Joseph Dietzgen

"El corazón es una moneda muy poco confiable, e incluso la voluntad y el conocimiento, como todos los factores ideológicos en general, no deben confiarse como guías si no tienen ninguna base material ... No es amor ni ayuda que es la regla guía de nuestro tiempo, sino martillo o yunque. En realidad es así: quien no quiere ser siervo debe tratar de convertirse en amo. En tales condiciones, es ocioso esperar que las personas sacrifiquen realidades por preceptos ideales. No somos lo suficientemente sentimentales como para esperar tales cosas. Aunque usamos argumentos morales en nuestra lucha contra la burguesía, hacemos todo lo posible para estimular nuestra conciencia de clase."

Joseph Dietzgen



EL FUTURO DE LA SOCIALDEMOCRACIA

Los compañeros de partido de Colonia dedicados y contrariados

El futuro socialista se convierte cada vez más en un objeto de especulación inquisitiva. Amigos y enemigos especulan: los compañeros, en torno al objeto de sus esfuerzos y esperanzas, para hacerse una imagen plástica en la cabeza, los contrarios, para representar sus carencias y empequeñecer lo que odian.

Esto hace que, tanto la impaciencia propia como la reticencia ajena repasen siempre que nuestro futuro no es ningún objeto de especulación privada sino un producto histórico, en cuya formación participa el pueblo en masa. Como el pueblo reúne mentes individuales, que tienen más o menos la necesidad de formarse un futuro, con planes y proyectos, es también natural e inevitable la especulación privada en cuanto a la forma de la sociedad socialista futura. Tan solo debemos ser conscientes del carácter personal y privado de estas especulaciones.

Los socialdemócratas no deben querer ningún profeta, ningún oráculo privado de inspiración divina, que revele la verdad. La verdad socialista se revela por vías generales. Ço que todos conocen es absolutamente ver, y el conocimiento de la mayoría es más ver que el conocimiento de la minoría o el del individuo. De ahí naturalmente la norma de las ciencias naturales de que el experimento es más fiable cuanto mayor es la escala a la que se lleva a cabo. Tampoco hay que excluir que profetas iluminados y genios despegados vean más allá de las masas; pero no deberían recibir ningún reconocimiento para imponer su visión privada a las masas. En los asuntos especializados el pueblo siempre será representado por individuos y parlamentos especializados, pero en su cuestión política-social quiere ser independiente. Por lo tanto nadie puede estarse de formarse el futuro a partir de la especulación privada. Pero los individuos dedicados a la cuestión de la conformación futura debaten según visiones y opiniones, y presentan propuestas y constataciones, que únicamente deben recibir la reserva natural de una opinión privada particular.

El partido como tal no perderá de vista que la base de la comunidad democrática lo suficiente que agradece el consenso presente. Tan solo a la limitación de nuestro programa a ço general, inconfundible e indudable debemos agradecer la exclusión total de todo sectarismo o, cuando menos, a hacer reducir el sectarismo a la impotencia. El orden cerrado del batallón obrero puede resistir si se ven todos los objetivos finales, mejillón en mejillas para quedar en contacto, sin amontonarse, ni hacia adelante, ni ninguna atrás, ni tampoco desviarse. Algo que queremos es completamente claro; queremos cubrir nuestra desnudez, nutrición, indumentaria y vivienda. No es que nos lo enseñe el hoy, sino que tenemos la lección de una historia milenaria detrás nuestra, que el individuo aislado trae su herencia; es por ello que buscamos nuestro derecho in communibus.

Marchamos por tanto en orden cerrado; pero justamente porque lo hacemos, es nuestra marcha nolens quieren un "peligro de estado" político. Con todo, no sólo el aprovechado del estado burgués, incluido el nuestro, se encuentra en peligro, sino todos los que protegen el estado hostil de la caída. Pero ¿quién es nuestro enemigo? Se encuentran muy cerca, ya que es nuestra propia gente, la que se nos opone; individuos de la misma raza, por los que corre nuestra misma sangre, pobres proletarios explotados, que venden la primogenitura a un puñado de champiñones por un plato de lentejas. Bajo estas circunstancias no debemos ir igual que con rifle y sable a herir la propia carne. - Nuestra tarea inmimento es por tanto persuadir a los compañeros porque pasan del campo de los enemigos del país al de los amigos.

