Gisela Elsner

"Retrospectivamente se apercibió de la profunda desnudez que la apesadumbraba, así como del ridículo y la alienación que señalaba su camino, pero ella siempre tomaba el camino de regreso, excepto cuando existía la más mínima sospecha de que pudiera ser subestimada. A este respecto se mostraba realmente hipersensible y tendía a sentir una verdadera hostilidad. Constantemente sospechaba de lo que sucedía en la redacción, al volverse más cortas las filmaciones y progresar las intrigas en su contra. El trato con la editora de la revista cultural era mucho más fluido, una tal Sra. Mötzlich, que era pedante, obstinada y que albergaba opiniones muy reaccionarias según había aprendido con el curso del tiempo, por lo que no dejó de preocuparle una hipotética animadversión contra ella. Porque en última instancia siempre se encontraba la Sra. Mötzlich, de la que podría obtener los mayores beneficios."

Gisela Elsner
La fierecilla


"Sin embargo a Otto, el principal accionista, no le importaban las quejas de sus conciudadanos ni los murmullos o silbidos, trataba de mostrarse ameno y ganarse su simpatía, al menos no tenía de qué avergonzarse si habían de compartir ruinosos dividendos que no superaban el 5% al repartirse las ganancias adquiridas que él había traído en su Mercedes negro, o de ser considerado un simple parásito al servicio de los directores de la Empresa.
Cuando Otto, el principal accionista, se sentó en su sofá color mostaza, contempló su alfombra color gris perla, su mesa revestida de madera de roble y su dispositivo de televisión a color, los cómodos cojines, el mini bar, su imitación de alfombra persa, las pinturas al óleo que colgaban de la pared y retrataban un barco en medio de una tormenta en la habitación indirectamente iluminada."

Gisela Elsner
Otto, el principal accionista

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