Michel Déon

"Jacques detuvo su Topolino al pie de la estatua de Francesco di Verla. El condotiero permanecía en guardia a la entrada de la ciudad amurallada. Era imposible franquear la puerta sin hallarse cara a cara con aquel rostro de mirada hosca, tan furioso como Colleoni, de pie sobre los estribos, blandiendo su espada, forzaba a los intrusos a retroceder... hasta la llegada de los aliados, el alcalde le había confiado la labor de limpiar la estatua a diario a uno de sus antiguos empleados. La nueva administración era evidente que no sentía el mismo ánimo hacia el condotiero. Encaramado a su espada, alzada la visera, entre las orejas de su corcel las palomas se aliviaban con inefable satisfacción, habiéndolo cubierto de blanco guano de la cabeza a los pies en apenas cinco años, de forma que parecía un pico o una colina nevada que cualquier otra cosa."

Michel Déon
Te escribo desde Italia


"Las personas que no saben aburrirse y perder el tiempo ellos solos, son el azote de las personas que trabajan, víctimas de su importunidad."

Michel Déon



"Le dio una palmada a la cubierta del libro con la palma de su mano. -Así que el milagro de la sanación todavía sucede. Y Audrey se ha convertido en una chica de corazón tierno y noble. La literatura es maravillosa, ¿no crees? De cualquier forma, espero que veas algunas copias...
-Veinte o treinta mil...
¿Quién va a leerlas? Stanislas siempre prefiere mantenerse al margen. Este libro es bastante impúdico.
Debió darse cuenta de que me hirió con aquellas palabras tan cortantes. Sentía la novela muy cercana a mi corazón. De hecho era el primer libro que había publicado de Stanislas desde que el Sr. Dupuy había muerto.
-No pongas esa cara de enfado. No he dicho que no sea un libro elegante.
Simplemente no me gusta ese tipo de modelo y tengo derecho a decirlo.
¿Se habría sentido amenazada por Audrey? No me lo parecía. La novela no daba indicios de la existencia de una esposa, y Maximilian, aparte de su apasionado enredo con una cierta señorita C... era un hombre libre, un alter ego del propio Stanislas, con la excepción de que él no había llevado a Audrey a los círculos relacionados con Felicité. Esto último admitía muy pocos motivos de pesadumbre: él siempre la había respetado y cuando decidió contar la historia de su vida secreta, lo había formulado a través de la máscara que envuelve a toda novela. Felicité había conformado su filosofía hacía ya largo tiempo. Su actitud hacia Stanislas no tenía nada que ver con la resignación. La forma en que Audrey trataba a Johnny no era tan diferente: él estaba convencido, al menos al comienzo, antes de que ella cayera enferma, de que su esposa regresaría con él. Felicité nunca había dudado de que Stanilas regresaría con ella. Y de nuevo esta terrible realidad ante la que los amantes se hallan impotentes."

Michel Déon
¿Dónde morirás esta noche?








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