Y, en conclusión, ¿cuál ha sido el éxito hasta ahora de nuestra agitación? Hegel ha remarcado que la hierba no crece uniformemente, sino que se hace más en los nudos, a partir de los cuales se forma la espiga, y que si el agua se calienta más y más gradualmente pero repentinamente se deja caer agua enfriada a casi cero grados toda ella se hinchará. Si ahora todo el puñado de cosas fueran posibles cuando de pronto repentinamente nos encontramos en posesión del poder político, ¿sería pues el partido lo suficientemente preparado para aprovechar el momento? Diría sin más: sí. Tan solo deberíamos dejar claro que no permitiríamos ninguna pintura futurista de males y agitaciones.

Suponemos que el ejército imperial se hace socialdemócrata, que los suboficiales conocen a la gente, que la racionalidad prusiana ya no se enseña, que los fusileros han atemorizado al Parlamento con su posible llegada, que los escaños están vacíos, y que un congreso obrero ha ocupado su puesto. Quedaría todavía probablemente por cumplir algo que todos aceptamos: la sustitución del ejército permanente por un armamento general de la población. Se reparten fusiles y sabrosos, pólvora y plomo, y se fundamenta la democracia sobre la roca.

Bajo estas circunstancias al pueblo le influyen las necesidades de producción, al congreso le influye el pueblo, y los miembros individuales – en la medida en que haya entusiastas futuros entre ellos – son neutralizados por el sentido práctico de la mayoría, que sostienen bien alto el principio de que una empresa sin objetivo es una empresa sin cabeza ni pies.

Quienes hablan de falta de cariño del pueblo y piensan en el caos olvidan nuestra premisa de que la situación no se fundamenta en un golpe de mano ni en una ensoñación inesperada del poder existente, sino que se desarrolla a partir del conocimiento socialdemócrata de las masas, las cuales saben ahora que el pan no se puede ganar sin un duro trabajo previo, y que no se trata de profanar la "sagrada" propiedad sino de purificarla, del mismo modo que también los productos disponibles deben servir para la continuación de la producción.

Se trata por tanto de organizar el trabajo, y de hacerlo de manera que cada trabajador obtenga su justa paga, no como hoy que tan solo obtiene una parte escueta, sino el producto completo de su trabajo.

Pero ahora están justamente en un punto donde muchos de nuestros compañeros cobarden ilusiones lamentables desde el desconocimiento económico. Cada uno pide el producto completo de su trabajo. Y es de derecho; pero que no olvide que en la sociedad futura no se darán patriarcas, los cuales se basan en unos fundamentos restringidos de la vida ganadera. Trabajamos ya hoy y queremos convertirse en el futuro de forma aún más explícita miembros sociales de un conjunto; es decir, que el trabajo no se reparte tan solo en 1 de los talleres, sino que se reparte nacional e internacionalmente. Que no olvide que cada trabajador individual, cada taller, cada cooperativa e incluso la nación no entrega ninguna pieza, sino tan sólo un elemento del trabajo. La entrega de producto terminado del trabajo es un asunto internacional. El agua se puede repartir, y algo que se reparte son partes del mismo tipo; pero no se puede dividir un organismo sin descuartizarlo. El proceso laboral es un organismo. Ço que el individuo, ço que la cooperativa e incluso la nación entrega es una entrega inacabada y, por ahora, todavía inútil. Si también el carpintero ha completado su pieza de madera, tampoco puede entregar entonces un elemento de trabajo acabado, sino tan solo una pieza, porque la casa pertenece a algo más que al carpintero. Y cuando incluso se ha completado la casa, el trabajo es todavía inacabado, porque también los muebles, los armarios con la ropa, los botes de cocina y mucho más es necesario para cocinar con ellos. Una persona civilizada requiere el trabajo de todo el mundo civilizado; ciertamente tan solo una parte, pero una parte del trabajo global. Por eso, cuando ya hace tiempo que no nos hace falta el canje, ni que cada uno requiera dinero para sus entregas, porque en el dinero está el secreto, una pieza del trabajo global atañe a todas las personas civilizadas. ¡Cómo podría nadie vivir del producto de su trabajo, cuando el trabajo privado es tan especializado y la vida requiere tal variedad de cosas! Se quiere naturalmente tan solo un equivalente, tan solo una compensación justa. Pero justamente es esta la cuestión: ¿qué quiere decir justo? ¿Qué es equivalente?

