Federico Falco

"Avanzábamos en profundidad, la bolsa de las compras entre las piernas de mi abuela: pan, carne, azúcar, fideos. Solo una rendija de los ventiletes abierta, los vidrios de las ventanillas subidos hasta arriba, para que no entrara polvillo.
En el fondo del camino, la tierra muy suelta y muy fina, movediza, casi como un talco de color gris o marrón desvaído, mucho más claro que la arena, casi del color de la tiza o del hueso seco. Y las chalas de maíz que remolineaban en la cuneta, en las épocas de mucho viento, después de la trilla.
Más adelante, en una zona donde la tierra se volvía más dura, casi tosca, el camino subía hasta correr a la misma altura del alambrado. Entonces aparecía, de pronto, espectacular, la llanura: chata, lisa, los cascotes de un potrero en barbecho, las cañas de un maizal cortadas a veinte centímetros del suelo, una tropa de vacas con la cabeza baja, husmeando de cerca los granos perdidos entre la paja y la tierra.
Para entonces la luz ya se había ablandado y era de un naranja encendido. La radio sonaba bajita. A esa hora, casi siempre, un programa de tangos, en LV16, Radio Río Cuarto. En el campo de Rovetto, alzándose por sobre la línea del horizonte, tres palmeras fénix gigantes, en medio de la tierra arada, en donde alguna vez había habido una casa de ladrillos que, poco a poco, iba desapareciendo a cada viaje, como si el viento la derrumbara lentamente, en silencio.
Al llegar al camino del ahorcado, lo alto del cielo se apagaba en un azul frío, y el abuelo encendía las luces de la camioneta. Los últimos rayos del sol teñían de naranja el chañar, a la orilla del camino, de donde se había colgado, hacía ya muchísimos años, un italiano trastornado por la guerra que se perdió una noche y creyó que las luces recién inauguradas del pueblo –lejos, apenas un resplandor blancuzco reflejándose en las nubes– eran fogonazos de cañones en un campo de batalla nuevo.
¿De qué guerra se habrá tratado? ¿Con qué guerra se habrá confundido? ¿La del 14? ¿La de Trípoli? ¿La de Etiopía?
Nadie recuerda cómo se llamaba ese italiano ni con qué guerra había confundido el reflejo de una vía blanca, de un alumbrado que no quería ser otra cosa más que progreso.
¿O es que en el pueblo era Año Nuevo y eran fuegos artificiales los que teñían la oscuridad del cielo?
Circulan varias versiones de la misma anécdota."

Federico Falco
Los llanos



"Es muy extraño; yo a veces pienso que hay como una especie de situación un poco esquizofrénica en la escritura, en la que uno tiene que, al mismo tiempo, estar muy adentro de uno mismo y, a su vez, tener la capacidad de salirse y mirarse desde afuera como si fuera absolutamente otra persona."

Federico Falco



“Es rarísimo ser uno, estar adentro, todo el tiempo uno consigo mismo, conocerse en cada miseria. Y calculando cuánto ven los otros, qué se imaginarán, qué uno deja que sepan. Estar adentro con uno y no decirlo. Silencio. Silencio.”

Federico Falco


“Los duelos siempre son misteriosos, son cosas que pasan más allá de uno.”

Federico Falco


“Yo ahora solo quiero mirar el horizonte, la llanura, fijar los ojos en la distancia, que me inunde el campo, que me llene el cielo, para no pensar, para que lo que sucede en mí deje de existir todo el tiempo.”

Federico Falco


"Yo hace mucho tiempo que vivo en ciudades pero me crié en un pueblo que en ese momento era relativamente chico y donde estar en contacto con la naturaleza era lo más natural del mundo. Desde mi casa, donde ya había un patio y el patio de mis abuelos al lado, a donde iniciaba el campo en ese momento eran tres o cuatro cuadras. Entonces en mi infancia como había mucha bicicleta y salir a andar por los caminos, visitar amigos que vivían en el campo en bici o caminando. Tengo una relación muy estrecha porque es un lugar en el que me siento realmente bien y me gusta, y visito, y eso. Si bien en los últimos años viví en ciudades, desde que me fui de mi pueblo siempre viajo mucho a las sierras de Córdoba o a diferentes lugares, es algo que disfruto y que me gusta mucho. Entonces, es un vínculo bastante estrecho."

Federico Falco








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