Heinrich Federer

"El señor Eisen había depositado en mí innumerables bondades durante mi niñez y en más de una ocasión esa gracia salvó mi vida de la reprobación. ¿Cómo podría negarme? Ante mí se yergue la pálida, escuálida y arrogante mirada de la juventud desafiante. Le conté a Eisen que en el día pretérito Wegisser apenas pudo sobrevivir a las dolencias acaecidas debido a su insuficiencia cardíaca y que el galeno había preparado a la familia para lo peor."

Heinrich Federer
La señorita Teresa


"La patrona trajo las viandas y preguntó socarronamente si debía preparar el lecho para dormir. Pero tan pronto como el jovencito asió con la ira dibujada en el semblante un estilete, fue incapaz de pronunciar una sola palabra y se extinguió toda veleidad sonora. Así se distraía aquella alma triste y solitaria de las vicisitudes de la jornada y toda vez que su sonrisa se difuminaba, la maternal suavidad de su mirada semejaba una mano tranquilizadora que se posara sobre la joven. "Nada malo he dicho, querida niña, deja que la primavera florezca en ti. ¿No es posible sonreír sin que ningún mal pensamiento nos sorprenda? O, Señor, señor."

Heinrich Federer
El Papa y el Emperador en el pueblo

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