Guardam-nos de la justícia idealista; és un esquema metafísic, en el qual molt d'allò recent projecta ombra en el nostre “futur”. Consideram el món burgès actual, del qual és sabut que no destaca per la seua justícia. Però aquesta justícia és encara preferible a la que hi havia prèviament entre cavallers i serfs i entre els monestirs i els pagesos. — Qualcú requereix, i el satisfan; però hom tan sols pot requerir allò que siga possible i decorós. La classe treballadora vol tot el dret, no cap tros — però tan sols ho vol en la mesura que és decorós, és a dir, que és possible. Ja que tot el dret és directament impossible, perquè es desenvolupa històrica i ho farà també així en el futur. La justícia creix amb la civilització, però de cap manera s'ha de pensar en una civilització introduïda per decret, o en una justícia introduïda en una determinada jornada revolucionària. Podem civilitzar-nos tan sols poc a poc mentre ens treballam.

La cosa, amb tot, s'aclareix i s'il·lumina quan retornam al nostre Congrés, la nit que esdevé un Parlament Popular. Ha començat amb urgència: amb l'espasa en les mans del públic. El que segueix no pot especular sobre la justícia, sinó sobre la creació de treball remunerat per als sense-feina. Els mitjans no hi manquen. No és, però, gens socialista que el treguem dels que es dediquen al seu propi treball, és a dir als petits artesans i pagesos. A prop tenim la reclamació de la humanitat, que serveix molt i cobra poc. Allà hi ha les societats ferroviàries, els dominis i els béns senyorials, les mines, les foneries, els torns, les filatures, els telers, etc. etc. En la mesura que el senyoriu s'ha comportat correctament fins ara, ens comportarem nosaltres. Els expropiadors atorgaran una compensació mesurada als expropiats.

La seua renda fins ara inacabable la substituïria el poble per una renda determinada acabable. Fins ara els escollits tenien molt i els molts poc. Què podria ser més just ara que capgirassem aquesta situació? D'una forma que, indubtablement, fos del grat de cadascú, podríem jutjar la justícia. Però no tan sols una dissecció de cabell, no tan sols punyetes i randes filosòfiques! Darrera queden qüestions de comptabilitat com la que segueix: “De quina manera s'ha de fer la paga dels treballadors en l'estat de producció socialista, o bé purament de forma comunista, amb una distribució completament idèntica del plaer, o bé a cada treballador se li hauria de pagar el producte complet del seu treball individual; o bé és compatible amb la justícia que l'industriós i el malfeiner obtinguen el mateix producte, o bé no seria potser més just que amb la força o el talent contribuís en pro dels germans més febles o maldestres”.

Aquesta mena de discurs no tan sols és inútil, sinó que és “malfeinera”, ja que parteix de la visió ben arrelada que l'estat futur pot ser un estat dissenyat. El món socialista podrà ser un món diferent d'aquest roí món burgès, però no completament diferent; encara són el mateix món. La injustícia serà probablement abolida, però la injustícia restarà de totes formes. No siguem criatures! No sortim de la pell. També en l'estat socialista les coses depenen de les circumstàncies, de la diversitat de llocs i moments, de països i d'individus. Pel que fa a la paga igual i desigual, per temps o per peça, industriosos i malfeiners treballen. Com ho poden fer sinó és amb la cooperació d'uns amb els altres? No ha estat sempre així? No és tan sols que el fort ajude al feble, o que l'industriós ajude a l'industriós; també l'industriós ha d'ajudar l'industriós. Aquest és l'únic mitjà de civilització, que compartim, que ens enriquim mitjançant la cooperació, per abastir allò que ens era impossible individualment. Amb els treballadors passa com amb el martell i les estenalles, com amb el cisell i la serra. Les diferents eines comporten una obra; però com mesurarem quina és la que més fa? — Per què el martell clava de vegades en un clau, i després les estenalles el treuen amb un gir, hauria de ser l'obra de les darreres més servicial? Certament que no pagarem amb una creu de ferro un general que comandàs una dotació per lliurar a la comunitat fatigues i perills; però no conec cap raó per al qual el peó que arrossega maons suorós haja de servir més que el paleta, que els col·loca rectes amb facilitat. Si més no, la justícia no em dóna cap mesura moral per a computar el servei, i crec que és d'importància general el que ens ha ensenyat Marx quant a la mesura material o empírica del valor en l'economia burgesa.

