Josep Maria Espinàs i Massip

"Catalanistas, monárquicos y católicos liberales eran perseguidos y apaleados por la gente del SEO, una especie de policía política dentro de la universidad. Tenían a los estudiantes fichados e incluso organizaron una salita para torturarlos. Yo no tenía ninguna filiación política, pero como era amigo de Folch y Camarasa también me apalearon una vez en medio del patio.[...] Yo diría que hasta que no estuve en la universidad no estuve literaria y políticamente decidido, influido, obviamente por la represión."

Josep Maria Espinàs


"Como escritor, los adjetivos me dan un poco de miedo."

Josep Maria Espinàs



"El tiempo va pasando, pero la fiesta sigue."

Josep Maria Espinàs


"Empieza una subida, que previsiblemente se irá prolongando. Estamos rodeando el extremo norte de la encastillada Sierra de Viejas, el valle se va estrechando. La carretera no está tan bien conservada como la de Navalmoral de la Mata, en los márgenes hay maleza que avanza sobre el asfalto. Tenemos que ir apartándola, y en caso de pasar coches podría rayarlos, pues son zarzas poderosas. Aunque lo que son coches, no pasa ninguno. El único que vemos está parado. Me acerco a él, en el interior hay sólo una mujer. Le pregunto si necesita algo. Me dice que no, gracias. Espera a que vuelva su marido, que está limpiando la presa del río Viejas.
Más adelante, el paso queda más encajonado todavía entre la abrupta vertiente de la sierra que dejamos atrás y, en el lado opuesto, un alto y voluminoso conglomerado de piedra, al que llaman justamente El Frontón por su lisa verticalidad.
En el punto donde se ensancha ligeramente hay una piscifactoría, aprovechando una confluencia de aguas. Se trata de una construcción muy baja, cubierta, con las paredes laterales transparentes. Aquí deben de multiplicarse las truchas.
En la soledad y el silencio, hasta ahora permanentes, se oye el canto de los ruiseñores, limpísimo, como contrapunto perfecto al suave rumor del río y de la respiración de un aire que sigue circulando, fresco.
Comienza a lloviznar y nos cubrimos con las ligeras capas de plástico, con capucha.
Oímos unas voces, más adelante. No logro distinguir si se trata de animales o de personas. Acabamos por ver, al otro lado del río, un grupo de recolectores de corcho, y un par de mulas. Un poco más arriba, también en la otra orilla, cuatro hombres están desayunando, también con dos mulas cerca. El chirimiri ha parado. En más de una ocasión me he preguntado, durante estos viajes, por qué cuando veo pastores, o leñadores, o gente que trabaja, están siempre al otro margen del río; nunca en el lado en que estoy yo. Los veo en un punto al que el barranco me impide llegar, sólo me queda gesticular. La aproximación y el diálogo resultan imposibles. No puedo evitar preguntarme «¿por qué están allí y no aquí?» con una pizca de irritación, pero he aprendido a repetirme también la respuesta, la aceptación: hay que saber seguir el camino, que es tanto como decir la vida, conociendo las propias limitaciones, sabiendo que muchas cosas quedarán al margen.
Los hombres que acabo de ver tenían, cerca de las mulas, un montón de corteza de alcornoque apilada. Ahora paso junto a una dehesa de alcornoques magnífica, los troncos gruesos, las ramas robustas, pero sobre todo las franjas amarillentas que la corteza recién arrancada ha dejado en los troncos, esa piel vegetal, de un amarillo que va sutilmente del anaranjado al vainilla. Esa piel que tiene una desnudez adolescente, aparecida bajo la costra rugosa y agrietada formada con los años. Esa superficie tierna, que recibe por primera vez la lluvia y el sol, tomará luego el color del vino, después un morado penitencial, y finalmente se volverá negra. Este es el calendario visible, paciente y emotivo del alcornocal."

