Alfred Döblin

"Así son los alemanes.... los aristócratas de arriba duros como el cristal, fríos como el hielo, servidores del rey, las masas trabajadoras dispuestas, flexibles, sentimentales, susceptibles a la brutalidad, la clase media educada y cobarde hasta el punto de servilismo."

Alfred Döblin



"Cultiva tu futurismo. Yo cultivaré mi Döblinismo."

Alfred Döblin



"El mundo está hecho de azúcar y suciedad."

Alfred Döblin




"El tema de la novela es la realidad liberada del alma. Al lector, con total independencia, se le presenta un proceso estructurado: que lo evalúe él, no el autor. La fachada de la novela no puede ser otra que piedra o acero, eléctricamente resplandeciente u oscura. pero en silencio."

Alfred Döblin



"Enseguida se oyó un ligero timbre infantil que procedía de la planta baja, después un portazo, el ruido de una cadena y, por último, el crujir de una cerradura. Entonces el timbre de la venta sonó dos veces, y luego todo quedó en silencio. Herta, ya en la primera planta, se agarró a la barandilla y gritó: -¿Por qué llevas la capucha puesta?
Wadzek no se volvió.
-Es por la lluvia.
Cuando las dos mujeres hubieron entrado en la casa, unos pasos pesados subieron la escalera. Schneemann, el hombre gordo y redondo, se movía. También él llevaba un loden que había comprado la tarde anterior; temiendo llamar la atención del propietario de la tienda por comprarse un abrigo grueso un día seco y caluroso, Schneemann se quedó con el primer modelo que el locuaz vendedor le había ofrecido, una prenda que le iba muy estrecha de hombros y que además iba arrastrando. Aquel abrigo estaba hecho para un Goliat delgado. Así que Schneemann subió la escalera arrastrando su larga cola, y asustó a Wadzek con el roce del paño. Wadzek se puso a hablar solo, maldiciendo en el rellano, y balbució:
-¡Alto, alto! ¿Quién es?
Schneemann contestó atribulado:
-El abrigo me queda largo.
Wadzek lo esquivó, miró hacia la escalera con desconfianza y dijo que tenía que remangárselo. El gordinflón gritó:
-¡Eso hago todo el rato, pero también me arrastra por detrás!
Wadzek lo apaciguó; debía hacerse con un imperdible, las mujeres se encargarían, también se podía coser. Schneemann tenía manchas rojas en las zonas granujientas de su rostro gris; las manos le temblaban; intentaba sin éxito abrir el corchete del cuello del abrigo; estaba decidido a cambiarlo por otro; le habían engañado, no sólo era demasiado largo, sino que además le apretaba casi tanto como una pinza. Wadzek lo observaba co interés; era obvio que el corchete tampoco valía para nada, pues estaba escondido. De pronto el cuello se desgarró ante los acalorados esfuerzos de Schneemann, y quedó totalmente desbocado; un pequeño jirón de paño colgaba de la corcheta, aún cerrada. El dueño de la prenda hizo un ovillo con ella y la arrojó contra el suelo; ambos convinieron en que Schneemann había sido muy mal atendido durante su compra, por no decir estafado; incluso en aquel estado, la prenda debía ser cambiada por otra sin más dilación.
-Tiene que ir a cambiarlo-dijo Wadzek impasible, guiñando los ojos desde arriba-. Debe ir a la tienda.
-Sí- dijo Schneemann con voz ronca, estaba muy encendido, prosiguió en tono burlón-: ¿No le importaría hacerme el favor de ir usted? Me he dado un golpe en la rodilla y me cuesta andar.
Wadzek asintió lamentando la situación, y preguntó compasivo de qué pierna se trataba, aunque añadió que era imposible cambiar un abrigo sin probárselo. Aquella pareció ser justamente la respuesta que Schneemann estaba esperando; el gordinflón dio un puñetazo en el aire y amenazó enojado:
-Usted tiene la misma constitución que yo; hay alguna pequeña diferencia, pero menor; ¡lo que importa es el contorno de pecho y el ancho de hombros! ¡Pregunte a su sastre, eso es lo que cuenta en un abrigo! ¡A usted pueden llamarle a filas igual que a mí!."

Alfred Döblin
Wadzek contra la turbina de vapor



"Escribir no es morderse las uñas y hurgarse los dientes, sino un asunto de interés público."

Alfred Döblin



“Este mundo es un mundo de dos dioses. Es un mundo de construcción y destrucción simultáneas.”

Alfred Döblin


“La banana es la fruta más limpia, porque su cáscara la protege de insectos, gusanos y bacilos. Se exceptúan los insectos, gusanos y bacilos que atraviesan la cáscara.”

