Carlos García Gual

"El problema de las universidades españolas, que es algo que no se dice, es que hay demasiadas y ahí intervino también la política creando más universidades en vez de favorecer la política de becas que hubiera sido mucho mejor. Así que están resultando bastante caras al Estado y tienen problemas económicos. Hoy en día la investigación científica es cara y es evidente que las universidades españolas no pueden competir con las norteamericanas. ¡Pero si el presupuesto de Harvard es igual que el de todas las universidades españolas!"

Carlos García Gual



"Es verdad, me intereso por las anécdotas, siguiendo en esto a Diógenes Laercio, y también a Montaigne o a Nietzsche, que lo admiraban. Pero es que según creo las anécdotas son muy reveladoras; a través de ellas se percibe a veces mejor la conexión entre una idea y la realidad. En este aspecto creo que soy un filólogo tradicional (o antiguo, no sé), casi como los alemanes del siglo XIX, que cultivaban "la ciencia de la Antigüedad", la Altertumswissenschaft. No soy un lingüista puro, ni tampoco un historiador, ni un filósofo, sino una mezcla de todo, un bricoleur acaso. Me salgo un poco por la tangente de las escuelas, clásicas o hispanistas. Me ha perdido siempre la curiosidad; eludo estrujar los mismos temas. Intento ser riguroso en mis trabajos, pero me atraen los filósofos marginales o maltratados, como Epicuro o los cínicos, del mismo modo que en literatura prefiero las figuras mixtas, a veces criticadas. Cuando traduje El viaje de los argonautas de Apolonio de Rodas no se estudiaba ese texto en nuestras aulas clásicas, pues se le tomaba por un autor helenístico tardío; hoy la mirada se ha ampliado."

Carlos García Gual



“Gente como mi abuelo, con una gran cultura literaria,  que estaba al día de lo que pasaba, que anotaba sus libros, ha ido desapareciendo.”

Carlos García Gual



“La gente que no lee vive en la prisión del presente. La vulgaridad siempre tiene a su favor la facilidad. Es muy fácil ser vulgar, ser como todos.”

Carlos García Gual


"La postura de Epicuro ante la religión no está exenta, para nuestra perspectiva crítica, de una problemática ambigüedad. Contra toda religión providente, causa de terrores y esperanzas, ha polemizado duramente Epicuro. Pero es cosa bien sabida, destacada claramente por el P. Festugière en un excelente estudio, que Epicuro no ha negado nunca la existencia de la divinidad, sino que evocaba con frecuencia y sinceridad la realidad de unos dioses, serenos y apáticos habitantes de los espacios intercósmicos hacia los cuales recomendaba una religiosidad gratuita, puesto que en su eterno olvido de la humanidad la divinidad múltiple y lejana, feliz e indestructible, no se ocupa de reconocimientos afectivos, de agradecimientos y de venganzas. (M. C. I.) El famoso ateísmo de los epicúreos, motivo de indignaciones y calumnias populares contra ellos, señalado por Cicerón y por Plutarco, tiene su fundamento en esa concreta negación de unos dioses determinados, los de la religión tradicional, dioses excesivamente antropomórficos como los olímpicos, o dioses de cierto prestigio filosófico, como los astrales, perfectos semovientes en sus fatales órbitas. En lugar de esos dioses, entroniza Epicuro, como correlato objetivo de las creencias e impresiones, unas figuras impasibles y felices que, en su serenidad y apartamiento, son una transferencia ideal del sabio epicúreo a un más allá poco sugestivo. En su felicidad y apatía estos dioses, cuyo conocimiento afirma Epicuro que «es evidente», pueden servir al sabio de modelo. Éste «niega a los dioses, admira su naturaleza y condición, se esfuerza por aproximarse a ellos, aspira, por decirlo así, a tocarles, y llama a los sabios amigos de los dioses y a los dioses amigos de los sabios». (Fr. 386 Us.) En su felicidad se iguala el sabio a la divinidad.
Ahora bien, como ha observado A. Pasquali, en ese isoteísmo del sabio puede haber una conclusión negativa contra la religiosidad práctica: «Nunca una determinación llegó a ser tan negativa como ésta. La epicúrea semejanza del hombre a dios no deriva más hacia una identidad esencial, como el nous o intelecto aristotélico, que era «lo mejor y más próximo a los dioses» (E. N. 1179 a 27). Ella tiende más bien a ser una identificación práctica, no por el ser sino por el hacer; y es aquí donde estalla la paradoja en el seno del isoteísmo tradicional. El dios de Epicuro es el summum de la ataraxía y si la actitud divina a imitar es la indiferencia (hacia el hombre y la naturaleza increada), al imitante no le quedará más recurso que practicar la misma indiferencia, diríase que por recomendación divina. Dios pide que lo imitemos, pero no en el sentido de una recíproca epiméleia, sino en el de una recíproca indiferencia o alejamiento. Es el más brillante juicio poniendo tollens de toda la moral antigua».
Epicuro, sin embargo, no parece haberse apropiado esta deducción lógica. Ofrecía en su propio ejemplo personal muestras de una piedad evidente, al participar de las fiestas tradicionales, como las Antesterias atenienses y los misterios de Eleusis.
(…)
Al rechazar el fundamento objetivo de la plegaria, que los felices dioses ociosos no atienden, al negar decididamente toda base real a la profecía y a la adivinación, fraudes a la credulidad de los necios, al no admitir recompensa alguna ultramundana, parece que en la religiosidad puede reconocerse tan sólo un aspecto benéfico: el subjetivo de la admiración alegre y desinteresada. Ese pietismo natural de la religiosidad epicúrea es algo radicalmente opuesto a la piedad popular, que siempre intenta extraer beneficios de su comercio con la providencia divina. Ese doble aspecto de la religiosidad epicúrea aparece también en Lucrecio. De un lado el rechazo de la religión tradicional, que tantas desgracias habría acarreado a la humanidad, con su provocación de terrores y vanas esperanzas; de otro, la contemplación reverente y agradecida de una divinidad fuera de todo contagio humano."

