Kjartan Fløgstad

"Arnold se quedaba petrificado a lo largo del día, con la única excepción del advenimiento de las horas y turnos extras, pero ya a fines del otoño de ese mismo año, se examinó con la intención de obtener una plaza en Sinterverket, obteniendo un certificado comercial avalado por la Empresa Textil y otorgado en una fiesta celebrada al efecto. Junto a Arnold Høysand, habían sido también aceptados otros dos trabajadores provenientes de una fábrica y una panadería. Era evidente que la mujer, que aplaudió con entusiasmo el discurso del presidente, estaba en avanzado estado de gestación. Arnold disfrutaba de su nuevo trabajo y le encantaba el ambiente que reinaba entre los compañeros, así como el tono irónico y elocuente, pero sano, de los capataces y jefes de obra. Necesitó tres años para identificarse totalmente con el lugar, pero luego no sólo fue capaz de hacer todos los contratos, sino que también acudían a él todos aquellos que necesitaran un traslado a causa de historias muy diversas."

Kjartan Fløgstad
En el valle de Sauda


"Creo que hay muy pocos escritores que a partir de su experiencia saben algo sobre cómo era la vida de los obreros que trabajaban en las industrias pesadas. En Sauda había una fundición enorme de Union Carbide; y no había mucho más. Todo el mundo tenía algo que ver con la fábrica, en donde yo también trabajé durante varios años; después lo hice como marinero en la flota mercante. Ha sido mi principal tema, y es un tema único."



"El noruego es un idioma pequeño, que necesita ese tipo de apoyos."

Kjartan Fløgstad



"En las traducciones la perfección no existe. Espero que siempre quede algo del original, y que la traducción sea literariamente buena en el nuevo idioma."

Kjartan Fløgstad



"En Noruega tenemos una clase obrera bien organizada y los sindicatos más fuertes de Europa. Por eso tenemos un gobierno de centro izquierda y un cierto equilibrio entre trabajo y capital."

Kjartan Fløgstad



"Krasnoyarsk se encuentra estratégicamente situada en las orillas del río Yenisei, entre Novosibirsk e Irkutsk, a lo largo del ferrocarril transiberiano. Durante el largo y crudo invierno el río se halla siempre congelado. Sólo en los cortos meses de verano es navegable y conecta con las aguas más profundas del mar de Kara, en la ciudad minera de Norilsk. Eso suele suceder a fines de mayo, cuando el río se desborda por su latitud, el hielo se derrite y las aguas desaparecen hacia el océano de color verde.
Neander, con la cabeza hacia un lado y la mejilla apoyada en la barandilla de la cubierta superior, miraba alternativamente hacia el velorio y escuchaba las explicaciones, en un extraño ruso, del segundo oficial de a bordo, un amable gigante que señalaba continuamente hacia el río. Llevaba un uniforme con una estrella roja en el sombrero y juraba que no era ruso, sino checheno. Neander nunca había traspasado el curso del Yenisei, pero había oído que éste se estrechaba asia el Asia Central y formaba bellas cascadas y rápidos. Se decía que el Yenisei era el quinto río más grande del mundo y que se volvía más majestuoso en dirección al mar, ya sin los rápidos y pleno de aguas blancas. Por Dudinka sólo se veían extensiones de tierra. Y luego todavía quedaba un largo camino hasta el océano abierto. No existe ninguna carretera o ferrocarril que conecte Norilsk con el resto del continente.
Los prisioneros condenados a trabajos forzados en la mina de níquel, criminales, exiliados, nacionalistas, polacos y judíos formaban el grueso de la población de la ciudad. Neander era un hombre de unos cincuenta años, delgado, que confraternizaba fácilmente, aunque no entendiera del todo el idioma que hablaban. En el muelle de Krasnoyarsk, a corta distancia, pudo ver a los primeros condenados embarcados, en medio de los ladridos de los pastores alemanes y el aullido de las sirenas."

Kjartan Fløgstad
Hacia el norte


"La situación actual en Europa nos enseña que el capitalismo necesita un movimiento obrero fuerte y bien organizado para funcionar. Hay que reinventar el socialismo."

Kjartan Fløgstad



"Steinar Holmsjö se había enfundado unos pantalones vaqueros y un suéter en su primer día de trabajo, que quizás habría despertado la indignación del viejo Lauritz Holmsjö. Llevaba un frugal almuerzo y no dudaba en detenerse para ayudar a los conductores de los camiones de mercancías. Miraba firmemente a su interlocutor y era extremadamente serio. Escuchó el sonido de canciones en la radio. Siguió adelante, subiendo las escaleras con pasos ligeros. No tenía que ir muy lejos. El taller se encontraba en el muelle. Todo había comenzado con la fabricación de zuecos en un sótano de techo abuhardillado. La producción había crecido pausada pero eficazmente. Diversas actividades llenaban ahora la casa, desde el sótano, pasando por la primera planta y llegando hasta el ático. Había también un almacén de madera en el jardín situado en la parte trasera del inmueble. Unas coquetas ramitas adornaban los ventanales de la azotea. En el lado opuesto se había establecido un taller de carpintería. Steinar Holmsjö había comenzado a trabajar un lunes por la mañana en Maderas Stocken e hijos, así estaba registrada la empresa en el Registro Mercantil. Empujo la puerta de hierro. Olía a madera tallada. Sintió la tranquilidad que reinaba en el interior del taller al mismo tiempo que un flagrante silencio. Una luz exigua colgaba de una lámpara negra recubierta con aislante de goma. La luz era de un raro color amarillo puro. La habitación enmudeció y la maquinaria se detuvo."

Kjartan Fløgstad
Fuego y llamas


"Un pueblo de Noruega puede ser tan mágico como Macondo o Aracataca."

Kjartan Fløgstad


"Yo necesito viajar para escribir novelas; salir de lo normal y ponerme con mi historia al hombro en otra parte. Una situación desestabilizada como la del viajero es buena para escribir."

Kjartan Fløgstad


 








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