Alfred Döblin


"La lúcida y prosaica Elli conoció en esas semanas extraños y fantásticos arrebatos románticos con su amiga. Era algo parecido, aunque cien veces amplificado, a lo que durante dos semanas la había unido a Link: un estado de ensueño, ahora semejante a la embriaguez. Se produjo un desplazamiento de todas sus perspectivas anímicas; su timbre interior cambió. Era el efecto de las dos fuerzas fascinantes que operaban en ella: el odio irreprimible contra Link, ese pensamiento que ella quería alejar de sí, y la pasión amorosa por su amiga. Sobre todo esa pasión empujó a Elli al heroísmo, la espoleó a actuar viril y heroicamente; tenía presente en todo momento la promesa hecha: «Te demostraré mi amor». Estos dos sentimientos juntos, robustecidos en exceso, derramaron en su alma una fascinación que la sojuzgó y de la que ya no pudo escapar. A menudo se hallaba en un profundo estado de arrobamiento, y entonces descubría que sólo vivía para la señora Bende: «Cueste lo que cueste, sólo vale la pena ser feliz y consumirse en el amor». Refutó las palabras de Grete cuando ésta dijo que se sentía culpable: «No, yo no te culpo de nada». Y, a renglón seguido, la misma cantinela: «Quiero vengarme, nada más». ¿De quién quería vengarse? ¿A quién quería castigar? ¿Por qué este impulso tomaba formas tan fantásticas? Ya no era esa persona en particular, el Link real, a quien atacaba.
Primero, la esfera de odio que él había creado en ella puso en movimiento las fuerzas más poderosas de su alma; después, algo se extendió espontáneamente y creció en busca de objetos. A esta esfera de odio, este poder extraño, incrustado en ella a fuerza de golpes, se oponían su sensibilidad y sus propias convicciones. Antes vivía en un equilibrio interior al que había llegado no sin dificultad. Con el odio lo había perdido. Se había perturbado el juego sutil de las fuerzas estáticas; el mecanismo intentaba ajustarse, reclamaba volver al antiguo estado de seguridad. Elli debía desprenderse del nuevo sobrepeso y aspirar a un reparto equilibrado de las fuerzas interiores. Tanto más aspiraba a ese equilibrio cuanto que esta esfera de odio le parecía esencialmente extraña, mala, peligrosa, inquietante, como si quisiera destruir su pureza interior, su libertad, su virginidad. Pues, en cierto sentido, Elli había sido y se había conservado siempre virgen. Estaba inmersa en un proceso de purificación; las masas purulentas se acumulaban alrededor de un foco infeccioso. Ya había germinado en ella imperceptiblemente la voluntad de actuar. Esta voluntad necesitaba la fascinación, el estado de somnolencia. Necesitaba crearse este clima. Y Elli, tanto tiempo sin guía, se dejó llevar, incluso se arrojó a él. Para ella fue un éxtasis, un sueño en el que se refugió."

Alfred Döblin
Las dos amigas y el envenenamiento


“Las ciudades son el hogar y asiento principal del grupo humano. Son la colonia de coral para el hombre, el ser colectivo.”

Alfred Döblin


"Leo como la llama lee la madera."

Alfred Döblin



"Mis libros, de todos modos, merecían ser quemados."

Alfred Döblin


"Mucha infelicidad viene de caminar solo. Cuando hay varios, es un poco diferente. Debo acostumbrarme a escuchar a los demás, porque lo que dicen los demás también me preocupa."

Alfred Döblin



"Ningún país es tan pacífico como el que lleva a la muerte. La vida se arquea sobre la cabeza como un puente, y debajo corre el agua, lleva el bote, toma aún más."

Alfred Döblin




"No debes ser un pez gordo sobre tu destino. Soy un enemigo del destino, no soy griego, soy berlinés."

Alfred Döblin



"No iba a ser un buen día para él. El mayor se había vuelto en los últimos años diabólicamente supersticioso. Sabía que lo que empieza con semejante telefonazo en medio del sueño no puede acabar bien.
El tren lo llevó a Döberitz (ya lo había decidido el día anterior), para informarse de qué ocurría entre las jóvenes formaciones destinadas al este.
El campo era en parte campo de espera y cuartel para tropas que había que alojar a su regreso, antes de llevarlas a su guarnición y licenciarlas. Luego estaba, una vez que esa masa rebelde que era difícil mantener en orden había pasado, el distrito, severamente delimitado, que formaba el campo de ejercicios y concentración. Entre los barracones y en el campo se veían allí jóvenes soldados y muchos oficiales. De un solo vistazo, el mayor advirtió: aquí hay algo en marcha.
Le alegró esperar cuando le dijeron que el teniente Von Heiberg tardaría una hora en regresar de un ejercicio. Supo por un capitán, en el cuarto de banderas, que la cosa iba bien, pero la cercanía de la gran ciudad, sobre todo Berlín, se hacía sentir desagradablemente. La infección de ideas corrompidas, con el «espíritu levantisco de la patria», llegaba hasta allí. Y no se calmaría hasta que se hubieran puesto en marcha. Lo peor no eran los delincuentes y chusma semejante, que también anidaban allí, no hacían nada y dificultaban el servicio, sino los agitadores encubiertos.
[...]
La brigada criminal que investigaba a los asesinos del vendedor de lotería seguía sin encontrar ningún rastro que condujera a Döberitz. Al fin y al cabo, tenían al principal autor, al verdadero instigador del crimen, y estaba ya en la cárcel de Moabit.
En la noche siguiente al crimen, Konrad había llamado la atención en uno de los locales a los que solía acudir con Lutz. Le había dado a un camarero, con el que ya había hecho a menudo negocios así, un anillo de brillantes para que se lo canjeara por dinero. El camarero aceptó el negocio sin reparos.
Pero el anillo estaba marcado por dentro, y el muerto había registrado cuidadosamente cada pieza, de modo que, al cabo de dos días, en una joyería del sur de la ciudad, fue detenido un caballero que enseñó el anillo, aunque éste era enteramente inocente. Se trataba de un proveedor del dueño del local, y así se llegó al local y al camarero y, una desgracia, el camarero conocía el nombre de Konrad. En la noche siguiente, mientras jugaba, Konrad fue detenido en otro local.
Konrad era brutal y astuto, pero tenía un defecto: creía en su suerte. El verse perdido le puso furioso... con la policía y el juez de instrucción. Se mantuvo mudo.
Sin embargo, de haber sabido qué pensaba su juez habría visto que aún no estaba perdido en absoluto. Porque la investigación preliminar seguía contando con la posibilidad de que el vendedor de lotería se hubiera dejado atar voluntariamente y se hubiera dejado meter el pañuelo en la boca para desarrollar alguna espantosa escena. El criminal se hubiera podido librar diciendo que el pañuelo se había metido demasiado hondo por culpa de la víctima, pero que no había intención de ahogarle. Sin embargo, Konrad calló. Estuvo, también ante el vigilante, absolutamente mudo, por venganza."

Alfred Döblin
El pueblo traicionado



"Para preservar un registro de la propia vida nunca pensé que fuera necesario, aunque todo reviste su importancia, si hace mucho que rezo, qué países he visitado o qué mujeres he amado. Desde el principio sabía que el recuerdo es paciente y vergonzoso y que nos libera de la oscuridad. Era todavía muy joven cuando escuché por primera vez la palabra amor. Las fuentes para mi conocimiento del amor eran muy diferentes. Leí acerca de él en las novelas, la poesía, y más tarde a algunos filósofos. Lo que afirmaban me parecía tan extraño que no pude creerlo, y me atemoricé ante la idea de que mi tranquilo corazón sufriera el dolor de esa enfermedad. Mi búsqueda no tuvo éxito, sin embargo no me dejé intimidar, y a pesar de la eterna tensión, la inseguridad y la debilidad, me emocioné y me apercibí del hábito de mi absoluta melancolía."

Alfred Döblin
Memorias de un indiferente



“Pero así es la vida, los proverbios más tontos resultan ser ciertos, y cuando un hombre piensa, ahora está bien, no está bien para un tiro largo. El hombre propone, Dios dispone, y siempre queda la gota que colma el vaso. el camello."

Alfred Döblin


“Pero es mejor no tener nada que ver con los otros. Eso es suicida. Cada uno a su aire. Ser decente y cuidarse de sí mismo.”

Alfred Döblin


"Pero lo más importante de un hombre son sus ojos y sus pies. Debe poder ver el mundo e ir tras él."

Alfred Döblin


“Prefiere las disonancias del mundomoderno a las más hermosas melodías clásicas.”

