Claude Farrère

"Le tendió la mano a su ayudante de campo, mirándolo con profunda ternura, admirando su belleza, su juventud, su espíritu y superior inteligencia -persuadido de su bonhomía y sintiéndose irreprochable en cada uno de sus gestos y pensamientos. Tomado de la mano, Asido de la mano y mediante elipsis, Fierce respondió a las paternales preguntas en torno a la velada de la noche y en tono tajante rehuyó los prudentes consejos reclamando las órdenes para el día venidero. El Sr. Orvilliers se sintió asombrado por tal respuesta y le participó en tono más solemne a su ayudante que la situación política y marítima era realmente grave. Fierce carecía de cura para el ya tradicional y conocido pesimismo del anciano. El Sr. Orvilliers, matizando sus palabras, se refirió a Inglaterra y Japón, asintiendo con respecto a la discreción de la política francesa y concluyó vaticinando la más que probable fatalidad de una inevitable beligerancia que estallaría en el transcurso de los tres meses siguientes."

Claude Farrère
Les civilisés


"Prefiero pensar en Hamelin, mi oficial de intendencia de artillería, que desempeña aquí la función de jefe de escuadrón. Es mi amigo, o mucho me he equivocado y, de hecho, cuando me mira siento que su mirada es calurosa y vigorosa, fraternal. Sí, ¡ésa es la palabra! Y desde el principio mi corazón sintió el alborozo de la primavera. Hamelin para mí representa la antítesis de Harel. Me agrada. Me gusta incluso muchísimo Hamelin Guiscard. Me siento más fuerte y más protegido cuando tengo a mi lado a alguien de complexión tan robusta, ancho de espaldas, de mirada directa y un tanto tediosa, cuya mirada no se rinde a falsas cortesías sino que estrictamente escruta lo que sientes sin previo aviso. Si me viera en la tesitura de tener que comparar a este hombre con algo, sin duda mi imaginación se encontraría con los grandes felinos, tigres y leones, poderosas y silentes máquinas de segura fuerza y flexibilidad, sustentadas en un impecable equilibrio de músculos y nervios. Esas bestias que siempre parecen menos formidables de lo que en realidad son, hasta el momento en el que dan el salto, mostrando sus dientes y prestas garras, invariablemente mortales."

Claude Farrère
La dernière déesse










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