Carmen Gómez Ojea

" "El Quijote" no es un libro para leer de una sentada."

Carmen Gómez Ojea



"La adolescencia es la época de los versos, de las canciones y del amor. El primer amor hay que vivirlo y recordarlo en el tiempo de la vejez como algo luminoso. Debe ser una especie de talismán."

Carmen Gómez Ojea


"La noticia de la muerte de santa Moriana y de sus finales desvaríos, obra del demonio que había querido tentar aquel alma excelsa y llena de gracia, para que mayor fuese su gloria en la Morada Eterna, atrajo a la casa parroquial a todo el pueblo en muchedumbre doliente y compungida que desfilaba ante el cuerpo amortajado, musitando plegarias.
Ante su tumba de blanco mármol, oró cada día la indiada pidiendo por intercesión suya a Nuestro Señor y a Santa María favores y mercedes.
Transcurridos tres años, don Ginés propuso a votación trasladar el cuerpo de Moriana a la iglesia parroquial, a la que la difunta había dedicado tantos desvelos y donde había ejercido con ejemplar entrega la labor misericordiosa de la enseñanza.
Las damas pías y sus esposos, los hacendados, se sintieron ultrajados, estampando con rabia una rotunda negativa en la blanca papeleta que, tras la misa, les entregó el monago. Pero los indios, numerosos, ganaron el escrutinio y Moriana fue desenterrada, agolpándose el pueblo en torno a la tumba, contenidas las respiraciones a cada palada de tierra que iba descubriendo la madera negra de la caja.
Su cuerpo incorrupto con el rostro rejuvenecido y hermoseado, según opinión general, que parecía sonreír a través del cristal de la tapa, confirmó la santidad de que todos hablaban.
Bajo el altar de la Virgen de la Merced se abrió un nicho de negra lápida con la inscripción “Moriana hic iacet” en letras de oro.
Dos veces al año, coincidiendo con los aniversarios de la muerte y del traslado del cuerpo a la iglesia, había multitudinarias peregrinaciones de gentes que afluían de todos los pueblos cercanos. Acudían en tropel ya desde casi el alba a suplicar imposibles a Moriana, que parecía mostrarse reacia a los milagros, sin que por ello se entibiase la fe exaltada de la muchedumbre.
Las damas pías que habían recuperado sus antiguos fueros y privilegios en la parroquia, monopolizaron y orientaron la piedad popular hacia la ciega, creando la Congregación de la Beata Moriana, sin atreverse por el momento a canonizarla ellas mismas.
Don Ginés, viejo y achacoso, las dejaba hacer, seguro de que ningún mal ni herética desviación había en ello y que, a la postre, serviría para mantener viva la fe de las gentes. El hábito color violeta de la beata, con cordón dorado anudado a la cintura, fue vestimenta de niñas y mujeres del pueblo y sus aledaños, que ofrecían vestirlo, generosas, por las más insospechadas nimiedades."

Carmen Gómez Ojea
Cántiga de agüero


“Los personajes literarios de mujer escritos por hombres me parecen bastante falsos.
Por ejemplo, a mí la Regenta me parece medio idiota, Madame Bovary es excesivamente maliciosa.”

Carmen Gómez Ojea



"¿Yo de dónde saco mis argumentos? De la vida. ¿Y qué es la vida? Puede ser un sueño, algo que escuchas, lo que leo, lo que veo, lo que me cuentan. Yo sueño mucho. Los sueños me dan mucho material. El otro día por ejemplo soñé que iba en un tren y llegaba a una estación donde no había nadie. Yo era «MV», que significaba muerto viviente. Una cosa…"

Carmen Gómez Ojea



"Yo no puedo escribir de los pajaritos, por mucho que me emocione ver a unos gorriones brincando al sol. A mí hay cosas que me revientan muchísimo, como el nazismo o la persecución de homosexuales; necesito combatirlas de alguna manera, y mi única herramienta es el lenguaje."

Carmen Gómez Ojea



"Yo no quiero ser complaciente sino desasosegar. A mí no me interesa la literatura plácida, me gusta más ver una catarata que un río."

Carmen Gómez Ojea













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