Étienne Gilson

"Hay un problema ético en la raíz de nuestras dificultades filosóficas: Los hombres somos muy aficionados a buscar la verdad, pero muy reacios a aceptarla."

Étienne Gilson



"Juzgándolo desde el exterior, desde donde tan mal se ven estas cosas, no parece que la educación religiosa de Bergson haya sido llevada muy lejos. Sus correligionarios le han reprochado a veces amargamente el conocer mal su propia religión. Admitamos que tal educación haya sido sumaria y de poca duración. Hay que estar muy seguro de sí para juzgar el efecto que una enseñanza cualquiera, 'doblada por la influencia que siempre ejerce, poco o mucho, el medio en que crece el niño, puede haber producido sobre un espíritu como el suyo. Yo iré más lejos, porque dudo que esta influencia haya sido nula, pero hay que reconocer que, por todo su hábito de pensamiento, Bergson se presenta como un puro producto de la enseñanza universitaria francesa, parisina y normalista, que recibió durante lo s' años decisivos de su formación intelectual. Digo intencionadamente “normalista”, pues no veo otra escuela en el mundo que pueda producir un alumno capaz de procurarse una edición escolar de trozos escogidos de Lucrecio, iniciarse por sí solo en todo lo que le importaba asimilar de la ciencia de -su tiempo, dar a sus contemporáneos una obra filosófica cuyo alcance fue entonces mundial, y a Francia el modelo de una lengua filosófica sin rival. Jóvenes emborrona-papeles se divierten hoy diciendo que Bergson escribía mal, pero es que la perfección de un estilo filosófico consiste en rendir la máxima utilidad al pensamiento; para juzgar sobre esto, hay que ser uno mismo un poco filósofo. Como quiera que sea, lo importante es observar que, francés hasta la médula, Bergson estaba entonces impregnado de ese respeto hacia el saber científico tan extendido y tan profundo en Francia en la segunda mitad del siglo XIX. Sus adversarios serán siempre Spencer y Taine, pero antes de combatirlos, tuvo que librarse de su influencia. Bergson guardaría durante toda su vida, fuera de todo cientifismo, el gusto por el conocimiento fundado en la observación de los hechos, experimentalmente verificable y prolongando al menos la línea de la experiencia cuando el control experimental no era posible."

Étienne Gilson
El Filósofo y la Teología


"Los hombres solo pueden elegir entre dos clases de vida: la activa y la contemplativa. Lo que le confiere especial dignidad a la función del Doctor es que ella implica ambas clases de vida, subordinada debidamente una a la otra.

La verdadera función del Doctor es enseñar. La enseñanza (doctrina) consiste en comunicar a los otros una verdad que se ha meditado previamente. Esto necesariamente exige tanto la reflexión del contemplativo, a fin de poder descubrir la verdad, cuanto la actividad del profesor, para poder comunicar sus hallazgos a otros.

Pero lo más notable acerca de esta compleja actividad es que hay una exacta correspondencia entre lo más alto y lo más bajo, entre la contemplación y la acción.

De acuerdo a nuestra definición, entonces, la función del Doctor es dirigirse hacia un objeto doble, interior y exterior, dependiendo de si se refiere a la verdad que el Doctor medita y contempla dentro de sí mismo o a aquéllos a quienes está enseñando. Por lo tanto, existen dos facetas en su vida, la primera de ellas es la mejor y la cual regula su tarea.

En primer lugar, es claro que la actividad del Doctor no está superpuesta artificiosamente a su vida contemplativa, sino que encuentra en ella su fuente y es, por así decirlo, su manifestación externa. La enseñanza, así como la predicación a la que está relacionada, es sin dudas una obra que pertenece a la vida activa, pero se deriva en cierto modo de la plenitud de la contemplación.

Este es el por qué la enseñanza no puede ser considerada una interrupción de la contemplación.
Cuando una persona se aparta de la meditación de las realidades inteligibles alimento de la contemplación para entregarse a obras buenas en sí mismas pero puramente exteriores, tiene que romper con la meditación. El reparto de limosnas y el albergue a los peregrinos son cosas excelentes, pero justamente por esto, excluyen lo que propiamente se denomina meditación.

La enseñanza, por el contrario, es la expresión exterior de la contemplación interior. Y si bien es verdad que un alma verdaderamente despojada de intereses temporales preserva algo de esta libertad que ha sido adquirida en cada uno de sus actos exteriores, también es verdad que no hay ámbito donde esta libertad pueda preservarse más integralmente que en el acto de enseñar.
Combinar así la vida activa y la contemplativa no es, por así decirlo, una resta sino una suma. Además, es evidente que aquí es donde se debe realizar más integralmente el equilibrio perfecto entre las dos clases de vida, un equilibrio que nuestra presente condición humana exige que busquemos.

Enseñar la verdad que la meditación nos revela es expandir su contemplación sin perder nada, incluso aumentando su mejor parte."

Étienne Gilson



"No se olvide de olvidar inmediatamente lo aprendido porque las discusiones escolásticas sobre ser, sustancia, esencia y existencia producen, a medio y largo plazo, reblandecimiento cerebral."

Étienne Gilson
La filosofía en la Edad Media


"Pero la realidad es que hay algo que no es Dios. Los hombres, por ejemplo, no son tales actos eternos de existencia absoluta. Hay, pues, algunos seres que son radicalmente distintos de Dios, al menos en que, a diferencia de Él, podían no haber existido, y pueden en cualquier momento, dejar de existir. Así, ser, o existir, no es, de ninguna manera, ser, o existir, al modo como Dios es, o existe; tampoco es ser una clase inferior de Dios, sino más bien no ser Dios. La única explicación posible de la presencia de tales seres finitos y contingentes es que han sido libremente dados a la existencia por "El que es", y no como partículas de su propia existencia, que, por ser absoluta y total, es también única, sino como imitaciones finitas y parciales de lo que Él mismo es eternamente por derecho propio. Ese acto por el que "El que es" hace que exista algo que no es por sí, es lo que en filosofía cristiana se llama creación. De donde se sigue que, supuesto que todo lo que engendre el Dios cristiano debe participar necesariamente de la unidad de Dios, todo lo que comparta esa unidad tiene que ser, por necesidad, no engendrado, sino creado."

Étienne Gilson
Dios y la filosofía








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