Armand Gatti

"Amo España."

Armand Gatti



Dad a los hombres
y a sus imágenes
su única dimensión habitable
LA DESMESURA

Armand Gatti


El planeta

El planeta inscrito en el registro civil
bajo el nombre de Roger Rouxel
se ha posado sobre el estanque de Fallavier.
Entre los árboles centenarios
y los juncos
ha buscado
un hermano, después otro,
frágil como la alegría humana,
hermanos y más hermanos de mil rostros
y de un solo apretón de manos.
Cuando lo han creído al alcance del fusil,
los cazadores de Saint-Alban
han disparado
creyendo abatir una especie en vías de desaparición.
En realidad, disparaban a las galaxias de la Resistencia,
donde cinco mil fusilados
forman la estrella monte Valérien,
que vela sobre París y más allá,
como una santa de la Edad Media.
Así las historias de sol, de tempestad
que, inmemorial, cuenta la historia de los estanques,
recibieron como huésped ilustre
el primer mensaje del planeta.

Armand Gatti



"El problema del anarquismo es el fascismo, pero el anarquismo, cada uno lo inventa frente a una sociedad de mercado que impone sus leyes."

Armand Gatti



"En realidad la inspiración surge de los encuentros personales, de los movimientos, de los desplazamientos… El objetivo final es andar. Pero también me han inspirado la pobreza de mis orígenes -mi madre era empleada del hogar y mi padre barrendero- y la lucha constante por conseguir una vida mejor."

Armand Gatti


"La poesía está hecha con palabras, y éstas son la única arma que nos queda. Han nacido del combate y del dolor, del dolor por mis amigos muertos en el campo de concentración. Mi primer amor, Nicole, que era una joven judía que murió en una cámara de gas y por la que yo me hice maqui para luchar contra los nazis desde los 17 años."

Armand Gatti



"Las palabras siempre te hacen tomar conciencia de la realidad. La materia no existe, sólo existe cuando se crea la palabra que la define. Por lo tanto, la palabra lo es todo. ¿Qué hacemos aquí, en este mundo? Pues intentar comprenderlo y eso lo conseguimos a través de las palabras. Si, como preguntaba Adorno, es posible la poesía después de Auschwitz es, sobre todo, porque te has librado de la muerte, no te han quemado como al resto. A partir de ahí, para mí, todo forma parte de una vivencia personal, que es lo que permite que después tomes un camino determinado. Yo lo personalizo todo en Nicole Gompers, mi novia a los 17, a la cual llevaron a un campo de concentración y no volví a ver (“se convirtió en fuego de golpe”). Por ella estuve, más tarde, con los maquis, luchando por recuperarla, aunque fuera de forma simbólica."

Armand Gatti


"Lo que importa, en realidad, es lo que sale de ti, cómo sientes, cómo late tu corazón, cómo oyes. La lucha es a partir de ahí, esa es la toma de conciencia."

Armand Gatti


"Mi obra es inmensa y, por lo tanto, sólo se puede representar con una antología que represente parte de mi recorrido. Es la única manera de introducir mi trabajo en España, un país que, para mí, es fuente de inspiración. A partir de ahí, la gente que esté interesada en lo que yo hago puede recuperar otras piezas más concretas."

Armand Gatti



"Mi obra ha sido mucho más influida por Mao Zedong. Sobre todo, por la relación que creó entre el chino, entendido como lenguaje, y el teatro cuántico, que es a lo que me estoy dedicando últimamente. Mi relación con Mao fue esencialmente poética, es decir, Mao escribía y yo intentaba transmitir eso al público europeo. En cuanto a mi relación con el Che o Castro sólo puedo comentar que fui invitado, a principios de los ‘60, por el incipiente gobierno castrista a rodar allí, como muchos otros artistas afines al régimen que eran invitados a contar la Historia -en realidad, era participar de alguna manera en la promoción del régimen-. Para mí significó rodar una película, El otro Cristóbal, y ganar simbólicamente, a través de una cámara, la guerra que se había perdido años atrás en España. En ella intervino el pueblo, de extras y actores principales, ellos pusieron todos los medios. Fue muy artesanal, un rodaje muy surrealista."

Armand Gatti



"No sé si imaginas lo que puede ser una representación teatral en un campo de concentración, los riesgos que supone, el compromiso que implica. Un día, un grupo de judíos lituanos y polacos montaron una pieza. Comenzaba con una larga salmodia, una suerte de oración murmurada, y, de repente, interrupción: Ich bin (Yo soy). Y continuaba el murmullo. De nuevo: Ich bin. Y la oración. Ich bin. Era el final. Los deportados-espectadores habían seguido en un silencio extraordinario, un verdadero fervor. He guardado un recuerdo muy fuerte de esa representación. Los políticos deseaban que el grupo modificase el texto. Proponían: Ich bin, Ich war, Ich werde sein (Yo soy, yo era, yo seré). Pensaban que de esa manera el mensaje sería más claro; los actores no cedieron: Ich bin."

Armand Gatti



Poema de la palabra convertida en gato

Gato siempre sorprendido por ser una de las múltiples resurrecciones de Fausto.
Gato de Mallarmé.
Gatos del dorso de los capítulos donde eran desviacionistas, serpientes lúbricas y ratas viscosas a menudo aniquiladas en los sótanos del ser –y rehabilitados.
Gatos venidos de las comarcas del libre juego siempre dispuestos al reparto, pero frecuentemente carentes de sí mismos.
Gatos (entre espanto y maravilla) de un combate fratricida en el envés de los porvenires radiantes.
Gatos de rosas para todos. Liberada la alegría, presa de la hemofilia política.
Gatos -incluso engullidos por las palabras- valores igualitarios como el movimiento obrero. Los únicos.
Gatos profecías bajo control inglés de las piedras calvas del Ulster.
Gatos bajo tinta, como los rostros de los paracaidistas SAS bajo la negra pintura de las marchas de operaciones.
Gatos para el decir y el desdecir, para el leer y el desleer.
Gatos con tics (clichés, publicidades, reivindicaciones). Se detienen a la entrada de la página, agotados por sus preescrituras.
Gatos de claridad llamados como testigos en el pleito que opone a la sociedad y sus obras. Pasan su tiempo nadando en el río de las simplificaciones.
Gatos perplejos: una línea escrita, incluso cuando se multiplica, no constituye una diligencia, no aporta prueba, no recurre a ninguna mediación.
Gatos rampantes que se anulan, sin trazos gruesos ni finos, sin tener ninguna sombra para reescribirlos, para darles una verosimilitud.
Gatos que, sobre el papel, tienen la vida intransitiva de los sabios y vencidos. Siempre dispuestos a empezar las negociaciones, en el centro de una soledad obligatoria, son inexplorables.
Gatos geométricos en los que las formas respiran, caminan, hablan, se metamorfosean –después se inmovilizan, a pesar del bordoneo de cifras sobre las cuales no tienen poder.
Gatos perdidos en las columnas de los periódicos peligrosos. Noche de los cuerpos en busca de una unidad incluso pasajera. El olor de la tinta los desenrolla.
Gatos anteriores al día y que sin embargo iluminan.
Gatos que destilan garras en seísmos coloreados sobre la página, donde las cosas danzan tranquilamente, con hábitos negros.
Gato que, para decirse maullido en la página, mastica estrellas.
Gato elogio de la sombra en plena luz.
Gatos que la escritura de hoy vuelve proveedores de la extranjería, del horrible ready made, del desfalco, de la citación y de los últimos fuegos de la paleontología-guarda-consciencia. Prisioneros del pasado no vivido, e incapaces de establecer con él una relación de vida.
Gatos que, cuando se convierten en palabras, guardan su losa levantada sobre un paisaje de hueso.
Gatos del año II que no consiguen morir ni vivir.
Gato de título precario, revocable, descendido de árboles proféticos para aumentar la libertad de elección de las palabras y eximirlas del binario.
Gatos ladrones de Babilonia, ellos también con título precario.
Gato trono vacío de Buda en el templo de Borobudur. Alrededor gravitan las frases. Alrededor de las frases, los capítulos. Alrededor de los capítulos, el libro que sueña siempre con ser la palabra única.
Gatos de escuela, tambaleados en el delirio mediterráneo de las huellas perdidas, de los sables usados, de los arreglos de cuentas ancestrales y del polvo de los justos.
Gatos solitarios a la espera de la tormenta, del tiempo de la juventud y de la búsqueda del Grial para decirse –como Rousseau cuando se escribe como el centro del mundo.
Gatos inesperados que se creen Aquiles, pero siempre con Patroclo muerto delante de ellos.
Gatos con cabeza de anarquista –todos los anarquistas tienen cabezas de gatos.
Gato enfermo de jeroglífico, que testimonia la ascensión –siempre en medio de escrituras, para convencerse del pico del recuerdo y de los árboles golpeados por la ausencia.
Gato preso del vértigo del astronauta y sin disponer, para convertirse en palabra, más que de ritos de cazador furtivo.
Gatos invariablemente escritos en las tinieblas –con un corazón que late fuera de sí mismos como una mirada de luz. Puntuaciones de fuego en el declive del astro, ellos infligen heridas a la noche.
Gatos que tienen siempre necesidad de escuchar otras palabras para estar seguros de ser ellos mismos: gatos que vagabundean en las escrituras de antaño para establecer las líneas del futuro. Apariencia de alpinistas, escalan el cielo en busca de la ballena. Los descubrimos astronautas cuando los astronautas no existían.
Gatos de azar reunidos en gran conciliábulo en la carretera de Zacapa, para responder a la pregunta: «¿La palabra gato maúlla?» ¿Quiénes somos?
Quizá no haya respuesta, porque la respuesta es la continuación. Y la continuación es aún la inmensidad de los gatos.

