Manuel García Miralles

"Hacía casi un siglo que Roma -a. 218 a. J. C.-, vencida por Cartago, continuaba en su empeño de adueñarse de España. Finalizando el siglo II a. J. C., casi toda la Península Ibérica estaba sometida, lo que no quiere decir que de cuando en cuando no brotasen rebeldías, por parte de los vencidos, que terminaban en notables guerras.
Entre la Numancia -a. 133- y la sertoriana -a. 82-, o sea, durante esos cincuenta y un años de relativa paz, suena una población, Colenda -con otra grafía Kolenda-, que los historiadores no han llegado a identificar. Appiano Alexandrino nos da las noticias que de ella nos han llegado.
La primera, del año 114, nos informa de que Mario, pretor de la Citerior -que había servido a las órdenes de Escipión en el sitio de Numancia-, había reprimido en ese año las rapacidades de las bandas lusitanas con la ayuda de soldados celtíberos, a quienes recompensó repartiéndoles tierras en las inmediaciones de Colenda.
Pero esta bucólica o geórgica estampa a los pocos años vino a convertirse en bélica. Porque en la nueva lucha que celtíberos y arévacos sostuvieron con Roma -que no duró menos de cinco años, del 98 al 93 a. J. C.-, la arévaca Kolenda, después de resistir un asedio de nueve meses, fue castigada duramente: sus habitantes -lo mismo los combatientes que las mujeres y los niños- fueron vendidos como esclavos. Pero no acabó en esto la "hazaña" de Tito Didio, su vencedor. Con el señuelo de repartir sus tierras, atrajo a muchos hombres de la comarca, para degollarlos traidoramente. [...]
Otra razón por la que creemos que Colenda es Calanda es la ya apuntada de que Bélgida o Berge -que junto con ella inmortalizó su nombre- está muy cerca de Calanda, a unos 16 km. [...]
Otro argumento de que Colenda es Calanda nos lo ofrece la afirmación de que aquella estaba muy cerca de Leónica. Pues bien, esta población "estaba en el sitio llamado hoy Tejería de Calanda, cerca de Castelserás, donde se han encontrado vestigios de antigüedades y abundancia de piedras espectaculares, de que nos habla Plinio".
Colenda -Calanda- y Berge -Bélgida- eran ciudades tenidas por arévacas, según los antiquísimos textos, que, con otras añadían a la lista compuesta por Estrabón."

Manuel García Miralles
Historia de Calanda



"Pues bien, todo lo que encontremos en el dato revelado sin discurso propiamente dicho es revelado inmediato o formal revelado in se, o sea fe. Todo lo que hallemos en el dato revelado con raciocinio propio es revelado mediato o virtual, revelado in alio, o Teología.
Por lo dicho es evidente que el revelado formal o inmediato o in se interviniendo discurso impropio puede recibir los nombres "inmediato-implícito, formal-implícito, virtual impropio y mediato impropio". Mientras que el revelado virtual o mediato, o in alio, por necesitar de discurso verdadero para conocerlo, recibe también los nombres de "virtual implícito, mediato implícito y virtual idéntico-real".
Hemos hablado de un discurso impropio y de un discurso o raciocinio propio. Se distinguen entre sí en que el impropio se da, cuando entre la conclusión y el principio de donde se deduce hay distinción tan sólo nominal; y el discurso es propio, cuando entre la conclusión y el principio de donde se deduce hay distinción conceptual. Pero si entre la conclusión y el principio hay distinción real, entonces el raciocinio a la vez que propio es también real, como el impropio es nominal y el basado en la distinción conceptual es conceptual. En consecuencia, quiere decir esto que hay también un virtual o mediato que, al basarse en una distinción real entre la conclusión y el principio, no se deduce de él; no está contenida en él; sino que le es una adición objetiva real, y ya no la conocemos por conceptos incluidos en el principio sino por otros términos reales venidos de fuera de que nos servimos para conocerla.
Este virtual mediato recibe los nombres de virtual no implícito, mediato no implícito, puramente virtual, o puramente mediato, o puramente conexivo."

Manuel García Miralles
El problema del virtual revelado



"Salí de la cocina y estaban golpeando la puerta de hierro enfrente de la cocina que da a la sala capitular, y de allí se pasa a la iglesia. Viendo la mala intención de entrar en la iglesia, mandé que no intentasen entrar allí, que no había nada, y que llevaba orden de que no se estropease nada; ellos obedecieron y nos internamos en el convento por el claustro del "De profundis". Muchos habían cogido ya los cuchillos de la cocina e iban dispuestos a matar si encontraban algún fraile. Uno de los individuos con un gran cuchillo de cocina se disponía a rasgar un cuadro grande de la Inmaculada que presidía el claustro, y al ver su actitud le increpé y quité el cuchillo, diciéndole que no habíamos entrado a destrozar, sino a ver si los frailes tenían armas. Le mandé que se quedase a tener cuidado de aquel cuadro, para que nadie intentase destrozarlo como él había pretendido, y al replicarme que no había entrado para cuidarse de nada le dije que tampoco había entrado para destrozar y cometer actos de vandalismo. Se quedó muy a pesar suyo. Otro individuo quería romper la vajilla de cristal que estaba en un armario que hoy no existe, que es donde actualmente está la puerta de la procuración; se lo impedí diciéndole las mismas razones que al del cuadro y haciendo, uso de mi ficticia autoridad como Delegado del Comité central. Mi compañero Fr. Bernardo, viendo los éxitos que iba obteniendo, al intentar otro levantar las planchas de hierro que dan a los sótanos, se puso encima de ellas y gritando decía que allí no había nada.
Subimos al primer piso y ya la chusma había subido. Me dirigí inmediatamente a la celda del P. Urbano; entré primero que nadie y querían entrar muchos a la vez. Dije que no entrara más que uno o dos para ver lo que había, no sin decirles antes que no tocasen nada. Abrí yo los cajones de la mesa, pero algunos estaban cerrados, y abriendo los mismos les decía que viesen cómo no había nada, y salimos de su celda sin tocar ni estropear nada, cerrando yo a continuación la puerta.
Salimos de la celda del P. Urbano y vi que habían abierto la puerta del chaflán que hasta entonces había estado cerrada y una gran multitud de mujeres, hombres y jóvenes, etc., había subido ya por la escalera principal. Me dirigí hacia ella y vi la celda del P. Vicente Cifre abierta, y allí muchos hombres registrando, y cogiendo su sombrero lo eché debajo de la cama para que no lo arrojasen a la calle, lo mismo que un crucifijo y un cuadro de la Virgen, creo que de Sales... Desde ese momento ya no me fue posible dominar aquella gente por el gran número que había entrado."

Manuel García Miralles
Los dominicos de la provincia de Aragón en la persecución religiosa de 1936


























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