Els primers dies després de la victòria del proletariat i potser encara durant els anys següents, la societat socialista cobrirà les necessitats completament justificades de les grans masses si (sense una ampliació extensa del rendiment laboral) cada treballador que realitze una jornada laboral de vuit hores rep el salari mitjà acostumat del país amb un extra del 100%. Suposam que són 6 marcs diaris. Que això es corresponga al rendiment real del treball no és encara quelcom que haguem de mesurar, perquè no podem calcular quina quantitat de plusvàlua de la classe treballadora necessita xuclar la miserable d'economia d'avui. Però si consideram com nombrosos són els ociosos, i amb quin luxe viuen, com de gran és la manca de planificació de l'engranatge econòmic de la nostra patronal, quanta riquesa es gasta negativament, mitjançat mètodes caducs i crisis de desocupació — si ho consideram tot plegat, llavors certament no sembla massa exagerada la idea que el treball en una economia socialista planificada hauria de doblar el salari actual; de forma que no conec cap obstacle a interposar si qualsevol membre del Congrés proposa un salari triple o quadruple. Assumim també que el producte no fos realment prou alt, que el rendiment o el producte del treball no cobrís les depeses del balanç dels socialistes i que els primers anys consumissen la riquesa nacional — que faríem doncs davant d'una calamitat tan horrible? Quantes companyies, quantes empreses es constitueixen sense cost. Com bé diuen, qui no sembra no pot recollir. Els següents exercici econòmics duplicarien i triplicarien el rendiment. I si el capitalista ben finançat no és gasiu, per què ho hauria de ser un socialisme molt més ben finançat? I si entre els companys de partit es desconeix d'on venen els diners, que aprenguen que la nostra riquesa nacional és gran i que per fer-la fluir tenim encara menys escrúpols que Bismarck.

No entenc per què els companys del partit li fan tantes dificultats al futur. Certament que ens és difícil fer-nos una idea del futur, com difícil és superar el perill de nos desfer-nos del sentit servil, de drenar l'empantament moral i intel·lectural i per tant de conquerir el poder polític mitjançant l'extensió d'una millor consciència. Amb tot, fins ara, som prou lluny. La via ja s'ha estès, i les mesures a emprendre ja no es poden posar en dubte. Allà on els mitjans i el material i l'esforç i la potència són disponibles en abundància, no ens haurien d'aturar foteses.

La vista en la distància l'emboira un balafiament desmesurat. Hom no entén l'economia futura perquè hom malentén la present. Els socialistes no fan com el pastor, que separa aquest món d'aquell món, i el present d'un futur fantàstic o desconnectat. Què ens impulsa avui? No pas el treball, car som treballador amb cos i ànima. Quan tan bon punt se'ns force a crear, no serà com l'obligació que ens mou avui. No podem cercar cap llibertat sense obligació. Si el Congrés futur no creu en la introducció legal de l'obligació de treballar, llavors es dirà: si no treballau, no rebreu cap salari, i el qui encara tinga quelcom ho podrà consumir primer; però l'obligació de treballar no la podem aprovar. Ens agrada dir-nos radicals, però això no vol dir que ens sortim de mare, que volguem anar-nos-en d'aquest món de forma total fins a arribar a un altre, tal com canta l'escuramonedes a l'església.

Cal copsar que el futur es desenvolupa orgànicament del present. Tan sols quan hom es fa una idea confosa i exagerada de les innovacions futures, cau en l'error del projectador especulatiu. Com que ara entenem que els diners són tan sols un lligam subordinat per al bescanvi i per a la valoració de productes de treball, no podem alhora pensar que l'estat socialista ha d'abolir els diners i introduir un nou principi o una mesura moral de valor en el seu lloc. Per què no hauríem de deixar en les nostres futures granges i fàbriques que es treballàs per un salari monetari i que continuà el “temps de treball socialment necessari” com a mesura immanent de valor de tots els productes? — Ni que fos per garantir que el treball es paga sempre decentment i sempre hi ha treball assalariat disponible, a la massa popular li hauria de satisfer el nostre avenç. I què s'hi oposa avui al treball assalariat?

