Hélène Gestern

"El pasado nos ilumina y alimenta, pero si dejamos que ocupe todo el espacio ahoga la posibilidad de vivir."

Hélène Gestern



"En medio del oscuro bosque de mi pena, lo único que pude hacer fue leer las cartas de Massis."

Hélène Gestern
El olor del bosque


"Estoy convencida de que existe una articulación profunda entre el individuo y la comunidad. También esto es algo que nos recuerda hoy en día la epidemia: es porque somos seres sociables por lo que la repentina privación de contactos y de la inclusión en el espacio colectivo nos desestabiliza. No hay duda de que a escala de una sociedad, una nación, un continente, las experiencias como las crisis y las guerras modelan a largo plazo una sociedad. En 'El olor del bosque' he tratado principalmente sobre la Primera Guerra Mundial, que ha inspirado a muchos autores franceses, pero se podría evocar perfectamente la Guerra Civil en los escritores españoles, como la han plasmado magistralmente Antonio Muñoz Molina y Javier Cercas. El hecho de que esos acontecimientos continúen tan absolutamente presentes en la literatura es la prueba de que están inscritos de manera muy profunda en nosotros mismos. En 1945, sin la voluntad de reconciliar Alemania y Francia, destruidas por dos guerras sucesivas, no habría existido Europa. Y Europa ha remodelado por completo nuestra relación con la ciudadanía, con la nación. Eso también es parte intrínseca de quienes somos."

Hélène Gestern



"Hoy, a pesar de las mantas en las que me envuelvo, no queda más que el frío nocturno que me muerde los hombros, las piernas, el vientre, un poco por todas partes, mientras despunta el alba de un nuevo día, un día nuevo en el que tú no estarás."

Hélène Gestern
El olor del bosque



"Hundido en un hueco de la tierra, en un hueco de la guerra, Alban de Willecot se resume en un único gesto, modesto pero imperioso: escribir. Un gesto de supervivencia que, por su método, su audacia, su loca obstinación por cumplirse, anula la muerte que lo cerca…"

Hélène Gestern
El olor del bosque



"La situación que vivimos hoy en día nos demuestra hasta qué punto los equilibrios son precarios. Nos creemos protegidos, pensamos en el futuro, hacemos proyectos, y un virus desestabiliza en unas pocas semanas la totalidad del mundo. Me parece que estamos muy condicionados, al menos en nuestras sociedades occidentales, por un cierto ideal de la felicidad que se sustenta en la acumulación -de bienes, de dinero, de éxito social o afectivo- cuando, en realidad, cada día estamos pendientes de un hilo, en peligro, amenazados. Élisabeth ha vivido una situación que la ha hecho sufrir tanto que se niega a volver a vivir, a volver a amar. Tiene miedo de la posibilidad de perder de nuevo al hombre al que podría querer. Pero es inútil: la vida siempre nos alcanza, las pruebas que nos hace pasar son tan inexorables como las alegrías que nos impone. En el fondo, ambas dan miedo. De hecho, siempre hay que aceptar el riesgo, algo que Élisabeth termina haciendo."

Hélène Gestern


"Me despierta el sonido de unas carcajadas. Se ríen de la anécdota que cuenta un hombre de voz alcoholizada. El ruido de la calle, a las tres de la mañana, atraviesa mi sopor, y los fragmentos de presente se mezclan con retazos de mi sueño; esto provoca la aparición de un Alban fantasma en el patio interior, algo imposible. Las risas, los furiosos golpes de las ventanas donde la gente dormía y se ha despertado acaban por poner punto final al sueño en el que me había sumido unas horas antes, bajo el efecto de las pastillas. Como casi cada noche, comienzo a dar vueltas y más vueltas a mi insomnio pensando en ti. Si hubieses estado aquí, habría extendido mi vigilia contra tu cuerpo, dejando que se disolviese poco a poco en el ritmo de tu respiración, en la quietud templada de la cama compartida. Hoy, a pesar de las mantas en las que me envuelvo, no queda más que el frío nocturno que me muerde los hombros, las piernas, el vientre, un poco por todas partes, mientras despunta el alba de un nuevo día, un día nuevo en el que tú no estarás."

Hélène Gestern
El olor del bosque



"No son las fotografías las que mienten. Y, de hecho, no tienen la obligación de decir la verdad: la única verdad que desvelan es el hecho de que algo de luz ha iluminado tal superficie en tal instante. Es el fotógrafo quien organiza la puesta en escena o el espectador que las mira quien no es capaz de desentrañar su sentido. Las fotografías no son responsables de nada: son quienes las hacen y quienes las ven los únicos que pueden darles un sentido."

Hélène Gestern



"Querer silenciar o esconder el pasado solo consigue avivar, más tarde, el deseo de conocerlo. Aunque después es difícil reprobar a quienes eligieron guardar el secreto. Tenían sus razones. Es más fructífero preguntarse qué nos aporta nuestro propio recorrido hacia lo que está escondido, a qué razón obedece. Y una vez que se descubre la 'verdad', cómo integrarla en nuestras vidas. Ese esfuerzo por dar sentido es indispensable; permite también comprender la parte que corresponde al libre albedrío, el hecho de que nuestros destinos individuales, aunque estén influidos por el pasado, no tienen que estar determinados por él."

Hélène Gestern


"Somos individuos singulares, pero a cada uno de nosotros nos ha construido una historia, la historia de nuestra familia, nuestra educación, nuestro medio social. Y la gran Historia con las guerras, los éxodos, las migraciones, que han modelado el destino de quienes nos rodean, y que heredamos durante varias generaciones. También en esto es difícil encontrar el equilibrio: el pasado nos alimenta, nos enriquece, ilumina el presente. Sin embargo, si dejamos que ocupe todo el espacio, ahoga la posibilidad de vivir, de aproximarnos a nuevas orillas, de inventar otras trayectorias. En una palabra, de existir."

Hélène Gestern






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