Tomás Eloy Martínez

"Al despertar de un desmayo que duró más de tres días, Evita tuvo al fin la certeza de que iba a morir. Se le habían disipado ya las atroces punzadas en el vientre y el cuerpo estaba de nuevo limpio, a solas consigo mismo, en una beatitud sin tiempo y sin lugar. Sólo la idea no le dejaba de doler. Lo peor de la muerte no era que sucediera. Lo peor de la muerte era la blancura, el vacío, la soledad del otro lado: el cuerpo huyendo como un caballo al galope. Aunque los médicos no cesaban de repetirle que la anemia retrocedía y que en un mes o menos recobraría la salud, apenas le quedaban fuerzas para abrir los ojos. No podía levantarse de la cama por más que concentrara sus energías en los codos y en los talones, y hasta el ligero esfuerzo de recostarse sobre un lado u otro para aliviar el dolor la dejaba sin aliento. No parecía la misma persona que había llegado a Buenos Aires en 1935 con una mano atrás y otra adelante, y que actuaba en teatros desahuciados por una paga de café con leche. Era entonces nada o menos que nada: un gorrión de lavadero, un caramelo mordido, tan delgadita que daba lástima. Se fue volviendo hermosa con la pasión, con la memoria y con la muerte. Se tejió a si misma una crisálida de belleza, fue empollándose reina, quién lo hubiera creído."

Tomás Eloy Martínez
Santa Evita

“Al lector no se lo distrae con fuegos de artificio o con denuncias estrepitosas (…), se lo respeta con la información precisa.”

Tomás Eloy Martínez


“Aunque en todas las viejas reglas hay una cierta sabiduría, no hay nada mejor que la libertad con que ahora podemos desobedecerlas.”

Tomás Eloy Martínez


“Casi todos los periodistas están mejor formados que antes, pero tienen menos pasión.”

Tomás Eloy Martínez


“De todas las vocaciones del hombre, el periodismo es aquella en la que hay menos lugar para las verdades absolutas.”

Tomás Eloy Martínez



“El periodismo no es un acto de narcisismo, sino de servicio a los demás.”

Tomás Eloy Martínez



"El periodismo no tiene sino dos formas que cuidar: la de su herramienta - el lenguaje - y la de su ética."

Tomás Eloy Martínez



“La soberbia es el más prolífico de los pecados capitales, un delta, un desovadero de pecados.”

Tomás Eloy Martínez
El vuelo de la reina, 2002




“No hay nada peor que una noticia en la que el reportero se finge novelista y lo hace mal.”

Tomás Eloy Martínez



"Para atenuar la impresión que los arrebatos de Padre causaban en las visitas, Madre explicaba que los lunares eran consecuencia de un susto casi pueril durante el embarazo. Cierta mañana, cuando caminaba por la vereda del asilo de locos, uno de los internos le agarró un tobillo. Faltaban tres o cuatro meses para que nacieran las gemelas y el abdomen se veía llegar desde lejos. Madre iba demasiado próxima al foso donde los locos, trepados sobre cajoncitos de frutas, se distraían tomando el fresco. El súbito manotazo en el tobillo casi la hizo caer. Por fortuna, Padre alcanzó a sujetarla por detrás. Pero al trastabillar, la mirada de Madre barrió el horizonte ralo de la vereda y se detuvo en la frente del loco, ornada por un lunar en forma de semilla, como el del niño de la señora Ikeda. La impresión fue imborrable. Durante el resto del embarazo no cesó de soñar con el lunar. Soñó con él de tantas maneras que cuando lo vio en las espaldas de las gemelas advirtió que el sueño, con su insistencia, había terminado por abrir las puertas de la realidad."

Tomás Eloy Martínez
La mano del amo


"Preguntar, indagar, conocer, dudar, confirmar cien veces antes de informar: verbos capitales del periodismo."