Carlos García Gual
Epicuro el libertador



"La vulgaridad tiene siempre a su favor la facilidad. Es muy fácil ser vulgar, ser como todos, el mínimo común denominador. Es lo que hay."

Carlos García Gual


“Los alumnos pasan mucho tiempo con el móvil. No saben nada.”

Carlos García Gual


 “Pararse a pensar se ha convertido en un deporte raro.”

Carlos García Gual



"Soy sobre todo lector y todo lo que he escrito tiene que ver más con mis lecturas y menos con mis experiencias personales. Para mí, leer es entrar en un mundo de horizontes casi diría que infinitos. Y donde hay figuras dramáticas y situaciones y épocas que son mucho más interesantes que mi propio contexto. Quien no lee está limitado a sus circunstancias más próximas: los vecinos, la tele, los juegos. Para mí, la lectura es como un campo de ­correrías. Siempre he leído y he escrito lo que me ha gustado. Seguramente por eso soy mal ejemplo para filólogos. Decía Martín de Riquer en una entrevista, aunque no es del todo exacto: “Yo no he trabajado nunca. Todo lo he hecho por placer”. Yo creo que no es incompatible lo uno con lo otro, pero a mí me pasa lo mismo: todo lo he hecho por placer. Cuando llegue al más allá no haré reclamaciones."

Carlos García Gual


"Soy poco religioso, en efecto. Mi padre no lo era ni tampoco mi abuelo. De pequeño iba, lo recuerdo con cariño, con mi abuelo a las misas a la catedral de Palma de Mallorca, y nos sentábamos en los primeros bancos; pero creo que a él le gustaba sobre todo la liturgia en medio del esplendor gótico y luminoso. Las mujeres de mi familia lo eran un poco más, aunque sin excesos devotos; más bien eran simples cumplidoras de los habituales ritos. Tampoco soy antirreligioso. Nunca me ha atormentado la angustia religiosa... Creo que eso lo he heredado de mi familia. Además estudié el bachillerato en institutos y en instituciones públicas. Se me debía de notar mi incredulidad, o mi talante escéptico, porque creo recordar que en los ejercicios espirituales, tan aburridos, a los que tuve que acudir de niño, nunca intentaron convencerme de nada."

Carlos García Gual

















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