Enrique Estrázulas

"Al escritor que maneja gente «normal», gente oficinesca, por ejemplo, no le interesa absolutamente ninguna variación del ser humano. Le interesa lo que está a la vista."

Enrique Estrázulas


"Es muy rara la vida de los escritores; es un misterio el destino de los escritores. Recuerdo que en aquella época, en plena dictadura, a mediados de los setenta, gracias a «Pepe Corvina» yo era uno de los escritores más notorios, si no el más notorio. Después eso terminó, y en mi fuero íntimo pensé: «Bueno, eso ya pasó; evidentemente fue una ráfaga». Pensé que yo no tenía ya más nada que ver con la literatura, que había sido un flash de la vida, una etapa muy breve: como no había otra cosa, había aparecido yo. Después, me fui dando cuenta de que no era tan así. Cuando publiqué este último libro, hace un par de semanas, la encargada de prensa me decía que me conocía todo el mundo, y yo pensaba que no, fundamentalmente por todos los años que estuve fuera del país. Pero al leer las críticas de este último libro, como la de Hugo Acevedo, que me pone entre los más importantes, bueno, al final terminaré por creérmelo."

Enrique Estrázulas



"Esto es de lo poco que le va quedando a Montevideo, y sospecho que en poco tiempo lo van a destruir. Habría que inventar algo para declarar a esta esquina monumento histórico. Estos boliches no pueden morir. Sin embargo, hay una tendencia que los hace desaparecer; una especie de actitud espiritual que la gente va perdiendo, ¿no?"

Enrique Estrázulas


"Estoy totalmente convencido que la novela es un género imperialista. Abarca al cuento, al teatro, a la poesía, incluso al ensayo  y a la teoría."

Enrique Raúl Estrázulas Montero



"... he sido naturalmente un anti-intelectual. Un anti-intelectual en el buen sentido, es decir que no me interesan las peñas, los cenáculos; no me interesan las divagaciones sobre retórica. Por eso es que he tenido amigos como el Pepe Sasía, como Pedrín Graffigna, como Roberto Perfumo en Buenos Aires. No solamente porque me gusta el fútbol sino porque eran diálogos mucho más interesantes, y sabías que al levantarte de la mesa nadie iba a hablar mal de vos. Y sin embargo en las peñas no podés levantarte porque no bien te fuiste, te rechinan los oídos. Y eso es algo que ocurre en todas las latitudes, en todos los países del mundo y no sólo en Uruguay. Pasaba en Roma, en París, en Madrid."

 Enrique Estrázulas



"Mi tema es encontrar personajes, ambientes, y no hablar de eso; excepto con determinada gente, determinados amigos, determinadas mujeres con quienes se puede hablar de eso, y cortar el tema de repente y ponerse a hablar de cómo es este boliche, por ejemplo, o de lo que sea.
Esa seguidilla temática, pelotuda, de las peñas o cenáculos no me interesa para nada, entre otras cosas porque no se aprende nada de literatura. En cambio, aprendo de literatura si leo a Roland Barthes, o a Derrida, o a Sábato o a Borges, o a los grandes escritores que dio América Latina; o las literaturas más antiguas, los poemas de Virgilio, y también a los intelectuales explicativos como Octavio Paz o los ensayos de Borges. Pero no se aprende nada de literatura en esas discusiones de las peñas, en ese tipo de reunión social que te desgasta y no te aporta nada; y me asombra que no los desgaste a ellos, a los habitués de esas peñas. En general son los que les gusta Julio Sosa e ignoran a Gardel; al que le gusta Julio Sosa en general no sabe nada de tango, y de lo que entiende es de ordinariez y de mal gusto. Carlos Gardel es la fineza, la calidad, la lírica. Tiene que ver fundamentalmente con el buen gusto, y el buen gusto tiene que ver con la inteligencia, y la inteligencia tiene que ver con la sensibilidad."

Enrique Estrázulas



"No había visto el papel en la botella, la misma que vació en una noche. Hablaba de lo mismo: archipiélago, brújula, cobre, paraíso, Mesopotamia, esqueletos, capitanes. Una rara elegía.
Un año esperé que volviera. Lo esperé sabiendo que no regresaría. El Bonito lo había dicho. A mí me bastaban sus monosílabos. Porque el Bonito era el Polonio. Nada que allí sucediera rebasaba su instinto: ese ojo solitario era la alquimia del paisaje.
Fue en época de zafra que sucedió aquello. El grito desgarrante de los lobos venía en el aire anunciando matanza. Se acababa el verano y el nombre de los meses traía pobreza, un nuevo invierno que vaciará el almacén desolando el Cabo. Yo lo esperaba con el mate, siempre tratando en vano de matar un recuerdo, armando cigarros flacos con tabaco de la frontera.
El sol no había caído cuando vino el Bonito y me avisó. Raro que alguien llegara cuando entraba el otoño.
-Son forasteros -dijo- gente de circo. Vienen con carpa pero sin leones, en un cachilo viejo.
El humo lo divisé a lo lejos, creciendo entre las dunas. El auto subía y bajaba, se enterraba y salía rugiendo entre arena. No venía por el sendero de carros. Traían equivocado el rumbo con peligro de hundirse en la humedad que aflojaba las cuencas. Desde los ranchos ya los habían visto. La máquina tambaleaba y seguía.
Se detuvo casi en la rompiente.
Sin dejar el mate acomodé el banco y me senté a mirar con el Bonito. El viento no zumbó en los caracoles. Fue como si el cabo abriera el oído.
Allí, cerca de las amontonadas rocas, quedó parado el auto negro, cargado y humeando. Se bajaron los tres. Uno de ellos fue al mar. Llenó una damajuana. La derramó enseguida sobre el motor que dio un gran suspiro, rabioso y recalentado. El humo entonces cesó. Los otros bajaban bultos, maletas, piedras, relojes. La gente de los ranchos se acercó un poco más. Se oía el ronroneo de los pronósticos, las deducciones en voz baja, la ansiedad."

Enrique Estrázulas
Pepe Corvina


"Nunca podía pensar, cuando escribí 'Pepe Corvina', que con ese libro iba a recorrer el mundo. Cómo podía imaginar toda la historia que vino a partir de un pescador que vi una sola vez en mi vida, en la puerta de mi casa, en Tabaré 2116, con una lata herrumbrada en la mano, diciéndoles a mi padre y a mi tío: Este es el mapa del Paraíso Terrenal."

Enrique Estrázulas

















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