Rosselló Serra

Anselmo.– En esa doctrina que invoca, aprendí que el odio es pecado.
Gonzaga.– Puntualizando que debemos amar a Dios sobre todas las cosas.
Libertaria.– Vosotros podéis bendecirle y amarle porque en su nombre podéis tender los tentáculos dominadores. Pero para nosotros, vuestro Dios histórico y caducado, dejó de existir y le hacemos responsable de las injusticias que sufrimos.
Gonzaga.– ¡Condenada!, ¡condenada!
Libertaria.– Si es, como predicáis, infinitamente bueno y todopoderoso, ¿cómo permite todos los males que padece la Humanidad? ¿Por qué no hace prevalecer en la tierra un amor fraternal y anular esas leyes de privilegios y diferencias de clase que sólo crean odios? ¿Por qué no se interponía entre los curas franceses y los curas alemanes, sus propios representantes, que se mataban en nombre de un patriotismo, en la última guerra mundial?

Urbano Rosselló Serra
El nuevo Jesús


Anselmo.– ¿Es propio de un hijo rebelarse contra la autoridad del padre?
Justo.– No es él quién se rebela contra el padre, es, en todo caso, una idea nueva contra otra vieja; las cuitas de libertad que chocan con nuestro espíritu conservador; un siglo terminado que lucha con otro siglo que empieza; lo racional que produce la chispa al chocar con los prejuicios; el orgullo del abolengo que no quiere ceder de su superioridad (Aparece Jesús 2ª derecha) ante la superioridad, tal vez en exceso orgullosa de la ley natural de vida. Dos polos opuestos hijos del pensamiento, que nosotros los hombres, cada cual desde su esfera, impugnados por su estado social, pretendemos dominar.

Urbano Rosselló Serra
El nuevo Jesús



“No. Dejad vuestros latines para los espíritus apocados que sufren resignados una vida de privaciones, esperando gozar después un paraíso que les habéis descrito, pero en el cual vosotros mismos no creéis. Este compañero más que un salmo religioso necesita una promesa; más que una bendición inútil un gesto viril.”

Urbano Rosselló Serra
El nuevo Jesús











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