[…]

Gatos de pelos erizados, rescatados de las revoluciones y que quisieran testimoniar en presencia del pasado histórico. Pero, ¿sobre qué?
Gatos misterios que no están instruidos en letras ni en medicina ni en ciencias veterinarias, y que encuentran su destino en la concordancia de los participios.
Gatos huellas de los fundadores del Popol Vuh en la página: sonidos de hojas que corren como hormigas sobre los árboles sonoros. Silban como una víbora de plata.
Gatos amuletos de fuego nacidos de los tatuajes de la noche que ronda desde hace siglos al país de los volcanes.
Gato que reanima, fuera de las estaciones, la mirada vegetal. Fuego de perla de agua. Animal perseguido en la frase.
Gatos de fardos azules de noche recargada y que, como las estrellas de la madrugada, se apagan por exceso de realismo.
Gatos emboscados en los follajes de los volcanes de llamas verdes, de la bruma azul siempre insegura, y del hierro replegado en un haz de frases gimientes.
Gatos que antaño llevaban a la escritura diez mil torres verdes, millares de pájaros de precipicio, y la melancolía a la frente ceñida del mecapal.
Gato como la esperanza, hecho de extremos. ¿Está enterrado en las escrituras? ¿Germina? Contra vientos, mareas y lingüistas, se escribe sobre la arena.
¿El gato puede ser «corazón de la flor del sol, cuya mujer es el latido»? ¿O también «mirada de la liana cuando corres detrás la nube»? Es así como lo han visto las miradas emplumadas de la pradera…
Gato tal como es escritura en la arena: gritería de cotorras verdes, pájaro amarillo en llamas, colores en guerra contra el abejaruco de cabeza azul cielo y los cuatrocientos gritos violetas del sinsonte de América.
Gatos presos de los eslóganes de lo felino. Para decir más. En la página de las escrituras: tierras arrasadas.
Gatos pobres (difíciles de imaginar) en exilio sistemático del sentido, como los mendigos sobre las aceras de las grandes ciudades. Gatos que arrastran una sombra herida donde arraiga la flor de la antigua alquimia.
Gatos que rondan alrededor del sentido, encendiéndose y apagándose como las luciérnagas, en las noches de verano.
Gatos entre la verdad separada de toda consistencia mítica y la verdad en su consistencia emocional: la tragedia de las palabras.
Gatos que vigilan la noche trenzando imágenes, emociones, motricidades, partes de visibilidad llevadas por el enunciado, para que el día recomience. Sólo el grito del gallo puede responderles –e incluso alternar las noches.
Gatos signos, resplandores, arcos eléctricos, zarzas ardientes, descargas de luz. Alegría de la energía (¡ay!) quemada por lo que quisiera alumbrar.
Gatos motociclistas. Tras una bajada de espalda, distendida como resorte, se lanzan con destino a la verticalidad. Sobreviven a su imagen, incluso una vez leídos.
Gatos del tiempo de las cerezas regresado (en las escrituras solamente). Nostalgia de la época en que el hombre era bello.