Ací, com a tot arreu, el que volem entendre és que cal separar la qüestió cabdal de les bagatel·les. Ço que ens impulsa principalment és que el producte del nostre esforça treball és gaudit per lladres de jornades. Això ho corregeix fàcilment l'estat socialista en el fet que no treballam al servei de persones privades, sinó amb els nostres propis instruments estatals. A la qüestió d'on duem els nostres productes, la resposta fa: compram i venem entre nosaltres i ho consumim nosaltres mateixos i arribam a acords amb altres nacions, quant a què i quina quantitat bescanviam amb ells. Que donam i rebem el valor en or o en un altre producte ens pot importar únicament en el cas concret. L'or disponible en la societat burgesa no es perd en la socialista, i si ens mancàs faríem que l'emperador de Rússia i d'altres potentats ens el canviassen per paper d'estrassa. S'ha dit molt, però no tan sols com una societat pot trobar-se en dificultats, com pot aconseguir l'energia i els mitjans per treballar, la qual cosa fa aparèixer aspiracions més frugals d'acord amb una certa productivitat.

En el futur socialista els funcionaris de l'estat obrer, tot i que funcionaris, són allò que la gran massa d'ells ja són actualment: - treballadors honestos. Tan sols cal allunyar d'ells l'arrogància que adquireixen en governar l'atur. Això mateix pot millorar la mateixa massa popular. I quan s'haja introduït aquest regiment, llavors serà possible restringir les pagues desmesurades i dur els salarials dels treballadors estatals a un nivell digne. Ço que s'hi interposa són meres ximpleries.

Per exemple, la qüestió: com es decidirà en el futur la professió? Com que d'entrada no se sap quina quantitat consumeix la cooperativa social d'aquest o d'aquell producte, i com que alhora tots els treballadors requereixen un treball remunerat, també naturalment pot passar que no tots puguen dedicar-se a la seua tasca preferida, ja que a través d'una economia planificada hom vol impedir precisament que el mercat socialista quede inundat de qualsevol article mentre li'n manca d'un altre. Llavors, doncs, mentre les coses no s'organitzen completament – i això pot durar una eternitat – s'hi donaren dificultats. Però que no n'hi ha prou que els perjudicis més essencials i urgents siguen bandejats? Que no són també actualment expulsats treballadors a centenars del llur sector i llençats a un ofici diferent? Que potser el progrés industrial, la millora de la maquinària, etc., no han mostrat ja la tendència a la divisió del treball en quefers particulars, de forma que l'antiga tasca especialitzada es redueix a oficis manuals simples? La indústria moderna requereix cada vegada menys obrers manuals qualificats, i cada vegada més i més treball és un treball humà mitjà general, que pot fornir qualsevol persona mitjana en els sectors més diferents. D'una banda això facilita el desenvolupament de la indústria, que pot fer un teixidor d'un sabater, i d'altra banda fa que la producció socialista puga orientar a través de la determinació estatística les necessitats de cada conjuntura. Alhora, si en el nostre estat futur qualcú que vol esdevindre pintor ha d'empènyer un carro, llavors no és tan horrible ara que molts que volen ésser generals hagen d'assumir destinacions en les duanes, en el servei de policia i en altres posicions subalternes.

Els malcriats entre cotons poden esvair-se si pensen que ha d'arribar el moment on una necessitat fèrria els force a fer allò que ara cau d'una forma innecessàriament dura en d'altres muscles. La massa popular no es deixarà atemorir per petiteses inflades.

Per als treballadors pròpiament dits aquestes garanties són certament supèrflues. El futur no els pot deparar quelcom de pitjor que el present. No tenen res a perdre. Però el que toca ara és fer entendre al petit burgès que ha d'abandonar el desig de posseir i d'adquirir, perquè és llei natural inabatible de l'economia popular que el petit botiguer ha d'encarar l'agenda envers la gran empresa. Tan aviat com li demostram, deixarà de prendre per bona la seua misèria econòmica per veure clarament com de dia en dia s'endeuta més i més, s'enfonsa més i més i s'apropa més i més a l'agutzil. En ordre tancat desfilen cap als rengles del proletariat. I els qui encara tenen el propi taller i un miler de propietats, no haurien tampoc de refiar-se. Demà entren en pèrdua i demà-passat en fallida, i ço que el pare i la mare no esperaven, els hi passa als infants: abandonen l'estat acostumat i esdevenen treballadors assalariats sans phrase.

I no tan sols el botiguer sinó també el burgès cepat pateix de la malaltia social. Com és que avui els accionistes de la Kalker Humboldt o de la Friedrich-Wilhelm-Hütte de Troisdorf protesten? Sabeu que els negocis únicament funcionen fins que un bon matí l'accionista majoritari o el posseïdors prioritari venen i el liquiden. La qüestió es posa sota subhasta, i un petit consorci adquireix l'esponja per una bagatel·la. No tan sols als peixos se'ls mengen els grossos, sinó que també als grossos se'ls empassen els taurons de boca ampla.

Sota aquestes circumstàncies els colpits burgesos podrien disposar-se a abandonar aquest món miserable i a acompanyar-nos a un altre on en cas de necessitat es proveirà humanament per ells i pels llurs infants. Cal tan sols l'exam de l'estat econòmic de coses, i les classes mitjanes se'ns aproparien en tromba. S'aturen davant la perspectiva d'un futur violent. El socialisme no té cap altra tendència que el moviment natural que cren l'aire i l'espai de la història universal. Som com els homes de Manchester que sostenen que l'actual economia de competència segueix una llei natural eterna. Sí, senyor: únicament amb la diferència que nosaltres comptam amb la ment humana, la planificabilitat i la previsió d'acord amb els factors naturals i és per això també que naturalment no volem que el comerç i la indústria seguesquen com vol el burgès cepat; sinó que es prenguen precaucions ja davant l'ensulsiada econòmica imminent per protegir-nos els caps.

Per això l'única via és la unió de totes les forces treballadores. Ja no volen anar per separat, sinó treballar comunitàriament, com el treball d'una comunitat. El sentit cooperatiu és present, però requereix una ampliació. Tant els individus com els oficis i els sindicats haurien de deixar clar que la subtil balança del jo i del tu en la comuna pot ésser la devoció generosa i altruïsta de totes les forces que d'una comunitat del tu i del jo que no pas és ara en la gasiveria més justa.

Ciertamente tenemos todos los límites del mundo. El comunismo de la civilización entera es una idea bochornosa; los estados democráticos unidos de Europa aún no se han constituido; incluso el Imperio Alemán difícilmente se encuentra en la situación de introducir en todo su territorio y en todas las clases en un día concreto la gran cooperativa. Apenas encontraríamos una pequeña comunidad parroquial que en un tiempo abarcable o ni que fuera con un plazo indefinido pudiera decretar el socialismo con todas las consecuencias. Por lo tanto debemos conformarnos con lo que hay. Asumimos los límites políticos como son. Los trabajadores alemanes, como los franceses y los ingleses, tan solo pueden luchar bajo una base nacional, sin por ello interrumpir el contacto internacional. El futuro socialista sigue pues la misma vía que la producción actual. Por qué no deberían los socialistas de todo el mundo asumir voluntariamente el oro internacional como pago de su trabajo, cuando ahora tan solo cuidan el equivalente de oro que más ofrece hoy, es decir, que se da al caballo la a atasca que requiere. Se abole simplemente el principado y coloca en su lugar a un príncipe estatal democrático. Esto ha hecho ver a la gente que cada céntimo empleado en sentido de la más alta justicia encuentra sentido en el uso al servicio de la comunidad. El ideal socialista radica en el servicio comunitario, pero no en la justicia grosera de una igualación cruda.

Si nuestra producción futura tuviera que fabricar únicamente betún o cerillas, quizás se podría repartir el trabajo y el producto entre cada trabajador de forma cuidadosa; pero incluso entonces bajo la condición de que cada uno pastizase, cojera, etc., la propia trucha, en resumen, que confeccionara el producto del a a la z. Pero ya en una fábrica de uniformes es ventajoso dividir el trabajo, y de tal cerámica o de tal caja terminada no se mide donde empezó o acabó la hacía de cada uno, quien los confeccionó o de quien ha empaquetado el género. El producto se podría repartir aún de forma igual; pero el producto de cada país podría diferir, y algo que vale por uno podría no valer por el otro, o éste no querría comerse lo que cocina.

Los socialistas se parecen demasiado a los capsigranys que bandean las franjas y randas del mundo actual y consideran una producción constante y uniforme; pero la riqueza de la diversidad no la llegan todavía a captar. Es comprensible que, con nuestros sentimientos y preferencias tan reprimidos, tan asfixiado nuestro aliento, no podamos sufrir la diversidad de talento, de conciencia y de gusto. No es nuestro príncipe la pobreza, ni ninguna abstinencia ni ningún celibato, ni ningún absurdo cristiano, sino la riqueza nuestro príncipe, y la producción planificada democráticamente no puede dejar marchitar ninguna particularidad justificada.