Alfred Döblin



"Qué importa que se hayan ahogado dos remeros de Berlín en el Danubio, o que Nungesser se haya estrellado cerca de Irlanda en su Pájaro Blanco. Qué es lo que vocean por la calle, se compra por diez pfennig, se tira, se deja por ahí. Quisieron linchar al Primer Ministro húngaro porque atropelló con su coche al hijo de un campesino. Si lo hubieran linchado, los titulares hubieran dicho: «Linchamiento del Primer Ministro húngaro cerca de la ciudad de Kaposvar», lo que hubiera aumentado el interés, los graciosos hubieran leído hinchamiento en lugar de linchamiento, y el ochenta por ciento restante se hubiera dicho: lástima que sólo haya sido uno, me importa un pimiento, en realidad, lo tendríamos que hacer aquí.
En Berlín la gente se ríe mucho. En Dobrin, en la esquina de la Kaiser—Wilhelm—Strasse, hay tres sentados a una mesa, un patán gordo, que es un gracioso, y su chiquita, una cosa redondita, si no chillase tanto al reírse, y luego otro, que es amigo suyo, de quien no hay nada que decir, el gordo paga por él, y él se limita a escuchar y a reírse por obligación. Son gente bien. La fulana redondita le pone la mano en la boca cada cinco minutos a su ricachón y grita: « ¡Qué ocurrencias tiene!». Entonces él le chupetea el cuello, la cosa dura sus buenos dos minutos. Lo que piensa el otro, que mientras tanto los mira, no les interesa. El ricachón dice: «Y entonces ella le dice: ¿Pero qué ha hecho usted conmigo? Y luego le dice: ¿Pero qué ha hecho? Y a la tercera: pero qué hacha». El acompañante hace una mueca: «Eres un pillo redomado». El ricachón, satisfecho: «No tan redomado como tú deslomado». Beben caldo y el gordo sigue contando chistes.
«Va un cazador por el bosque, y se encuentra una señorita con una escopeta y le dice: "Señorita, ¿quiere usted que cacemos juntos?", ella dice: "No estoy cazando, sólo estoy tirando". "Pues mejor que mejor."» Los tres se ríen a carcajadas. El gordo explica: «Por cierto, hoy tenemos en casa sopa de hierbas». La fulana: «¡Qué ocurrencias tiene!».
«Escuchad, sabéis éste. Dice una señorita: "Oiga ¿qué significa: previamente?" "¿Previamente? ¡De antemano!" "Claro", dice ella, "ya me había imaginado que era alguna picardía! ¡Kchch!"» Todo es muy agradable y divertido, y la chica tiene que ir seis veces al baño. «Le dice el pato a la pata, no quiero meter—la pata. Camarero, la cuenta, son tres coñacs, dos bocadillos de jamón y tres caldos con taquitos de goma.» «Cómo que taquitos de goma, era pan tostado.» «Bueno, pues ponga pan tostado, para mí eran taquitos de goma. ¿No tiene suelto? En casa tenemos un bebé en la cuna y siempre le damos una moneda de un groschen para chupar. Bueno. Vámonos, chata. Se acabó la juerga, se acabó el carbón, vámonos para Bonn.»
También muchas mujeres y chicas van por la Alexanderstrasse y la Alexanderplatz, con un feto en el vientre al que la ley protege. Y mientras, fuera, las mujeres y las chicas sudan con este calor, el feto se está tranquilamente en su rincón, la temperatura es exactamente la que le conviene, y se pasea por la Alexanderplatz, pero muchos fetos no lo pasarán bien luego, harían mejor en no cantar victoria demasiado pronto.
Y hay otros que andan por allí, robando lo que pueden, unos tienen la tripa llena, otros piensan en cómo llenársela. Los almacenes Hahn están completamente derruidos, pero los demás edificios están llenos de tiendas, aunque sólo parecen tiendas, en realidad no son más que gritos, gritos de reclamo, trinos, arrullos, gorjeos sin bosque.
Y volví el rostro y vi todas las injusticias que hay bajo la capa del cielo, y he aquí que había lágrimas en los que padecían injusticia sin que nadie los consolara, y los que cometían la injusticia eran demasiado poderosos. Y alabé a los muertos, porque habían muerto ya."

Alfred Döblin
Berlin Alexanderplatz



"¿Revolución? Desenrosque el asta de la bandera, envuelva el banderín en las tapas de aceite y ponga la cosa en el baúl de la ropa. Que la anciana le traiga sus pantuflas y desate su corbata roja ardiente. Siempre hace revoluciones con su tazas, tu república, nada más que un accidente industrial."

Alfred Döblin



“Si el padre es arbusto quiere que el hijo árbol sea. Si el padre es una piedra, una montaña el hijo ha de ser.”

Alfred Döblin



"Solía ​​pensar que los grandes maestros te inspiran. Ahora creo que estaba equivocado. Los buenos maestros te inspiran; los grandes maestros te muestran cómo inspirarte todos los días de tu vida. No te muestran su magia. Te muestran cómo para hacer tu propia magia."

Alfred Döblin



















No hay comentarios: