Péter Esterházy

"Cerré los ojos, volví a cerrarlos. Me sentía agotado por la operación, harto de que me cortaran la carne, de que me trincharan—vida y milagros de un pollo trinchado—, de que me trocearan; mejor dicho, mi cuerpo estaba agotado.
Tenía la sensación de que cualquier mal gesto enseguida me provocaría un calambre en la pierna, sospechaba sobre todo de mi pantorrilla izquierda, como si fuera mi punto débil, el dique enclenque que dejaría irrumpir el violento oleaje del dolor, aunque, a decir verdad, la pantorrilla sólo asumía tal papel estelar a raíz de mis recuerdos, pues antes se acalambraba con frecuencia. Un mal gesto: esto me agobiaba más que la previsible «contracción repentina e inesperada (y dolorosa) de los músculos», es decir, me agobiaba no intuir nada de ese posible mal que se avecinaba y tener que considerarlo, por tanto, todo malo, cualquier movimiento que pudiera realizar. De ahí que no me moviera, que permaneciera tumbado, rígido y asustado, cosa esta que debía saber que era un error (un mal).
Este error pendía oscuramente sobre mi cabeza, la angustia católicamente cargada de remordimientos de una existencia que se hallaba en un estado de equivocación permanente; al mismo tiempo, sin embargo, me llenaba de una alegría un tanto menos explicable que el cansancio se asociara de forma tan nítida al cuerpo. Sonriendo, abrí los ojos.
Me habían dado una habitación individual, lo cual era bueno, pero a la vez me aislaba. En ocasiones oía voces misteriosas procedentes del pasillo. Así como una risa femenina claramente identificable, como si esa risueña mujer se hallara a mi lado; esto era lo más perturbador. Lo más indignante. Mi madre estaba en la puerta, ni fuera, ni dentro, con la enfermera Emma; parecían estar hablando. La enfermera Emma, una mujer rigurosa, poco amable, gozaba de toda mi confianza. Daba la impresión de pensar mal de mí, aunque lo disimulara por deber profesional.
Hoy le quitaremos los puntos, dijo una mañana. Fuera nevaba como en un cuento, con unos copos enormes."

Péter Esterházy
Sin arte


"Existe una tradición de Europa central y del Este según la cual se puede ver lo dramático desde lo irónico y lo humorístico. La más bella es la del sentido del humor judío en las cafeterías vienesas. Por otra parte, la tradición literaria húngara es más bien severa, seria, patriota. Y los héroes no tienen cuerpo. El cuello les empieza en los zapatos, y encima tienen una cabeza enorme, muy inteligente, llena de pensamientos sobre la patria."

Péter Esterházy



"Hay una mujer. Ella me odia. Sombra. Ella me llama Sombra. Por ejemplo: ¿Estás aquí de nuevo, Sombra?, me preguntará. Otras veces: Hay pollo relleno para almorzar, ¿te parece bien, Sombra? O traviesamente dice que arrojará su sombra ante sí y por sombra se refiere a mí y se supone que eso me podría causar problemas. Sin embargo, este abandono lúdico no significa necesariamente que ella esté de buen humor, aunque cuando ella está de buen humor, a veces grita alborozada: ¡Mundo de las Sombras! que, me guste o no, es otra referencia a mi persona. Por otro lado, cuando su ánimo es bajo, cuando sus hermanas mayores la llaman desde Lübeck, por ejemplo, o cuando se obsesiona con el peso, aunque le jure que moriría por la última gota de su carne viva, declara que soy el árbol que le impide ver el bosque."

Péter Esterházy
Una mujer


"Hubo quienes me dijeron que esto era una cursilería. Que deliberadamente se han articulado una serie de acontecimientos cursis con esta lengua existente/no existente, arcaica. A mí ni se me ocurrió que esto fuera cursi, porque, en mi opinión, ello depende precisamente de la escritura, de la composición. Si no, todo lo fuera: un estudiante mata a una vieja y luego se atormenta largamente al respecto … son pequeñas historias: vivir, morir..."

