Roger Ekirch

"Antes de la Revolución Industrial, hombres y mujeres dormían en dos intervalos durante la noche, con un poco más de una hora de vigilia en el medio, y esa característica era una especie de camino hacia nuestro subconsciente: se podía “contactar” a personas de siglos pasados y reflexionar sobre los sueños en medio de la noche, sin distraerse por el ruido o la luz. Eso ya no existe, excepto para las personas que todavía se despiertan en medio de la noche. Al haber abandonado el sueño segmentado, hemos perdido ese canal hacia nuestros impulsos más profundos. Hoy, los sueños que tenemos momentos antes de despertarnos por la mañana se disipan rápidamente debido a la luz, el ruido y las nuevas distracciones."

Roger Ekirch


"En términos más generales, vivir en un mundo de alta demanda de atención, con una sociedad abierta 24/7 (24 horas los 7 días a la semana), que valora la eficiencia y la productividad hace que muchos de nosotros cambiemos la duración de nuestro sueño. La ironía es que cuanto menos tiempo nos dediquemos a dormir (6 horas o menos), más perfecto esperamos que sea nuestro descanso. Como explico en uno de mis artículos, las personas que padecen el insomnio de media noche (el sueño segmentado) a menudo encuentran reconfortante saber que, desde una perspectiva histórica, su descanso es más natural que el sueño consolidado, un producto artificial de la modernidad. A menudo me han dicho que saber eso disminuye su ansiedad y les permite volver a dormir rápidamente."

Roger Ekirch



"La evidencia del insomnio de inicio del sueño probablemente se remonta a los albores de la humanidad. Las fuentes antiguas ciertamente muestran que era un problema común. Pero sólo en el siglo XIX –tras el paso del sueño “segmentado” al sueño continuo al que aspiramos hoy, aunque no siempre con éxito– la vigilia se veía como un desorden, como una segunda forma de insomnio. Hoy se lo percibe como un insomnio de media noche. Según mis investigaciones, en muchos de estos casos, en realidad, no es un trastorno, sino más bien un eco persistente o un remanente de aquel sueño segmentado, que fue la forma dominante de sueño, al menos desde que Homero lo mencionó en la Odisea."

Roger Ekirch


La gran transformación del sueño

Acomienzos del otoño boreal de 1878, Robert Louis Stevenson, que entonces tenía 27 años, pasó doce días caminando por los dificultosos terrenos de las Cevenas. Su única compañera de viaje era una burra de nombre Modestine. Stevenson recién publicaría La isla del tesoro y alcanzaría la fama literaria unos cinco años después. En plena expedición, instaló su campamento en un pequeño claro rodeado de pinos. Después de una cena reparadora, cuando el sol recién terminaba su curso, se tendió en su “bolsa de dormir”, con una gorra sobre los ojos. Pero, en lugar de dormir de corrido hasta el alba, se despertó poco después de la medianoche, el tiempo de fumar despreocupadamente un cigarrillo y de gozar de una hora de contemplación. Nunca antes había saboreado “una hora tan perfecta”, liberado –se regocijaba–, “de la Bastilla de la civilización”. “¿Por qué sugerencia no dicha, por qué delicado contacto con la naturaleza –se preguntaba–, todos estos durmientes son devueltos a la vida a la misma hora?” (1).

Aquello que Stevenson ignoraba es que lo que experimentó aquella noche de otoño evoca una forma de sueño común en otro tiempo. Hasta la época contemporánea, en efecto, una hora o más de vigilia interrumpía a mitad de la noche el reposo de la mayoría de los habitantes de Europa Occidental, y no solamente de los pastores o leñadores, reconocidos amantes de las siestas. Los miembros de cada hogar dejaban la cama para orinar, fumar un poco de tabaco o, incluso, visitar a sus vecinos. Muchas personas permanecían en la cama y hacían el amor, rezaban o, sobre todo, meditaban sobre el contenido de los sueños que, por lo general, antecedían al despertar de su “primer sueño”.

Una reliquia cultural
Al constatar la indiferencia de los historiadores por la cuestión del sueño, hemos recogido algunas informaciones fragmentarias al respecto en distintos idiomas, gracias a fuentes que van de declaraciones judiciales a diarios íntimos y obras de ficción. A partir de estos fragmentos, resulta posible reconstruir esta enigmática forma de dormir (2). La primera etapa solía designarse con la expresión “first sleep” o, más raramente, “first nap” (“primera siesta”) o, incluso, “dead sleep” (“sueño profundo”). En francés, la expresión utilizada era “premier sommeil” o “premier somme”, en italiano “primo sonno” o “primo sono”, y en latín “primo somno” o “concubia nocte”. El período de vigilia intermedio –que Stevenson llama, de modo poético, “resurrección nocturna” –se llamaba genéricamente “watch” o “watching” (“vigilia”)–. Ambos períodos tenían una duración más o menos comparable. La gente se despertaba después de la medianoche, antes de volver a dormirse por el resto de la noche. Por supuesto, no todo el mundo tenía los mismos horarios para acostarse y levantarse, incluso entre las personas que se acostaban lo suficientemente temprano como para conocer esos dos intervalos de sueño. Y cuando alguien se acostaba después de la medianoche, posiblemente no se despertaba antes del alba.

