Aquileo Echeverría

Acuarela

A Francisco Alpízar A.

Con la tinaja al cuadril
alegre va la trigueña
por el camino que lleva
al arroyo de la selva. 
Los pájaros la saludan,
las mariposas la besan;
arcos triunfales le brindan
higuerones y altas ceibas,
y alfombras multicoloras
margaritas y verbenas.
No empaña una nube el cielo
ni su semblante una pena;
al balcón de sus ojazos
se le asoma el alma entera,
canta como el pajarito
que nadie a cantar enseña;
canta cosas delicadas
que saca de su cabeza:
«Qué alegre que está la tarde,
qué bonita, qué serena;
¿qué buscan las tortolitas
que corren entre las yerbas?
Muy buenas tardes, jilguero,
¿cómo está tu compañera?
Estrellitas de los cielos,
¡quién os mirara de cerca!
¡Adiós, colibrí orgulloso,
ya sé lo de la azucena!
Mariposas de oro y grana,
volad, que la noche llega.»
Al arroyo va la niña;
en la clara linfa llena
la vasija y ve su imagen
en las aguas prisionera.
Las piedrecillas menudas
que brillan sobre la arena
son de variados colores
y son de formas diversas.
Flores mil de mil linajes
engalanan las riveras
y mecidas por el aire
la Cándida espuma besan.
Lejos un viejo cenzontle
en un cedro se recrea,
ensayando una balada
que compuso a las estrellas;
y es de oír las otras aves
que en el canto se embelesan,
imitando los arpegios
de su inimitable lengua.
Con claveles olorosos,
cuyo rojo vivo alegra,
se engalana la muchacha
las rollizas, largas trenzas;
y tendida sobre el césped
que le brinda almohada fresca,
bajo el palio de esmeralda
de las gráciles palmeras,
da a los vientos juguetonas
sus sencillas pastorelas,
ya pintando sus amores,
ya sus dichas, ya sus penas.
¡Qué admirable en su apostura
y sus formas qué perfectas!
Duro el seno de amplias combas,
recios muslos y caderas;
pies menudos, lindos brazos,
ojos vivos, boca fresca.
Por el toldo de las ramas
filtra el sol sus ígneas flechas,
que al besar su carne firme
como en mármol reverberan.
Flor del campo, margarita,
quien te vio de esa manera,
decir puede que vio ninfas
en un bosque de esta tierra
una tarde azul de mayo,
una tarde placentera
en que al aire regalaban
los cenzontles sus endechas,
sus aromas los rosales
y el arroyo sus cadencias;
una tarde en que la niña
fue por agua hacia la selva,
una tardecita hermosa,
una tardecita fresca.

Aquileo Echeverría




Mercando leña

-¡ Hola, ñor José María!
Traiga la leña pa verla.
Cuánto cobra?
-Cinco pesos.
-¡Ave María gracia plena!
¡Los tres dulcísimos nombres!
-Deje la jesuseadera;
yo pido lo que quiero
y usté ofrece lo que ofrezca,
que usté manija su plata
y yo manijo mi leña,
y no hemos de disgustalos
por cuestiones de pesetas.
Eso sí, quiero decile
que repare en la carreta,
y que espí si está cargada
con consencia o sin consencia.
Si le cabe un palo más
me lo raja en la cabeza.
Yo soy un hombre legal,
feo desilo; pero vea,
a yo naide me' asariao
hasta l'ora por mi leña.
Esta es quisarrá amariyo,
laurel y madera negra:
de jierro pa' consumise,
y pa prendese de yesca.
Con una leñita asina
se lucen las cocineras.
-Sí, pero está muy menuda;
tres pesos le doy por ella.
-Por cuatro se la vaseo.
-Si quiere los tres, vaséla.
-Se la pongo en tres con seis,
nada más que pa que vea
que yo, si quiero tratar.
-No mejoro la propuesta.
Acuérdese qu'és verano
y que anda dunda la leña.
Sabe en cuánto compró dos
carretadas ña Manuela,
la mujer que vive ayí
'onde está echada la perra?
¡En cinco pesos!
-Caramba!,
de fijo que era de cerca.
Tal vez jocote o güitite?
-¡Qué va pa güitite!...Buena:
juaquiñiquil y targuá...
-Puede ser que asina sea.
Mas volviendo a nuestro trato
se la largo en tres cuarenta.
-Los tres pesos que le dije.
-Arrimeles la peseta
y tratamos.
-Ni un centavo.
-Dónde le boto la leña?
-¡Abrite el portón, Jacinta!
-¡Está con yave, ña Chepa!
-Aspérese, voy'abrile.
-¡Gui! Güey viejo sinverguenza!
¡Confisgao tan pachorrudo!
Gui, gui. Jesa, jesa, jesa!
-Entrela en brasaos pequeños
pa librar la chayotera.
Coja por este saguán
y d'iay cruza a la derecha,
y en el rincón de l'esquina
me l'acomoda en estebas
de modo que deje paso
al común.
-Sí,? De deveras?
Con que quiere de remache
que le meta yo la leña
y que d'iay se la acomode,
y que ha de ser de manera
que dé paso a la letrina?
Dígame, señora Chepa:
no le gusta más pelada
y olorosa a yerbagüena,
y con lasos en las puntas,
y aspergiada de canela,
y que además le regale
como a modo de una feria,
el chonete, los güeysiyos,
los calsones, la carreta,
y este chuso, y esta faja,
y'a la sonta de mi agüela?
-¡Qué hombresillo tan malcriao!
¡Cargue pronto con su leña!...
-¡No! ¡Si la voy a dejar
pa que la queme de muestra!...
¡Que me alse el patas el día
que güelga a tratar con viejas!

Aquileo J. Echeverría



"Para esas gentes que tienen, sano el cuerpo y limpia el alma, en el cielo todo brilla, y en la tierra todo canta."

Aquileo Echeverría







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