Péter Esterházy




"La literatura no es que me interese, eso sería como decir que me interesa mi madre. Sólo me interesa la literatura. La literatura es mi vida. Hace 25 años me puse detrás del escritorio y sigo ahí. Eso, en cierto modo, corroe mi vida, porque todo lo que veo lo tomo como material literario, incluso si tiene que ver conmigo. Eso tal vez puede parecer algo provocador, pero yo no tengo esa intención. Yo soy cortés y bien educado y cedo el sitio a las embarazadas fascistas en el autobús. Pero no me gusta que mis novelas sean bien educadas."

Péter Esterházy



"La pasión aleja la muerte. Ésa es la única posibilidad vital. Bueno, eso y la literatura, que nos engaña y nos dice que somos inmortales. Eso está en el libro, y por eso hay gente a la que no le gusta."

Péter Esterházy



"Lo que me hace ser escritor es la capacidad de estar fuera y dentro a la vez. Por ejemplo, cuando lloro, mis lágrimas son reales, ridículas, pero me doy cuenta de que puedo escribir sobre ese hombre que llora y es ridículo. Y esa mirada también es real."

Péter Esterházy


"No me interesan especialmente las mujeres. Me interesan igual que los hombres y los olivos, pero partiendo del hecho de que soy hombre, hay una ligera asimetría entre las mujeres y los olivos."

Péter Esterházy


"Nos pareció que había un misterio tras nuestra actitud frente a la pobreza, que algo no estaba bien. A efectos prácticos -así es como lo vimos- eran pobres y sus ropas estaban en mal estado. (Durante años hemos pensado que debíamos empezar por la ropa de los niños, que no hay nada como la ropa nueva). No nos vamos de vacaciones, las alfombras están raídas, la carne es una rareza y más rara aún la de pollo -pero nunca pensé en esto. No, no es eso lo que era. Ni siquiera ver esta pobreza. Por un lado, se nos ocultó, nuestra madre nos la ocultó, y por otro, teníamos todo lo que necesitábamos, al menos lo que contemplábamos como todo. Nuestro padre no se preocupaba por esto, no era consciente, mientras que nuestra madre denigraba la pérdida de moralidad inherente a la miseria. Ella trabajaba como una bestia de carga, la gente debería por lo menos sentir lástima de ella.
Sin embargo, hay indicios de que en la práctica esta pobreza se reclina sobre una base inestable. ¡La cocina, por ejemplo! Era paupérrima. Mejor no andar con rodeos. Nuestra madre seguía siendo una esclava de los entremeses, incluso en el caso de nuestro forzado reasentamiento. Por supuesto, rechazamos los entremeses delante de nuestros compañeros de clase. ¿Para qué participar en explicaciones sin esperanza? Pimientos verdes o tomates rellenos de requesón y el eneldo, o simplemente una cebolla hervida con mayonesa, paté de hígado en conserva aliñado con crema agria y tomillo. Algo. Por el bien de las apariencias. Nuestra madre podía hacer algo de casi nada. No, no solamente algo, sino algo hermoso. En cada esfera de la vida estaba la guerra con algo feo, algo deforme. Budín de sémola con leche de cabra y granos de cereal aplanados, al horno y cortados en rodajas, apilados con mermelada entre las crujientes capas. La Torre de Babel. Podríamos hablar para deleite de nuestro corazón, en parte por frivolidad, en parte a modo de un sabio galimatías (obvio). Pato a la naranja. ¿Quién quiere más pato a la naranja? (Humor desclasado). En resumen, hors d'oeuvres e dolce. La dolce vita."

Péter Esterházy
Armonías celestiales




"Tendría que beber muchísimo para poder decir en qué consiste la literatura. La literatura puede consistir en cualquier cosa, también en la sinceridad, aunque yo, por mi parte, no valoro mucho la sinceridad personal."

Péter Esterházy



"Yo creo que siempre escribo libros divertidos, no puedo negar eso porque mi experiencia básica con el cuerpo no ha disminuido con los años."

Péter Esterházy








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