Georges Dumézil

"Los dioses Indra y los Nasatya, cuya asociación es tan necesaria y estrecha, no han estado juntos siempre, con todo, formando una sociedad unitaria, y la casualidad de que una leyenda irania confirma, a propósito de algunos rasgos esenciales, que el tema de este relato, procedente sin duda del "quinto Veda", del corpus oral de las leyendas, era ya prevédico, indoiranio. En un principio, los dioses del último nivel, los Nasatya donadores de salud y prosperidad, estaban aparte de los demás dioses: éstos, con su jefe Indra a la cabeza (pues tal es el estado de la jerarquía divina en la epopeya), Indra armado del rayo, les negaban lo que es el privilegio y como el certificado de la divinidad: la participación en el beneficio de las oblaciones, so pretexto de que no eran dioses "como es debido", sino una especie de artesanos, de curanderos, demasiado mezclados a los hombres. El día en que los Nasatya plantearon su pretensión de penetrar en la cooperativa divina, se armó un conflicto agudo.
Se ve cómo esta entrada en materia es paralela a la separación inicial de los Ases superiores -el mago, el fulgurante- y de los Vanes inferiores -los donadores de riqueza y de fecundidad. En la India, señalémoslo sin tardar, la heterogeneidad de los dos grupos de dioses no podría explicarse por el contacto y el conflicto de religiones, de pueblos diferentes, como se propone que se considere en Escandinavia para los Ases y los Vanes: Mitra-Varuna, Indra, por una parte, los Nasatya por otra fueron con título, al mismo tiempo, en el mismo orden jerárquico, traídos por los conquistadores indoiranios tanto al recodo del Éufrates en el siglo XIV antes de nuestra era como a la meseta irania y a la cuenca del Indo. Pero las concordancias entre Snorri y el Mahabharata no quedan en esto. Se extienden a un conjunto de rasgos, complejo y raro, que permite al comparatista ser más afirmativo."

Georges Dumézil
Los dioses de los germanos



"Por lo que toca a la primera, muy pronto fue posible obtener un cuadro sencillo y enteramente coherente del cual la India védica – verificada por Irán – proporciona, con su Varuna y su Mitra, un ejemplar teológico bien conservado y del que Roma ha heredado una exposición muy completa en la historia de sus fundadores, Rómulo y Numa. Con evoluciones propias de cada una, Escandinavia e Irlanda han confirmado esta primera imagen. Luego, al lado de los dos aspectos y personajes principales de la soberanía, han sido deslindados los servicios y las figuras de dos soberanos menores, de los cuales los indoiranios, los romanos y los escandinavos presentan realizaciones diversas, pero de igual sentido. Si aún deben examinarse cantidad de puntos más de cerca, no parece que falte mucho por añadir a estas líneas maestras. No ha ocurrido otro tanto con los dioses y los mitos de las otras dos funciones. Uno de los caracteres más inmediatamente apreciables de la tercera es su fragmentación en provincias muy numerosas, cuyas fronteras son imprecisas: fecundidad, abundancia en hombres (masa) y en bienes (riqueza), alimentos, salud, voluptuosidad, etc., son nociones que se condicionan unas a otras, que se comunican unas y otras por mil capilares, sin que sea posible determinar entre ellas un orden de derivación. Otro carácter de la misma función es su estrecha vinculación con la base geográfica, topográfica, étnica también, de cada sociedad particular y con la forma, los órganos variables de cada economía."

Georges Dumézil
El destino del guerrero


"Un día que estaba en la terraza de uno de sus palacios, contemplaba los campos verdeantes que rodeaban su morada, y al mirar a lo lejos no veía sino verdor. Y mientras, encantado con aquella prueba visible de los buenos cultivos, gozaba y recreaba sus ojos ante la belleza de ese espectáculo, avistó en lontananza, en un intersticio de verdor, un objeto negro sobre fondo blanco. Al dar la orden de que enviaran allá a toda prisa a un hombre que investigara qué era aquello, el mensajero, a su regreso, contó que un hombre que iba de aldea en aldea, completamente ebrio, se había caído en el campo como un cadáver y que un cuervo, habiéndose lanzado sobre él, le había arrancado los ojos. Kay Kobād, muy preocupado por este hecho, mandó proclamar la prohibición de beber vino y las penas más severas contra los bebedores. Entonces el pueblo se abstuvo de beber vino durante algún tiempo.
Ahora bien, sucedió que un día un león se había escapado de su jaula y nadie había podido capturarlo ni llevarlo de vuelta a su encierro, hasta que acertó a pasar por ahí un joven que lo sujetó de las orejas, lo montó como se monta un asno, lo hizo andar dócilmente y luego lo entregó a sus guardianes. Se informó de esta aventura a Kay Kobād, que se asombró mucho y dijo: “Ese joven no puede ser sino un loco o un ebrio”. Lo mandó comparecer ante su presencia y le dijo: “Dime sin mentir cómo has podido ser tan temerario para montar al león y estarás exento de culpa”. El joven respondió: “Sabe, ¡oh rey!, que amo a una prima mía, que lo es todo para mí en el mundo. Tenía yo la promesa de mi tío de dármela en matrimonio, pero él ha faltado a su palabra y la ha casado con otro, a causa de mi humilde posición y de mi pobreza. Cuando lo supe, estuve a punto de matarme y mi desesperación fue extrema. Entonces, mi madre, que se compadeció de mí, me dijo: ‘Esto, hijo mío, es una pena que no podrás superar sino con tres copas de vino, que te apaciguarán algo’. ‘Pero ¿cómo podría beber vino —repliqué—, dada la prohibición que ha proclamado el rey?’ Ella me aconsejó: ‘Bebe a escondidas; la necesidad convierte en lícita la cosa prohibida; además, ¿quién te denunciará?’ Entonces, bebí algunas copas después de haber comido kebab, salí con toda la fuerza que dan el vino, la juventud y el amor, y realicé mi proeza con el león”. El rey, asombrado, mandó llamar al tío del joven y le ordenó disolver el matrimonio de su hija y de su yerno para casar a la muchacha con el sobrino. El tío cumplió la orden y Kay Kobād le hizo un regalo. Llamó al joven a trabajar cerca de él y lo ayudó a superar su mala fortuna. Luego ordenó que se hiciera al pueblo esta proclamación: “Bebed tanto vino como sea necesario para poder cazar a un león, ¡pero absteneos de beber hasta caer en un estado en que los cuervos os arranquen los ojos!”. El pueblo volvió entonces a su costumbre de beber vino, pero evitando llegar hasta la ebriedad total.
Se reconoce aquí un tema muy difundido del folclor de las bebidas alcohólicas: por alguna razón, un rey prohíbe su consumo; alguien que contraviene la prohibición es llevado a comparecer ante el rey, y con su ingenio el infractor salva la cabeza; por otra parte, a veces se levanta o se suaviza la prohibición. En el Cercano Oriente esta historia se atribuye a diversos sultanes, pero se ha detectado una variante de ella hasta en el norte escandinavo. Saxo Gramático cuenta, en efecto, que en el reinado del rey fabuloso Esnio, un terrible mal tiempo arruinó las cosechas y provocó la hambruna.  Al advertir que se consumía en cerveza más que en alimento sólido (cum aliquanto maiorem bibulorum quam eda cium impensam animaduerteret), el rey prohibió las tabernas (conuiuiorum usum abrogans) e incluso prohibió toda elaboración de cerveza. El pueblo se sometió, salvo un quidam petulantioris gulae que, en tres diferentes ocasiones, gracias a estratagemas de divertido ingenio (a ridiculi operis acumine), infringió el decreto y se justificó así ante el rey: la primera vez, en lugar de “beber”, “lamió” la cerveza; después “hizo que bebieran” cerveza unos pastelillos (crustulis), que “se comió” enseguida, procurándose así indirectamente la ebriedad deseada (capace liquoris offula uescebatur cupitamque crapulam lento gustu prouexit), y en la tercera ocasión se puso a beber públicamente y, cuando el rey lo interrogó por última vez, le explicó que lo hacía por amor a él, el rey, que continuaba haciendo cerveza a pesar de la prohibición a fin de que, el día de las honras fúnebres del monarca, no faltara la bebida para las indispensables libaciones funerarias. Esta ironía (cauillatio) avergonzó al rey, que levantó la prohibición."

Georges Dumézil
Mito y Epopeya


“Un país sin leyendas se moriría de frío; un pueblo sin mitos está muerto.”

Georges Dumézil


"(Las tres funciones son) una concepción y valoración de las grandes fuerzas que dan vida al mundo y la sociedad, así como sus relaciones. Frecuentemente esta ideología está implícita y debe descifrarse mediante el análisis de lo que se dice abiertamente sobre los dioses –y, sobre todo, sobre sus acciones–, sobre la teología y, por encima de todo, sobre la mitología."

Georges Dumézil









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