Mak Dizdar

Lluvia

Debemos aprender de nuevo
cómo cae la lluvia, gota a gota.

Debemos ser cautos
y no mirar más allá de las puertas de la ciudad.

Debemos hallar de nuevo
la senda perdida de la hierba azul.

Debemos hallar abundantes plantas
amapolas y hormigas asustadas.

Debemos dejar caer las claras gotas
sobre nosotros.

En caso de desmayo, pongamos
una brizna de hierba oscura sobre el pelo.

Dejemos que crezca libre
el sol y la sombra.

Dejemos que regrese por último
el corazón evadido hace ya mucho tiempo.

Debemos ser cautelosos y pasar sin mirar
a través de la puerta de la ciudad de piedra.

Debemos anhelar
contemplar toda la noche la caída de la lluvia.

Mehmedalija "Mak" Dizdar



Río azul

Nadie sabe dónde está,
sólo eso sabemos.

Se refugia tras la depresión
después de las siete o las ocho.

En un halo triste, hastiado
y amargo.

Sometido a la espina y
a la ígnea disciplina.

Asentado sobre presentimientos
y dudas después de las nueve o las diez.

Adentrándose más y más
en el profundo arcano del silencio.

Donde no cantan los gallos
ni se escucha el tronar de las trompetas.

Tristeza irracional
que atisba a la divinidad.

Hay un río azul,
muy profundo.

Que en cien años contempla como Los ducados
han perecido en el profundo estío.

Incurable como la longitud
de los sueños.

Hay un río azul.

Hay un río azul
que hemos de cruzar.

Mak Dizdar







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