Gatos reproducción de la Creación siempre en lucha contra aquellos que creen ser su lineamiento –y a veces la firma.
Gatos que trepan a los árboles del viento.
Gatos de escuela con los que el sol no envejece, para los que todo está siendo –y no ha sido.
Gatos fósiles de duros silencios. Un dios abandonado viene a murmurar a hora fija.
Gatos silogismos de arañas suspendidas del hilo de la luna.
Gatos de corteza invernal, de ojos nevados, que rondan alrededor del sentido. Raramente lo desentierran. Se trata cada vez de un sentido radical en capítulos de la trastierra de la fragilidad.
Gatos de traducción sin otras referencias que la hierba y los brotes destruidos, conchas y ánforas que ya no se diferencian de lo que durante mucho tiempo ha sobrevivido a la ambigüedad helénica.
Gatos suicidas, siempre dispuestos a saltar para concertar un pacto con la frase. Los reclutamientos psicológicos les dan dientes con los cuales se destruyen.
Gato ausente de la cubierta de los libros de la barricada de Madrid, a reconstituir en las notas a pie de página. Exorcismo cuya necesidad forma parte de los acontecimientos escarnecidos del siglo.
Gato de Chicago con bigotes de delirio negro, que no son sino letras (quemadas en otra parte) que intentan recomponerse.
Gatos de mayo en las calles, una tarde en que París había perdido su grasa. La esbeltez de ser y de escribirse.
Gato armadura atigrada de la vidriera que entalla la imagen sin la cual los motivos faltan.
Gato de escrituras de colosos, con trastierra abandonada, sin ponerse en marcha más que para el ejercicio de la escritura que abre la ruta que conduce al cielo.
Gatos conjuro: sirven para arrastrarse hasta la luz, y de la luz, en los márgenes de los libros.
Gatos de éxodos que se agrietan sobre el hielo de noches sin horas. Pero que siempre saben vencer al espacio, como las campanas al vuelo para decir el nacimiento y la muerte.
Gatos en estado de secreto…
el gato triunfante es declarado en estado de gloria
el gato combatido, en estado de resistencia
el gato perseguido, en estado de enfermedad
el gato acorralado, en estado de secreto
… últimas palabras de un libro futuro que no cerraremos:
- ¿Quiénes somos?

Armand Gatti
Poema incluido en el libro Armand Gatti, de Marc Kravetz (Jean Michel Place; París, 2003).
Traducción: Francisco Javier Irazoki



"Todos hemos nacido de la agonía de una estrella."

Armand Gatti


Tú eras uno

Tú eras uno de los doce,
Jean Cavaillès, para ti solo,
y durante no mucho tiempo,
el ejército de sombras ante su nombre.
La epistemología delante de los fusiles
brilla con todos sus alias de clandestinidad,
la salve ha hecho el Desconocido nº 5,
pero
en el cementerio de Arrás, frente al siglo,
persiste en decirte,
en todos los lenguajes de la creación,
un rosal blanco. 

Armand Gatti


"Ya no hago cine porque me dijeron que era el séptimo arte, y hoy es una enfermedad."

Armand Gatti












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