Resulta tentador, a simple vista, considerar este sueño segmentado como una reliquia cultural de los primeros tiempos de la experiencia cristiana. Desde que San Benito había exigido, en el siglo VI, que los monjes se levantaran después de la medianoche para recitar versículos y salmos, esta y otras reglas de la orden de los Benedictinos se habían difundido en un número creciente de monasterios alemanes y francos. Sin embargo, ¡no solo personalidades que no pertenecían a la Iglesia, como Pausanias el Periegeta o Plutarco, usaban la expresión en sus escritos, sino también autores de la época clásica, como Tito Livio en su Historia romana o Virgilio en La Eneida, ambas compuestas en el siglo I a. C., o incluso en La Odisea de Homero, escrita a finales del siglo VIII o principios del siglo VII a.C.! Por otra parte, en el siglo XX, ciertas culturas no occidentales y no cristianas presentan, desde hace mucho tiempo, un modo de sueño segmentado sorprendentemente similar al de los europeos de la época moderna.

Contrariamente a lo que presumía Stevenson, este despertar nocturno poco tiene que ver con el hecho de dormir al aire libre, aun cuando pastores y cazadores le hayan sacado provecho. Este hábito era compartido por la gran mayoría de la gente en la época moderna. Como lo sugieren las experimentaciones llevadas a cabo en los años 1990 en el National Institute of Mental Health (NIMH) de Bethesda, en Maryland, la explicación probablemente resida en la oscuridad que envolvía a la mayor parte de las familias durante la época preindustrial. Al intentar recrear las condiciones del sueño “prehistórico”, el doctor Thomas Wehr y sus colegas descubrieron que los sujetos humanos, privados de luz artificial al anochecer durante un período de varias semanas, terminaban por adoptar un patrón de sueño fragmentado –que, sorprendentemente, era casi idéntico al de los hogares de la época moderna–. Privados de luz artificial hasta catorce horas en total cada noche, los sujetos de Wehr quedaban, al principio, tendidos en sus camas (...)

Roger Ekirch



"La iluminación artificial se volvió más predominante y poderosa, y además de alterar los ritmos circadianos de las personas, permitió que se quedaran despiertas más tarde."

Roger Ekirch


"La mayoría de los adolescentes están privados de sueño, piensan que dormir es la única función orgánica que pueden acortar. De hecho, ya hay píldoras, no comercializadas, que permiten evitar el sueño durante varios días, tal vez incluso una semana. No soy médico y los historiadores no deben predecir el futuro, pero tengo que imaginar que el impacto a largo plazo de tales drogas en el cuerpo será perjudicial. Dormir bien es necesario. "

Roger Ekirch



"La noche fue el primer mal necesario del hombre, nuestro terror más antiguo y más obsesionante. En medio de la unión de oscuridad y frío, nuestros antepasados prehistóricos tuvieron que haber sentido un miedo profundo."

Roger Ekirch
Tomada del libro El fin del principio de Adam Frank, página 146



“Los sueños fueron tomados muy en serio hasta la Revolución Industrial. Se pensaba que podían ser un modo de comunicarse con amigos y familiares muertos.”

Roger Ekirch



"Más que cambios en el sueño, es interesante ver el impacto que los sueños tuvieron en la vida cotidiana a través de los tiempos. Los sueños de hoy, sean positivos o negativos, se toman mucho menos en serio que en las sociedades preindustrializadas. A excepción de las élites educadas, para quienes con frecuencia se convirtieron en una fuente de burla a partir del 1700, los sueños fueron tomados muy en serio hasta la Revolución Industrial. Incluso más tarde en las zonas rurales. Antes de los enunciados de Freud, desde la Edad Media tardía hasta la Revolución Industrial las personas confiaban en sus “visiones nocturnas” para obtener un panorama más profundo de su propio carácter y también de su relación con Dios. Se pensaba que algunos sueños eran portentos del futuro e incluso un medio para comunicarse con amigos y familiares muertos. Todo eso cambió bajo la influencia de la razón, el escepticismo y otros valores de la Ilustración. También hubo otra influencia: el sueño occidental dejó de ser “segmentado” (también conocido como bifásico)."

Roger Ekirch



"Ningún tiempo anterior en la historia occidental experimentó un asalto tan intenso contra el reino nocturno como ocurrió durante el período de 1730 a 1830."

Roger Ekirch
Tomada del libro El fin del principio de Adam Frank, página 145



"Para la humanidad, dormir bien nunca fue del todo fácil."

Roger Ekirch


"Ya en la antigua Grecia y Roma, especialmente por un problema que era común: no poder conciliar el sueño estando ya en la cama (lo que se conoce como insomnio de inicio del sueño, es decir, cuando el sueño no llega en los primeros 30 minutos luego de acostarse). También hay evidencia de que existía en la Edad Media, junto con otros problemas, el sonambulismo y la violencia del sueño, que se manifiesta en raras ocasiones: cuando las personas pueden abandonar sus camas mientras duermen y tener un comportamiento violento."

Roger Ekirch
















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