Christian Garve

"Cuando el autor no sopesa la naturaleza moral del hombre, sino que sólo advierte las obligaciones que le impone la sociedad, vemos que entendía plenamente la filosofía de su maestro, sus exposiciones son más diáfanas y no albergamos duda alguna al respecto de que fueron enriquecidas con sus propios descubrimientos. Pero en lo que atañe a la investigación puramente teórica, en cuanto al desarrollo de conceptos abstractos a la hora de desvelar las partes más simples de ciertas cualidades morales, o bien resolver los problemas que surgen, no queda claro cuándo plagia Cicerón y cuándo elucubra per se, sus ideas no traspasan la superficie del dilema. ¿Hablar de la naturaleza de la caridad y del decoro en la sociedad, significa ser amado y respetado? Es instructivo por su claridad y precisión, es interesante lo que dice e incluso las nuevas ideas que cree percibir.
Pero la doctrina de la verdad perfecta e imperfecta, del decoro y el buen orden, la aseveración de que la virtud social es la primera de todas las virtudes, la demostración basada en la idea de la sabiduría y especialmente la teoría del contraste, que llena casi todo el tercer libro, no está tan claramente expresada ni desarrollada. La situación política en la que vivió era similar a la que padecieron los más antiguos filósofos de Grecia y confirió carácter a su moral. Los hombres pertenecientes a la clase alta tenían la intención de participar en la administración del estado. ¿Tenían otra clase de moral? Cabría preguntarse lo propio acerca de los hombres que participaban en las tareas educativas y en las científicas. Existe otra clase de sociedad a pesar de que los preceptos generales de la virtud son comunes a todos los hombres, dado que todos tienen la misma naturaleza, pero en vano buscaremos la aplicación ecuánime de estas normas en circunstancias en las que los preceptos no podrán ser nunca desarrollados."

Christian Garve
La Filosofía Moral en Cicerón


"Sin el previo conocimiento del destino, las ideas, cercadas por todo tipo de medios simbólicos, son usadas para distinguir los bienes comunes de manera mucho menos inteligible.
Entre los hombres, entre las naciones, en base a sus intenciones y estando dispuestos a reconocer el derecho de la propiedad, contemplando los diferentes signos distintivos de los que hemos hablado, colegimos que el comercio entre ellos es indispensable o bien una similitud en su manera de concebir el mundo.
Para tratar de razonarlo mejor, supongamos que todos los objetos existentes entre los hombres que piensan han cambiado de naturaleza desde su estado primitivo y se han convertido en productos del trabajo. En última instancia, se acordó utilizar el mismo método para su determinación en cuanto a forma de vida, necesidades y manera de satisfacerlas. Un hombre es capaz de adivinar las acciones de otro hombre sin haber visto los efectos que derivan de ellas, puesto que con independencia del medio empleado el sujeto cognoscente está destinado. Pero donde encontremos un comercio similar entre los hombres habrá de existir un encuentro tácito entre ellos, al menos es de suponer, con independencia de asumir la naturaleza de la propiedad sin que medie violencia inmediata. La propiedad significa una relación cautiva entre el yo y el objeto, no tanto quizás entre el yo y los otros, en la medida en que fuera alterada mi relación con un ser inanimado, por ejemplo un edificio o un pedazo de tierra. Los objetos cercanos a mí han de satisfacer mis necesidades. Obviamente, esto sólo acaece cuando varios hombres se reúnen, avalados en virtud de una ley concesiva de múltiples y similares deseos, que destierre todo ánimo belicoso entre los mismos."

Christian Garve
Sobre el acuerdo de la moral y la política












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