Ha matado usted a siete?
Kasperl. ¿Yo a siete?
Sr. ¿Qué quiere usted de mí?
Kasperl. Mi orden.
Sr. ¿Por quién me toma?
Kasperl. ¿Por quién le tomo?
Sr. Creo que yo le conozco.
Kasperl. ¿Conoce a alguien más?
Sr. No.
Kasperl. Entonces usted no me conoce.
Sr. He estado donde se lucha.
Kasperl. Le ha ido mal
Sr. Mis recuerdos son vagos.
Kasperl. Le mostraré la luz.
Sr. ¿Qué quiere de mí?
Kasperl. Decláreles la guerra a los gigantes.
Sr. Esto no es un cuento de hadas.
Kasperl. En realidad empieza a serlo.
Sr. Todo volverá a ser como antes.
Kasperl. Entonces todos reiremos.
Sr. Entonces todo es divertido.
Kasperl. En mi pueblo no se divierten.
Sr. ¿De dónde es usted?
Kasperl. De Kasperl.
Sr. Todas las personas ríen."

Albert Drach
Das Kasperlspiel vom Meister Siebentod







No hay comentarios: