Barry Gifford

"Ahora mismo debería decir que (Estados Unidos) es un gran experimento al borde del fracaso. Estamos en un tiempo muy importante para la historia de América, una historia muy corta. No ha habido otro lugar conducido por este tipo de experimento, donde tienes gente de todas partes, supuestamente con igualdad de oportunidades, gente que viene para escapar de situaciones en sus países de origen, y siguen haciéndolo y es realmente…todas estas razas, hacen una población heterogénea, pero no homogénea. Todos intentando ir adelante y trabajar en sociedad, por una sociedad libre. Bien, nunca volveremos a ser libres. Está llegando a ser mucho más complicado, mucho más difícil, y por eso las elecciones tienen una importancia dramática. Y permíteme hablar sobre el tema porque, si estás familiarizado con la historia de la democracia, los gobiernos democráticos no duran mucho. Si tenemos diez años o más de republicanismo, si todavía continúa esta fiesta americana republicana, durante diez o quince años más, esta clase de gobierno que prefiere los grandes negocios y que se posiciona en contra de los derechos humanos y sus valías, Estados Unidos desaparecerá, el país que la gente conoce desaparecerá. Es un momento crucial en nuestra historia."

Barry Gifford



"Cuando crecí en el sur, en el sur profundo de los Estados Unidos, siempre oía hablar sobre esta clase de fundamentalismo religioso, y siempre pensé que la religión organizada era algo muy peligroso, muy peligroso. Los dos mayores problemas, para mí, en este país, siempre han estado muy claros, el racismo y la religión organizada, especialmente fundamentalista, y todavía continúan estando presentes. Son parte de la amenaza para una sociedad libre."

Barry Gifford



El mal clima
nunca me molesta
es un recordatorio
de que ningún ser humano
tiene control sobre
nada
por eso trato
de no decirle
a nadie qué
hacer o
decir
Los coches y los camiones
arrancan
o
no arrancan.

Barry Gifford



"El último recuerdo que guardo de mi padre es de cuando fuimos a Wrigley Field a ver un partido de los Bears de Chicago, aproximadamente un mes antes de que él muriese. Fue en noviembre de 1958, un día muy frío incluso para ese mes y a orillas del lago Michigan. He olvidado contra quién jugaban los Bears aquella tarde; recuerdo sobre todo el cielo encapotado, el frío que hacía y el aliento de los jugadores, convertidos en dragones, saliendo de sus cascos en espirales de humo.
Mi padre estaba de buen humor a pesar de que la colostomía que le habían practicado el verano anterior había mermado considerablemente sus actividades físicas. Igual que siempre, comió con apetito durante el partido: dos o tres perritos calientes, café, cerveza y varios tragos de Bushmill’s de un frasco que llevaba en un bolsillo del abrigo. Estrechó la mano a varias personas camino de nuestras localidades, así como al salir del estadio, y habló brevemente con cada una de ellas entre risas y palmadas en la espalda o el brazo.
Sin embargo, cuando volvíamos a casa, tuvo que parar el coche y salir a vomitar en el arcén. Cuando hubo terminado tardó unos minutos en reponerse, apoyado en la puerta, hasta que se sintió lo bastante bien para sentarse otra vez al volante. «No te preocupes, hijo —me aseguró—. Sólo es un poco de dolor de estómago».
En verano, después de que mi padre saliera del hospital, habíamos ido a Florida a pasar unas semanas en una casa de Key Biscayne. Me divertí bastante nadando en la piscina que había en el patio y viendo pasar las barcas por el angosto canal que había más allá de la cerca de la parte trasera. Me gustaba saludar a los patrones y que ellos me saludaran mientras conducían sus relucientes lanchas blancas por la caleta. Una tarde, sin embargo, entré en la habitación de mi padre para preguntarle algo y le vi en el baño sosteniendo la bolsa de goma junto al agujero que tenía en un costado y a través del cual se veía obligado a evacuar. Torció el gesto mientras procedía a las necesarias maniobras y me dijo que le esperara fuera. Luego, cerró la puerta del baño y yo volví a la piscina.
Me senté en una silla de playa mirando en dirección al Atlántico por el canal interior. No me gustaba ver a mi padre así, pero sabía que no podía hacer nada por él. Traté de recordarlo como era antes de la operación, antes de que tuviera aquel boquete rojo en el abdomen, pero no pude. Sólo veía su imagen en el cuarto de baño, con la cara transida de dolor."

Barry Gifford
Una puerta al río


"Fui el primero en usar el termino Heavy Metal."

Barry Gifford


Mi padre

El día
que él murió,

mi abuelo, el padre de mi madre, se sentó
en la cocina

a beber
té;

había migajas de pan
en su regazo

mientras lloraba.
Hijo de la muerte, miré

por la ventana
de la sala

en busca del gran
coche azul.

Barry Gifford



Nunca voy a ninguna
parte
Ésta no es
vida
Me alegra que
no sea
la única
que
tengo

Barry Gifford



ODA SEUDOPINDÁRICA A FRANCIS JAMMES

Por supuesto, Jammes estaba loco.
Su realidad era su imaginación:
allí vivía y hacía el amor
con flores, abejas, árboles, vírgenes perfectas.

Era un católico panteísta,
un soñador grácil, espléndido.
¡Qué delirante delicadeza la suya para incrustar
un riachuelo de abejas solares en un roble altivo!

La muchacha desnuda era su Rima, vibraba
como el brote de un membrillo silvestre en la lluvia;
el refugio del poeta se inflamaba de
estrellas de China, suaves plumas de niebla,
un temblor de arco iris.

¿Qué han hecho los hombres para que sufras tanto?,
pregunta la muchacha, ¿para que tu alma sangre?
¡Han mentido!, chilla el poeta.
A veces he querido irme con mis perros lejos,
muy lejos, a una playa remota donde
sólo se vea el sol y el agua
subir y bajar para morir entrelazados.

Es este el corazón de la locura, como dice ella,
y Jammes lo toca con elegancia.

Barry Gifford



Oye Pete
échale un vistazo
a lo que
Él le hizo
al
cielo
hoy

Barry Gifford



Seguimos
entre
las bestias ignorantes
aparentando ser
ángeles

Barry Gifford



Si tú no
sabes quién
eres
no soy yo
quien te lo va a
decir.

Barry Gifford



"... soy muy visual. Normalmente empiezo con una imagen, que a veces surge de mi cabeza y otras es una foto o un cuadro. Una de ellas, cuando escribí “The Sinaloa Story”, era alguien conduciendo un coche viejo por un lugar desierto. Quería saber quién lo conducía, por qué estaba en ese coche y en qué lugar se encontraba. Eso era todo lo que tenía, sin ninguna idea clara, y así empecé. Nunca escribo con ordenador, siempre a mano, a la antigua usanza. Luego lo paso con la máquina de escribir. Otras veces empieza con una conversación. “Corazón salvaje”, por ejemplo, se inició con una conversación entre Sailor y Lula en una habitación de hotel, y luego se movió hacia más allá. Enseguida sé hacia dónde va a mover la historia. No planeo las cosas muy cuidadosamente, sino que la historia se va desarrollando, pero siempre me intereso especialmente en los personajes."

Barry Gifford













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