Josep Maria Espinàs i Massip
A pie por Extremadura



"Ha sido bonito vivir en el amplio camino de la incertidumbre , y espero seguir viviendo allí hasta el final."

Josep Maria Espinàs



"La Casa de Cultura ya está abierta. La observo desde fuera, es probablemente el edificio más bonito de Chantada, el que tiene más calidad y mayor carácter. La casa se construyó a mediados del siglo XVI, en un solar que había en un extremo de la calle Principal, pero hoy tiene su entrada por una fachada, reconstruida, que da a una plaza. Con el tiempo, la casa original se fue ampliando con la incorporación de otras casas adyacentes, y el conjunto fue transformado y unificado en una sola fachada, la que hoy es menos visible, en la estrecha calle Principal. A partir de 1782, cuando la dueña contrajo matrimonio con Vicente Felipe Lemos, el pueblo la bautizó como la Casa de Lemos. No obstante, y de acuerdo con la función que hoy tiene y el rótulo que hay en la fachada de la plaza, a mí me han enviado a la Casa de Cultura.
Entro y me encuentro en un espacio amplio, bien iluminado, netamente rediseñado para recibir visitantes. En este ámbito moderno en el interior de un casal antiguo, nos recibe una chica, Margarita, y parece claro que no es una mecánica repartidora de folletos. Ignoro si es la directora de la Casa de Cultura o de lo que podríamos llamar la oficina de Turismo, pero su categoría personal y su interés son evidentes. Le preguntamos qué nos recomienda ver, en Chantada. Nos habla de la calle porticada, de la cual venimos. De la feria del ganado, sobre todo de vacas y cerdos, en la plaza del Cantón, donde el mercado es muy animado, con campesinos, gallinas, cestos… A Isabel se le ilumina la mirada. Margarita se ve obligada a precisar: Eso ocurre dos veces al mes, los días 5 y 21. Isabel se lamenta: siempre llegamos demasiado pronto o demasiado tarde, a las fiestas.
Con Margarita se ha creado una relación de confianza, supongo que por ello le damos a entender que Chantada nos ha parecido bastante abandonado, lo que nos ha sorprendido. Dice que sí, que han dejado decaer muchas cosas… En efecto, le tomo la palabra, impresión de decadencia. Fachadas que han envejecido mal, necesidad de limpiar, de reconstruir… «Si hubiesen ayudado antes…», manifiesta Margarita. De acuerdo, pero no se trata únicamente de subvencionar alguna obra, me arriesgo a decir que lo que me sorprende son las muestras de desidia privada, de renuncia al mantenimiento de las persianas, de los rótulos de las tiendas… Margarita reconoce que ya no es lo de antes. Por suerte, todavía queda la vida del comercio en la calle de los soportales, seguramente habremos pasado por allí. Quizá para que yo no pregunte a qué comercio se refiere, Isabel comenta que al final de esa calle hemos encontrado a un artesano, un hojalatero, Pejerto."

Josep Maria Espinàs
A pie por Galicia


"Lo más importante, entre dos amigos , son los momentos de silencio."

Josep Maria Espinàs


"Los fuertes sólo pueden liberarse de la angustia con un gesto visible de debilidad."

Josep Maria Espinàs




"No tengo " técnica de inspiración ". Dejo, sencillamente, que el aire de las cosas entre en mí."

Josep Maria Espinàs



"Me gustan los sonidos artificiales , los que ha inventado la especie no para hacer hermoso, sino porque necesita hacerlos. Yo necesito oírles. En el artificio reencuentro la complicidad de la condición humana."

Josep Maria Espinàs


"No llega a ver el balcón, está dos calles más abajo, y el rojo le dice que debe pararse. Ahora hacia la izquierda, obedece el verde. La casa de Martina. El portal de casa de Martina. ¿Cuántos años tenía él, entonces? ¿Exactamente? No sabría decirlo, o sí, los años de conocer a Martina, de acercarse a Martina, de no pasar del portal pero de acompañarla un día y otro, y una noche ir a una discoteca con Martina y tres amigos de ella, y bailar solo una vez con ella, y decir algo, ya no recuerda qué, que lo estropeó todo, o que quizá él creyó que lo estropeaba. Ahora se aproxima a ese portal, lo había mirado varias veces, en estos años, siempre de paso porque lo tiene todo tan cerca y tan lejos, piensa, su vida es como un barrio, quizá como todas, aunque no, la vida de Codina no debe de ser un barrio, sino un descampado de caminos borrosos.
Empieza a refrescar un poco. No sabe si le apetece o no llegar hasta el portal. El semáforo rojo. ¿Espera o no espera? Ahora se va hacia el verde de la derecha. Si girara a la izquierda se alejaría demasiado de casa. Pasa frente a una iglesia, las iglesias están cerradas a estas horas. En un cartelito aparece un número de teléfono en caso de necesitar auxilios espirituales con urgencia. Auxilios. Urgencias. Nunca ha necesitado auxilios, siempre se ha valido por él mismo, ha hecho lo que ha sido capaz de hacer. Sentirse seguro, y por lo tanto tranquilo, ésta ha sido su norma. O acaso no es una norma, una decisión, sino un instinto, en cualquier caso no ha entendido jamás que tanta gente se arriesgue tan alegremente, convencidos de que siempre va a haber quien resolverá sus problemas. No puede darse un paso sin saber dónde pisas, no es un problema de miedo, es simplemente una cuestión de inteligencia. Ha pensado inteligencia y no le parece mal. En el trabajo lo respetan porque no comete imprudencias ni errores, y así ha ido progresando, porque la inteligencia también es disciplina, no fallar nunca, que te digan "esto lo dejamos en tus manos". Él no necesita auxilios, y no hay nada urgente si todo se hace a tiempo.
Deja atrás la iglesia. En este instante no sabría de qué confesarse. Ni tan sólo de cruzar el semáforo en rojo. Ahora seguirá el verde hacia la derecha, para volver a casa. Andar esta media hora le habrá sentado bien. Tras cenar en un restaurante siempre le cuesta un poco dormir, pero no quiere tomarse pastillas. Le han dicho que las hay que son inofensivas, si no se abusa de ellas, pero prefiere andar.
Vas respirando, mirando, pensando. Se conoce el barrio, son tantos años. Pasado el chaflán está el sex-shop. A estas horas estará cerrado, igual que la iglesia. No ha entrado nunca, en el sex-shop. Alguna vez había ido de putas, cuando era joven, pero eran otros tiempos, y también era otra cosa. La vida te hace cambiar, piensas que todo se ha ido complicando mucho, también el sexo. Pero que cada cual haga lo que quiera, lo del sex-shop debe de ser como lo de las pastillas para dormir, que te acostumbras. Como los que dicen que se saltan las barreras del metro para no pagar, o las motos que pasan en rojo."

Josep Maria Espinàs
El semáforo humano


"Para escribir el tiempo no se puede contar con el reloj. Necesitamos todo el tiempo que hemos vivido."

Josep Maria Espinàs



"Quizás la memoria nace de las excepciones."

Josep Maria Espinàs



"Tengo la impresión de que yo no escribo para una mayoría ni para una minoría , y esto es una limitación como las demás, no una elección, acertada o desacertada."

Josep Maria Espinàs


"Yo era un niño de piso, de una familia normal, del Eixample de Barcelona. [...] A los ocho años escribía versos ya los quince me levantaba a las seis de la mañana para escribir una novela; éste era yo, interesado por los bichos que corrían, por los insectos, escribiendo mis cosas... También era muy sociable, no quiero dar la imagen del intelectual que de joven es una persona muy cerrada, no, los deportes me han interesado mucho, he jugado al fútbol y he hecho una vida escolar normal, no he sido nada violento, he sido lamentablemente normal."

Josep Maria Espinàs









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