Tomás Eloy Martínez



"Reina no pensaba en la complejidad de ese cuadro sino en lo tarde que se había hecho. Las nueve y media ya. El casero y el chofer estaban es­perando fuera, en el relente. Y Camargo quizás ha­bía llegado a Membrillar y avanzaba a ciegas por una retícula de lagunas y canales. Al dejar sobre el mostrador la plata de la ginebra, Reina no pudo evitar que Duran apretara su mano contra la ma­dera y le dijera con la voz saturada de aguardiente: «Es temprano para dormir, nena. ¿Por qué te vas? Es temprano para dormir pero no es tarde para otras cositas. Ella lo apartó con un desprecio que le su­bió de las vísceras: «No es tarde para que te bañes, Durán. Olés a mierda. Y aunque te bañes, vas a oler a mierda toda tu vida». No hizo caso de las miradas voraces y rencorosas de los otros hombres ni del siseo de Durán a sus espaldas: «Puta. ¿Vieron qué lengua la de esta puta?».
En el auto, mientras la oprimían la llanura y la noche, sintió que nada de lo que había pasado durante aquel largo día le importaba. No le importaba la crónica que había escrito sobre los sucesos del convento, porque eso ya era pasado y olvido. Lo único que le importaba era, quizá -su vida era una repetición de quizás-, el interés con que ha­bía imaginado el viaje de Camargo por la ruta en tinieblas, siguiéndolo desde Luján al manicomio de Open Door y a los maizales de Chacabuco, imagi­nando lo que decía y lo que pensaba, pero, sobre todo, sintiendo el desplazamiento de su cuerpo a través de las lucecitas perdidas del camino."

Tomás Eloy Martínez
El vuelo de la reina


“Ser periodista significa ponerse en el lugar del otro, comprender lo otro. Y, a veces, también ser otro”.

Tomás Eloy Martínez


"Si el periodista transa con el Poder (…) destroza el mejor argumento de su legitimidad y el único escudo de su fortaleza."

Tomás Eloy Martínez



“Somos, así, los libros que hemos leído. O somos, de lo contrario, el vacío que la ausencia de libros ha abierto en nuestras vidas.”

Tomás Eloy Martínez



"Una vez más, el general Juan Perón soñó que caminaba hasta la entrad del Polo Sur y que una jauría de mujeres no lo dejaba pasar. Cuando despertó, tuvo la sensación de no estar en ningún tiempo. Sabía que era el 20 de junio de 1973, pero eso nada significaba. Volaba en un avión que había despegado de Madrid al amanecer del día más largo del año, e iba rumbo a la noche del día más corto, en Buenos Aires. El horóscopo le vaticinaba una adversidad desconocida. ¿De cuál podía tratarse, si ya la única que le faltaba vivir era la deseada adversidad de la muerte?. Ni siquiera tenía prisa por llegar a parte alguna. Estaba bien así, suspendido de sus propios sentimientos. ¿Y eso qué era?. ¿Los sentimientos?: nada. Cuando mozo, le dijeron que no sabía sentir, sino representar los sentimientos. Necesitaba una tristeza o una señal de comprensión, y ya: las pegaba con un alfiler sobre la cara. Su cuerpo vagaba siempre por otra parte, donde los afanes del corazón no pudieran lastimarlo. Hasta el lenguaje se iba tiñendo de palabras ajenas: mozo, de prisa. Nadie le había pertenecido, y el mismo se pertenecía menos que nadie. De un solo hogar disfrutó en la vida -estos últimos años, en Madrid-, y también acababa de perderlo.
Levantó la cortina de la ventanilla y adivinó el mar debajo del avión: es decir, la tierra de ninguna parte. Arriba, unas hebras amarillas de cielo se desplazaban perezosamente, de un meridiano a otro. El reloj del general señalaba las cinco, pero allí mismo, en ese punto móvil del espacio, ninguna hora llegaba a ser verdadera."

Tomás Eloy Martínez
La novela de Perón









No hay comentarios: