Antonio Ferrer del Río

"D. Pedro ni olvida ni perdona; es contumaz é inexorable: astrólogos de raza hebrea pueblan su palacio, y pronostican á coro los maravillosos triunfos y las espléndidas grandezas que le depara su destino. D. Samuel Leví acaudilla aquella turba de advenedizos, que labra su propia ventura vaticinando la ajena: además adula hábilmente el ansia de atesorar riquezas que consume al soberano, llenándole de oro tres castillos, y así dura en el valimiento. Cada vez se estrecha más el vínculo que enlaza al rey y á la Padilla: dos hembras, doña Constanza y doña Isabel, aumentan su prole. Al amor de la manceba sacrifica D. Pedro el bienestar de sus vasallos, su propia reputación y su ventura, y hasta su concupiscencia y su codicia; menos su sistemática ira, todo lo rinde á las plantas de aquella hermosura seductora. Muertos yacen, ó huidos vagan, ó zozobrosos se esconden los rebeldes; pero subsiste la causa del disturbio: nace la paz; pero sin augurar reposo: queda el rey vencedor; pero reincide en los desórdenes que le precipitaran á ser vencido. Nadie fía del monarca, porque abundan los ejemplos de que viola sin escrúpulo aquello que jura solemnemente; ni el monarca puede fiar de nadie, porque los bastardos le acostumbran á tener á los más leales por traidores. Castilla se lamenta de los vicios del soberano, que producen el sobresalto que la agita, y acrecientan el desgobierno que la postra; el miedo de los perseguidos alimenta y fortifica los clamores, y las malas artes de los ambiciosos no cesan de incitar á la revuelta. Por su parte el rey se subleva contra el que blandamente ó por armas se opone á sus gustos; y avasalla su alma á la suspicacia con que viven los perversos, y á la crueldad con que mandan y gozan y se vengan los tiranos."

Antonio Ferrer del Río
Examen histórico crítico del reinado de don Pedro de Castilla


"Siempre los madrugadores llevarán ventajas incalculables a los perezosos."

Antonio Ferrer del Río















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