Que ahora estén disponibles todos los medios en abundancia no hace tampoco superflua la preocupación por una distribución justa de las obligaciones y de los derechos futuros. Sugiero que inicialmente conservamos en la justicia monetaria las buenas ideas que ya funcionan en el comercio actual, como la idea fundamentada de que cada uno no debe hurtar ni perjudicar a los demás, sino dar valor por cada valor.

Si una pieza de lino vale tres marcos, esto quiere decir que se reconoce que el trabajo medio contenido en 3 marcos equivale al de 1 pieza de lino, es decir que el trabajo de un día debería valer lo mismo que cualquier otro. Sostengamos sólidamente este buen principio y entonces el futuro socialista no podrá hacer nunca hacer bancarota. La cooperativa paga a sus miembros el trabajo diario o la jornada laboral normal según un valor medio, es decir tanto oro como el que se puede producir en un día de trabajo, y con este oro compran los miembros en las paradas de consumo de la cooperativas todos los bienes necesarios que genera una jornada media. Una posible objeción a esto es que en los hechos y en la realidad el trabajo de un día no es nunca igual al trabajo de un día, o que en un taller hay uno maldito y otro hábil, un tercero que hace poco servicio, que el trabajo genial de un día vale más que la mecánica, que son verdades que la sindicación amortigua con la uniformización, y que para el gran conjunto no son, sin embargo, más que focas.

Para aclarar aún más estas reflexiones hay que señalar que el principio estatal socialdemócrata no debe ser empaparse inmediatamente todos los principios privados, sino que inicialmente debe limitarse a ciertas ramas y establecimientos, y luego hacer más y más difícil la vida a sus competidores mediante salarios altos y precios de venta baratos. La producción estatal socialista se dedicará inicialmente a las mayores necesidades, a los bienes de subsistencia o a los llamados artículos básicos. Las delicadezas y las vanidades pueden dejarse silenciosamente en el trabajo privado, hasta que la industria general comunista se haya organizado tan ampliamente, de la misma forma que el resultado del gozo de comida crece con la gana. Entonces pueden también la cocina y el trabajo doméstico hacerse comunistas, en tanto que nuestros hoteleros y restauradores estatales se instalan y a través de precios baratos y de un buen servicio atienden a los compañeros en la table d'hôte. La mayor libertad posible debe quedar, sin embargo, de forma que cada trabajador debe disfrutar libremente del producto de su trabajo según los gustos individuales, bien en una villa aislada o en una animada fonda.

En esta libertad querría poner en discusión de los valiosos compañeros de partido la cuestión de si al odiado Mammon no le habrán brotado ya los dientes, cuando nosotros, desde el estado obrero o popular, hagamos de patrones y poseemos junto a la buena voluntad los medios necesarios para que cada compañero reciba una paga adecuada por los servicios que se le piden. En esto hay que considerar que en el nuevo mundo las personas tendrán que tomar una nueva moralidad, con la que tendrán que soportar todavía centenares de dificultades para hoy nos parecen grandes como montañas.

Como el viejo Catón concluía cada vez sus discurso con un "Hay que destruir Cartago", así debería repetir eternamente en conclusión: No olvidemos, compañeros de partido, por cosas secundarias la cuestión principal.

Joseph Dietzgen




"La función del cerebro es tan material como la del corazón. El corazón y su función son dos cosas, pero dependen una de otra hasta el punto de que una no puede existir sin la otra. La función puede parcialmente sentirse. Sentimos que el corazón palpita, que el cerebro trabaja. El trabajo del corazón incluso puede sentirse con el tacto, lo que no ocurre con el trabajo del cerebro. Pero sería un error imaginar que nuestro conocimiento de la función del corazón se agota con nuestra percepción de la misma con el tacto. Una vez que hemos vencido el hábito de hacer distinciones exageradas entre las cosas, y hemos aprendido a considerar las diferencias de las cosas lo mismo que su interconexión, podemos fácilmente entender que la ciencia de la función del corazón es una ciencia infinita conectada con todas las demás. El corazón no puede trabajar sin sangre, la sangre no puede existir sin alimento, y el alimento está en relación con el aire, las plantas, los animales, el sol y la luna.
La función del cerebro y su producto, el entendimiento, es asimismo inseparable de la interdependencia universal de las cosas. La salud de la sangre, producida por la acción del corazón, no es ni más ni menos que un fenómeno material, como pueda serlo el conocimiento total de la ciencia que aparece como producto de la vida del cerebro."

Joseph Dietzgen
La revolución positiva de la filosofía



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