Santiago Echandi Ercila

"En tal marco —el del Grial Misterioso y el de la Idea del Mingitorio—, la recuperación por Lacan del agon de Zeuxis y Parrasio sorprende y fascina tanto como no sorprende y reformula; habla de otro ojo y de otro engaño, de otro sujeto social que el de la polis ateniense o el de las resacas del Antiguo Régimen. En realidad, aunque el imperativo lacaniano de "engañar al ojo" remite al agon pictórico, en ritornello va y viene sobre uno de sus propios textos, el pionero y canónico El estadio del espejo como formador de la función del "je" tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica, un título suficiente para advertir que, si no contra Platón, enfila contra la exégesis plotiniana del mito de Narciso: para Plotino [como para Platón], mirar al espejo [como quedarse con las sombras de la Caverna] es el peligroso mythos de lo contrario a una constitución de un Je reminiscente de su inmortalidad pero siempre tentado a disolverse en las aguas procelosas de la Materia, o sea: del Inconsciente inconsciente. Pero el objetivo del psicoanálisis lacaniano se cifra en la fórmula "yo fuerte = inconsciente estructurado". (...) ¿La inversión del platonismo propuesta por Nietzsche pasa hoy por una reiterpretación del mito de la Caverna que apele a la ilusión cinematográfica y a los fastos de la mimicry política, a la industria del 3D y a que el rey va desnudo, a que los Beatles iniciaron su apoteosis en The Cavern y a la invención lacanina del espejo [y al rizoma de Deleuze] …? Sea; y, como diría Georges Perec, ahora recuerdo el Caligrama como una caverna posplatónica, desde su señal de entrada (un caligrama lleva al alogismo la representación visual del logos, reduplicando el efecto pharmakon de la escritura); y en pasando el cartel ominoso se "abría" al interior, hacia abajo… Y lo dice el mito: sabio ascender hasta exterior de cueva, luego regresar y estructurar Inconsciente. En tal peregrinaje, el artista reconfigura los ídolos de la tribu."

Santiago Echandi Ercila
Op, sweet Op


Sogna paridi il suo giudizio in Firenze

Peldaños asciende de escalinata labrada,
escalinata en un kiosco de marmóreas lajas,
Kiosco italiano cuya cúpula levantada
en un jardín refulge con esmaltes y alhajas.
Todas las que allí pasean, embozadas doncellas,
le miran. Sobre divanes vestidas de majas
Y agitando el flabelo otras descansan; ellas
portan pectorales: plumas de aves exóticas,
rojo negro plata nácar rosado estrellas.
Le muestran sus senos, dulces pomas narcóticas
y le llaman. Una le cerca; con un frío beso
quiere lamerle. Su cuello, como boas góticas,
se alarga. Su cabello rezuma aceite espeso.
Su nariz se corta con perfil de interjecciones y al abrir
su boca descubre un diamante obseso.
La rechaza y otra le trae sus proposiciones.
Su semblante es tan hermoso como una sopera
de porcelana que ensalza manifestaciones
de centauros barbados con cacumen de madera,
progenie de un action-painting echado a la nada.
sobre venero, desciende ella, pausada,
toda contención radiante de su serenidad!
¡Ella! en laberintos siderales, la buscada,
donde el polvo estelar encuentra a la deidad.
Todas las otras damas tratan de retenerle;
Con chasquido metálico le hablan de caridad,
avisos escenifican para convencerle...

Santiago Echandi Ercila
















No hay comentarios: